Sepultan en Líbano al parlamentario y periodista asesinado en Beirut, Jibran Tueni
Lavado de dinero, entre los móviles para asesinar a Hariri: informe de la ONU
Ampliar la imagen Siham Asseile, viuda del legislador y periodista Jibran Tueni, ayer en una iglesia de Beirut FOTO Reuters Foto: Reuters
Beirut, 13 de diciembre. Hoy sepultaron a Jibran Tueni. "Animales, insectos", gritaba este martes una mujer afuera de la iglesia greco ortodoxa, mientras el padre del difunto, Ghassan, se inclinaba para estrecharnos la mano a los presentes. "Jibran todavía vive. Está vivo ahora", decía.
¡Ay¡ El editor de An Nahar fue asesinado el lunes, sus escasos y casi atomizados restos fueron sepultados hoy, y su padre recibió a los dolientes en el distrito de Ashrafieh de Beirut. El hombre, encorvado, con su mano helada estrechaba valientemente la manos de los asistentes al funeral. ¿Qué iba uno a decirle? ¿A la joven viuda? ¿Que la vida de un periodista no es feliz? No, claro que no.
Por supuesto, formados en el exterior frío y húmedo de la iglesia, hablamos sobre el reporte Mehlis, el reporte "concluyente". Todos los informes de la ONU sobre la muerte del ex primer minsitro Rafiq Hariri, el pasado 14 de febrero han sido "concluyentes", ¿no es cierto? Dicho reporte ha culpado también a Siria del asesinato del mentor de Tueni, un filántropo sunita musulmán que enfureció tanto a quienes controlaban el poder que Damasco, si se cree en el reporte, decidió liquidarlo.
Así que ¿por dónde empezamos el martes, cuando el sol invernal iluminó las palmeras en el malecón de Beirut? ¿Con el hecho de que un testigo sirio que declaró sobre el coche bomba en que murió Hariri y que figuró en el reporte anterior se retractó en el nuevo informe, según informó la televisión siria? El hombre retiró su testimonio al señor Mehlis, como resultado del arresto de varios miembros de su familia por parte de oficiales de seguridad sirios. ¿Comenzó el día con el testigo (anónimo, desde luego) que proveyó de detalles sobre una operación organizada con el fin de matar a Hariri, que incluía el reclutamiento de agentes especiales en los servicios de inteligencia, tanto libaneses como sirios?
El reporte enigmático
Había un párrafo en el reporte Mehlis que hablaba del detonador de la bomba, que era un artefacto que en su origen fue "parte de una computadora personal tipo laptop".
Más enigmático aún fue el motor de camión japonés que contenía los explosivos que mataron a Hariri y a otros 20 el 14 de febrero de este año, y que fue robado de un vehículo en Japón, el 12 de octubre de 2004. Este camión fue exportado, no se sabe si completo o en partes, a los Emiratos Arabes Unidos. Muy extraño. Sumamente extraño.
Fue nada menos que Elie Hobeika -criminal de guerra, mercenario falangista, perseguidor de Israel- quien aseguró, antes de ser él mismo asesinado (con un coche bomba casi tan eficiente como el que acabó con Tueni) que el portafolios que contenía la bomba que mató al presidente electo Bashir Gemayel fue fabricado en Japón y que ingresó a Líbano vía Dubai en mandos de -aguantemos todos la respiración- "el Comando General del Frente Popular para la Liberación de Palestina". El reporte Mehlis no menciona esta institución cobijada por Damasco. ¿O será que Mehlis presentó sus descubrimientos al secretario general de la ONU, Kofi Annan, sin conocimiento de ella?
Los muchachos de Mehlis exigieron a las autoridades libanesas una lista completa de las conversaciones interceptadas de Hariri entre octubre de 2004 y hasta la fecha de su muerte, pero recibió sólo "una porción incompleta de las conversaciones intervenidas de Hariri y su casa".
Las conversaciones recibidas eran sólo 14 páginas, entregadas presumiblemente por los servicios secretos sirios y libaneses. Pero con perseverancia teutónica, Mehlis obtuvo después otras 26 mil páginas de conversaciones posteriores a diciembre de 2004. Una llamada de la madre de un testigo y otros "proveyeron de una visión significativa sobre el grado de involucramiento de individuos clave en el asesinato, además de poner en alerta a las autoridades libanesas sobre los movimientos y conversaciones de figuras libanesas prominentes". Ouch.
Estos temas hacen que se le erice la piel a cualquiera, sobre todo la transcripción de una llamada entre el general Gustum Ghazali, jefe de la inteligencia militar en Líbano, y Hariri, del 3 de agosto del año pasado, que versó sobre el así llamado "Protocolo de Damasco", que se acordó entre Hariri y el presidente Assad de Siria; un acuerdo en el que se delineó lo que Hariri podía y no podía hacer como primer ministro libanés.
Aquí, para aquellos interesados en saber qué se siente ser seriamente intimidado, ofrezco un extracto de la conversación: Ghazali: "Su excelencia (sic), he estado leyendo en el periódico Mustaqbal que 'los funcionarios defienden la corrupción'. Esto es una violación a la verdad... ¿No estábamos de acuerdo en poner fin a ese tema?"
Hariri: "... la declaración estaba en todos los periódicos y de hecho yo fui el primero..."
Ghazali: "Quisiera hacerle una pregunta. Su excelencia ¿sigue usted sintiéndose comprometido a cumplir nuestro acuerdo?"
Hariri: "Por supuesto"
Ah, sí. "Por supuesto". Nuestra frase libanesa favorita.
El equipo de Mehlis escudriñó 97 millones de documentos y grabaciones que datan de entre el 7 y el 21 de febrero de 2005, y concluyó que "el fraude, la corrupción y el lavado de dinero pudieron estar entre los móviles de algunos individuos para participar en la operación que terminó en el asesinato". Con esto se ve que los investigadores de la ONU estaban claramente interesados en el colapso del banco Al Medina de Beirut, a mediados de 2003, en el que funcionarios sirios tenían cuentas.
Así continúa el reporte Mehlis. Pero ¿por qué estuvo Hariri bajo vigilancia después de enero de 2005? ¿Por qué su convoy se detuvo en un crucero el 14 de febrero, minutos antes de su muerte?
Para saberlo, tendremos que esperar a que haya otro reporte de la ONU, más arrestos y más detalles sobre el inmortal amor de Siria por Líbano. Y también, claro, tendremos que esperar que haya más asesinatos, más funerales, más mujeres gritando en una tierra que, como se ha escrito ya de manera famosa, los hombres se mueren y las mujeres cumplen con el luto.
© The Independent
Traducción: Gabriela Fonseca