Usted está aquí: martes 13 de diciembre de 2005 Cultura Reabre OMR con obras de Grünfeld y Zimmermann

Taxidermia y monitores, apuestas de los artistas

Reabre OMR con obras de Grünfeld y Zimmermann

MERRY MACMASTERS

La galería OMR reabrió sus puertas después de un periodo de renovación con dos exposiciones de los artistas visuales alemanes Thomas Grünfeld (Opladen, 1956) y Peter Zimmermann (Friburgo, 1956), que se exhibirán hasta el sábado 17.

A primera vista la obra no tiene relación entre sí, aunque la información de la galería (Plaza Río de Janeiro 54, colonia Roma) la enmarca en una reflexión sobre la idea de naturaleza y realidad.

Sin embargo, de inmediato captan la atención los trabajos de ensamblaje en taxidermia de Grünfeld, como el de una ardilla con cabeza de perico blanco o un pavorreal con cuerpo de pingüino. También presenta pinturas de ojos, la única parte del cuerpo que no se puede disecar.

Alguna vez en Colonia, Alemania, Grünfeld vio en la vidriera de un taxidermista una cópula entre especies dispares. Además de que tuvo el deseo de comprar la pieza, pensó ¿cómo serían los hijos?

En 1989 Grünfeld estaba aburrido con su obra, pero la nueva aventura le pareció demasiado excéntrica, aunque luego recordó los cuentos de los cazadores de Suiza, Austria y Alemania que, reunidos por la noche, se preguntaban: ¿viste lo que yo hoy en el bosque?: un conejo con cola de zorra y un cuerno de venado.

También vinieron a su mente el minotauro griego y la fantasía de El Bosco. Era el momento en que se hablaba de la manipulación genética. En un principio Grünfeld presentaba sus mutaciones en posiciones dramáticas, como en un museo de historia natural, aunque desde 1995 se tornaron "muy relajadas".

Desde hace 15 años el escultor trabaja con un taxidermista holandés que posee un congelador con 600 pieles diferentes. Grünfeld puede "diseñar" un animal que el taxidermista rellena. Para el artista sus piezas están llenas de humor y posibilidades poéticas, como el hecho de que los enemigos naturales puedan estar juntos.

Durante siete años nadie hizo caso a sus piezas, pero a partir de 1997 todos las buscan. Nunca repite una, sólo realiza seis al año y no agota las combinaciones.

Por su parte, Zimmermann se interesa por la percepción de la realidad y en lo que sucede cuando entra en juego una pantalla de televisión o computadora, porque "lo que sabemos del mundo en gran parte viene de algún monitor". Sus obras tienen un vivo colorido, y no va al campo: "me limito a trabajar desde su pantalla".

 
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