Al acto en que rindió protesta acudieron miles de seguidores de hueso colorado
"Primero los pobres", bandera que enarbolará de nuevo López Obrador
Ampliar la imagen Miles de personas acudieron al Z�o capitalino para acompa�a Andr�Manuel L� Obrador, quien rindi�otesta como candidato presidencial del PRD FOTO Francisco Olvera Foto: Francisco Olvera
"Por el bien de todos, primero los pobres", el lema que blandió Andrés Manuel López Obrador en la competencia para llegar a la jefatura de Gobierno del Distrito Federal hace seis años, será el mismo de su campaña nacional para competir por la Presidencia del país. Porque, explicó el Peje en su discurso de toma de protesta, "es más que un lema, es un principio fundamental" de su itinerario político a partir de ahora, durante la campaña que arranca formalmente el 18 de enero. Y de lo que será, de llegar a la Presidencia, la filosofía de su gobierno.
El principio contenido en este lema, con todo lo que implica de realizar una "renovación tajante" en el ejercicio del poder, "no lo vamos a aplicar por la fuerza", prometió López Obrador (AMLO). "Vamos a persuadir a todos, los vamos a convencer para hacerlo realidad".
Esta frase propagandística fue el eje en torno al cual giró la protocolaria toma de protesta de AMLO como candidato presidencial en el Zócalo ayer por la tarde. Y por eso, cuando reanude sus recorridos "a ras de tierra" por el territorio nacional, empezará en el municipio de Tlapa, la zona de la Montaña de Guerrero, Metlatónoc, pueblo mixteco y tlapaneco, que exhibe las más vergonzosas estadísticas de hambre y enfermedad del país.
Fue una ceremonia solemne, sin gestos grandilocuentes. Y un solo discurso, centrado en las principales líneas en las que el ex gobernante capitalino insistió durante los cuatro meses y sus 18 giras de precampaña a lo largo y ancho del territorio nacional: "la pobreza y el olvido por todas partes"; la determinación de "remover las estructuras caducas de poder" y austeridad juarista que quiere imponer a los gobernantes de todos los niveles, "bajo el criterio de que no puede haber un gobierno rico con un pueblo pobre". En términos noticiosos, ninguna novedad.
Pero para los seguidores que acudieron a la plaza central para atestiguar su toma de protesta como candidato, el repaso de los pronunciamientos que ya ha hecho en otros puntos del país volvió a arrancar aplausos, suspiros y gritos de "¡Duro, duro, duro!"
A medias, el Zócalo
No fue, ni de lejos, la concentración multitudinaria que los organizadores esperaban. Poco después de la hora de comer, en pequeños grupos, familias, grupos de vecinos y de amigos, abuelas y abuelos, empezaron a mezclarse con la raza que habitualmente colma el Zócalo y llena el aire de olores característicos: copal, algodón de azúcar, elotes... Sin éxito, los reporteros buscaron en las inmediaciones camiones de acarreo. No hubo.
Llegaron en Metro, pesero y hasta bicitaxi, como Isabelita de los Santos, de 84 años, y su amiga Guadalupe Sánchez, de 74, las dos con sus pegatinas amarillas adheridas al mandil, procedentes del barrio de San Gregorio, Xochimilco. Una ya casi no ve y a la otra le duelen las piernas, pero cada que pueden se lanzan a los mítines de su "querido Andrés". Apenas anteayer lo alcanzaron en Nativitas, en su recorrido por esos rumbos.
Isabelita, esperanzada, cuenta que alcanzó a darle un papelito contándole su problema, las inalcanzables tarifas que paga de luz y agua. "Y me dio su tarjeta. Ora que esté un poco más desocupado, le voy a hablar al licenciado".
Dice doña Lupita: "Queremos mucho a López Obrador, no sólo por nuestra pensión, sino porque es requete buena gente".
A pocos pasos de la anciana, el otro extremo del espectro. Xavier, punk auténtico, tarda en bajar de su nube antes de explicar por qué se encuentra ahí, en medio del mítin lopezobradorista. "Es que aquí trabajo, aquí estaba. A los partidos yo los odio."
Acudieron pocos grupos organizados: los taxistas regularizados denominados panteras, una pequeña columna de los panchos del Frente Popular Francisco Villa se distinguía por sus banderas rojas, otra de militantes del sol azteca con banderas amarillas y siglas de las diversas tribus, un contingente del Partido del Trabajo zacatecano, otro más de la delegación Cuauhtémoc. Un par de mantas, de factura costosa, revelaban la mano de Marcelo Ebrard, candidato al Gobierno del DF, que a falta de carisma propio aprovecha ser tocayo del carnal del queridísimo Tin Tan: "Todos somos carnales". Y dos grandes pancartas de los más fieles, los jubilados de la "Revolución Blanca".
La mayoría de las mantas desplegadas daban cuenta del esfuerzo de las Redes Ciudadanas, promotoras del voto pro AMLO, por hacer presencia. Son grupos minúsculos que agregan sus siglas a la diversidad política: Movimiento de Esperanza Ciudadana (MEC), Jovenesamlo, Uniendo Esperanzas, Red Politécnica con AMLO, Movimiento de Izquierda Nueva Aztlán y similares. Uno de estos rótulos expresaba: "Serás presidente por tu honradez y capacidad. Tienes el apoyo de los que apostamos por el verdadero cambio, con o sin el apoyo de Cuauhtémoc Cárdenas".
Ni siquiera abundaban las cartulinas caseras que surgieron como forma de expresión contestataria durante la resistencia al proceso de desafuero, durante la primavera. Había algunas, como la de un vecino de la colonia Escuadrón 201 que rezaba: "Con AMLO, ahora o nunca". Y otra, con la tipografía que usa la conocida marca de refresco que el actual presidente del país promovía en sus juventudes: "Fox gobierna con-la-cola".
En la plancha cubierta apenas hasta la bandera, dividida en zonas por vallas metálicas, con huecos por doquier, la gente caminaba cómodamente, sin los apretujones que se vieron en otras movilizaciones. Era evidente que el PRD, el partido del candidato que rindió protesta, no echó a andar sus motores para convocar a la gente. Sólo llegaron los seguidores de hueso colorado, muchos de ellos ajenos al partido del sol azteca.
Resentimientos mal disimulados
Mientras tanto, en el templete se congregaba la nueva nomenclatura del lopezobradorismo, una extraña ensalada de dirigentes políticos que explica, en parte, la pobre concurrencia en la plaza. Los que hicieron el vacío y brillaron por su ausencia: Cuauhtémoc y Lázaro Cárdenas, así como el senador Jesús Ortega, perdedor en la reciente contienda por la candidatura al Gobierno del DF, que quedó en manos de Ebrard, que a falta de raigambre perredista esta tarde decidió vestir de doble amarillo, camisa y chamarra.
Cuando los helicópteros anunciaron la puntual llegada de López Obrador, sin comitiva, apenas con sus tres hijos (José Ramón, Andrés Manuel y Gonzalo), los más hábiles en las peligrosas aguas de la política se abrieron paso a codazos para quedar al frente, al centro del escenario, como siempre. Así, la gobernadora de Zacatecas Amalia García, y Porfirio Muñoz Ledo, en proceso de retorno a las primeras líneas del partido que él ayudó a forjar, quedaron flanqueando al candidato, empujando hacia las hileras de atrás a figuras de las Redes Ciudadanas y a los hombres cercanos a AMLO, como José Agustín Ortiz Pinchetti y José María Pérez Gay.
Estaban algunos de los perredistas históricos que no interpretaron, como otros, la derrota de Jesús Ortega frente a Ebrard como la "muerte de la izquierda": Raúl Alvarez Garín, Alfonso Ramírez Cuéllar, Leonel Godoy y Saúl Escobar. Pablo Gómez guardó un discreto lugar en la última hilera y sólo dio un paso al frente para despedirse de López Obrador. Las tribus del sol azteca no lograron ocultar sus rencores y fracturas.
Por lo tanto, predominaron los rostros de ex priístas. Y en el extremo izquierdo, el rincón "amable", con Elena Poniatowska, Jesusa Rodríguez, la Chaneca Maldonado y Ricardo Rocha.
Ante ellos, el presidente nacional del partido, Leonel Cota, tomó el juramento de López Obrador. Y el tabasqueño, solemne, pronunció el "sí, protesto".
Después del discurso en el que AMLO prometió suprimir las jugosas pensiones que hoy en día aún reciben los ex presidentes Luis Echeverría, Miguel de la Madrid, Carlos Salinas y Ernesto Zedillo, la que pronto recibiría Vicente Fox y la que eventualmente podría ser asignada a él mismo, hubo una pequeña dosis de espectáculo, con luces de bengala y papel picado, todo con moderación. Hubo vivas y aplausos, nada demasiado apasionado.
Oscurecía cuando los asistentes al mitin, esos que aman a López Obrador "desaforadamente", se mezclaron con los ríos de gente que empiezan a inundar de consumismo navideño el Centro Histórico. Así concluyó el último acto electoral de la temporada, antes de que las campañas arranquen cuando concluya la veda que impuso el IFE.