Usted está aquí: sábado 10 de diciembre de 2005 Cultura En el corazón de la luna

En el corazón de la luna

En cuanto nos ubicamos en el corazón de la luna el mundo suena vegetal, acuoso, arenosito, húmedo y tierno. Una vez que hemos puesto en el aparato reproductor el disco titulado En el corazón de la luna el mundo suena diferente, es más hermoso aún. Late.

Un puñado de humanos convirtieron, hace unos meses, un cuarto de hotel en Bamako en un estudio de grabación y ahí fue cuando el mundo empezó a sonar de manera diferente.

A ese rincón africano que la legión de humanos llenaron de micrófonos, consolas de audio, cascadas de cables y una parafernalia electrónica que contrastaba con el paisaje campirano, llegaron dos hombres fuertes de la cultura del mundo.

Ambos llegaron fuertemente armados, uno de ellos con una guitarra, instrumento de cuerda con el que puentean Africa con el resto del mundo, el otro con una kora, instrumento de cuerda con el que han puenteado todas las llanuras, aguas tempestuosas y vegetaciones del Africa occidental.

Alí Farka Touré enarboló su guitarra mientras Toumani Diabaté envolvió en sus brazos su kora y en menos tiempo del que toma el Sol para calcinar todas las llanuras, crearon una música bellísima, de una ternura abrasadora y detuvieron el tiempo de la misma manera como lo detiene la Luna cuando abrasa a todos los humanos en las noches, cuyo embrujo dura unas horas pero que equivalen a la eternidad entera.

De los altavoces se desgajan moles de algodones vegetales, aluviones de brisas cálidas, caricias infinitas merced a esta música de fascinación y encanto.

En el corazón en la luna es el nuevo disco de World Circuit, disquera inglesa independiente que dirige Nick Gold, célebre porque es el productor de la venturosamente extensa serie Buenavista Social Club.

Fue grabado en un hotel de Mali en julio de 2004, lanzado en Europa en mayo de 2005 y desde entonces no se ha movido del primer lugar de la lista de éxitos de las emisoras radiales europeas. Y no es para menos, pues se trata de un disco ante cuya belleza nadie queda incólume. Ese sonar del mundo tan sutil, tan mágico y maravilloso es un hermoso regalo del mundo.

En la profunda disertación que entablan Alí Farka Touré y Toumani Diabaté con guitarra y kora en Mali, se añadieron después otros sonidos del mundo: Ry Cooder añade el de un teclado en los tracks 5 y 7, y el sonido inconfundible de su guitarra Ripley (que es, en efecto, para Ripley) en el corte 12.

También hay intervenciones de Sekou Kanté en el bajo, Orlando Cachaíto López en contrabajo, Joachim Cooder (hijo del maestro Ry) en percusiones junto a Olalekan Babaloloa y James Thompson.

Pero en realidad el sonido del mundo nace de las manos de Alí y Toumani, es decir, de El león de Niafunké, como se conoce a Alí Farka Touré, y del griot o trovador tradicional del sur de Mali, que es Toumani Diabaté.

Un entramado de cuerdas que suenan a lo que suena el lugar paradisiaco que quiera el lector construir en su cerebro en este instante. La armonía de espíritu que desee edificar el lector aquí y ahora. El embeleso más sublime que decida el lector imaginar mientras cierra sus ojos al terminar esta línea.

Así suena el alma cuando se ubica En el corazón de la luna. Así se escucha en el preciado confort que emerge de los altavoces, la música que construyeron en su cerebro, edificaron en su espíritu, imaginaron en su alma y pusieron en carne y sangre hace apenas unos meses en un cuarto de hotel de Bamako, Mali, y que ahora es una realidad en México y doquiera suene este disco bellísimo.

Pablo Espinosa

 
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