Usted está aquí: sábado 10 de diciembre de 2005 Estados El centro histórico de Querétaro

Agustín Escobar Ledesma

El centro histórico de Querétaro

Los espacios públicos de la zona monumental de la ciudad de Querétaro se privatizan, invadidos por bares y restaurantes que obstruyen el paso a los peatones. La Plaza de Armas y el Portal Bueno fueron enrejados para colocar restaurantes, cuando el portal era un lugar donde la gente se protegía de la lluvia y los indigentes pasaban la noche.

Además, el centro histórico de esta ciudad, que en 1996 recibió de la UNESCO el título de Patrimonio Cultural de la Humanidad, prácticamente está deshabitado, debido a que el impuesto predial es el más caro de la urbe. Las ocho cuadras de la calle Juárez, que durante el día son de las más transitadas por los negocios que ahí se ubican, a las diez de la noche están prácticamente abandonadas porque sólo quedan unas cuantas familias que habitan las casonas coloniales. Los pobres también han sido expulsados a la periferia, pues las antiguas vecindades fueron transformadas en lujosos mesones de cinco estrellas.

El reglamento del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) estipula que la persona que tiene el poder jurídico de firmar licencias, criterios y dictámenes para la modificación o restauración de monumentos o edificios es el delegado o director de esta instancia a escala federal o estatal. Sin embargo, el director del INAH en Querétaro está más atento a los intereses de los poderosos y de los gobiernos estatal y municipales, que dan prioridad al turismo, pasando por encima de los reglamentos de la UNESCO, uno de ellos el referente a que las ciudades consideradas Patrimonio Cultural de la Humanidad deben conservar culturalmente los usos y costumbres del lugar.

Aunque al INAH le corresponde dictaminar sobre la colocación de barandales, macetones, rejas, sillas y otros muebles que obstaculizan el paso de la gente, los dueños de restaurantes y negocios no tienen autorización para ello porque su colocación no es congruente con los antecedentes ni con las características de la zona monumental. Al impedirse la circulación de los transeúntes se pierde una parte del patrimonio intangible de la ciudad: la tradición de caminar y comerciar en los portales. Los barandales y los otros elementos que se han colocado recientemente deforman los valores del monumento histórico y de la zona. Cabe mencionar que el INAH le está dando seguimiento a un proceso jurídico sobre el caso.

Para entender por qué el INAH ha dejado la ciudad a merced de las leyes del mercado por lo menos en los diez años pasados es necesario advertir lo que ocurre en sus entrañas. En 1995 llegó a la dirección del Centro Regional INAH Querétaro el antropólogo Diego Prieto Hernández, quien enseguida se vio inmiscuido en el controvertido proyecto del estacionamiento de la Plaza Constitución, que pasó por alto la inconformidad ciudadana por la mutilación de un carril a la avenida Corregidora.

Además, en un documento fechado el 19 de junio de 1997, la representación sindical de los Administrativos Técnicos y Manuales (ATM) del INAH denunciaba el autoritarismo, el maltrato laboral, la intimidación y la arbitrariedad del antropólogo Prieto Hernández en contra de quienes no se sometían a sus exigencias. Los casos más relevantes son los sufridos por Reyna Fabiola Santa María Juárez (delegada sindical de los ATM), la restauradora Marcela Ramírez Martínez y Laura Henaine, secretaria jubilada.

En el otro lado de la moneda se encuentra Rosa María Estela Reyes García, directora del Museo Regional de Querétaro, quien firma documentos oficiales como licenciada aunque carece de título que la acredite como tal. El nepotismo también es moneda corriente: Margarita Magaña Gómez fue nombrada subdirectora del INAH y es prima de la esposa de Prieto Hernández, la restauradora Marisa Gómez Dantés.

Los trabajadores creyeron que habría cierta apertura del gobierno federal con la llegada del presidente Vicente Fox y cuestionaron a la Dirección General del INAH la continuidad del equipo directivo, como lo muestra una carta fechada el 18 de diciembre del año 2000: ''El titular del Centro INAH Querétaro, antropólogo Diego Prieto Hernández, ha ejercido durante cinco años de gestión una doble política: la que atiende a sus intereses de proyección como director, y la que aplica al interior del centro con los trabajadores de base. El efecto de esta situación ha propiciado la interrupción del diálogo entre la dirección y el resto de los integrantes de los cuerpos colegiados al carecer de objetivos comunes, lo que ha generado desaliento al perderse el objetivo del trabajo sustantivo, afectando de esta manera el patrimonio cultural del estado de Querétaro''. Entre los 12 firmantes de la misiva destaca Manuel Oropeza Segura, ex director del museo regional.

 
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