"Seré la primera mujer presidente de Chile", dice la candidata oficialista
Rescatará el legado de Salvador Allende, afirma la socialista Michelle Bachelet
Pinochet ya "no es personaje relevante", asegura; todas las encuestas la dan como favorita
Ampliar la imagen La candidata presidencial socialista, ayer durante una ceremonia oficial en Valpara� FOTO Reuters Foto: Reuters
Santiago, 9 de diciembre. "Lo que yo tengo claro es que seré la primera mujer presidente de Chile". Afirmación y convicción de la médica pediatra Michelle Bachelet Jeria, de 54 años, socialista y sorpresiva candidata presidencial de la Concertación por la Democracia que está por convertirse en la jefa de Estado de este país sudamericano.
En entrevista exclusiva, anunció que rescatará el legado de Salvador Allende, reconoció cercanía con los presidentes de Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva; de Uruguay, Tabaré Vásquez, y de Argentina, Néstor Kirchner; planteó el camino de "un regionalismo abierto" en América Latina para avanzar en la integración comercial y económica, y explicó cómo encarará el tema de estar al frente de una de las economías neoliberales más "exitosas" del continente.
De paso, no omitió afirmar que el dictador Augusto Pinochet "no es hoy un personaje relevante" en Chile.
En este país se lleva más de un año hablando del "fenómeno Bachelet" porque esta doctora -especialidad en salud pública, epidemiología y materias de defensa- nunca perteneció al establishment de los partidos oficialistas, aunque, como militante socialista participó en actividades de resistencia antidictorial en tiempos de Pinochet y cumplió como profesional tareas en organismos no gubernamentales de atención a víctimas de violaciones a los derechos humanos.
Su padre, Alberto Bachelet, fue un general constitucionalista de la Fuerza Aérea de Chile que murió producto de torturas aplicadas por uniformados golpistas. Ella y su madre, Angela, fueron apresadas y torturadas por la Dirección de Inteligencia Nacional y salieron al exilio, del cual regresó a finales de los años 80.
Michelle es una profesional poco convencional: separada dos veces, con tres hijos, jefa de hogar, agnóstica, gozadora de la música y del baile, de sonrisa espontánea, cuestionada porque fue novia de un dirigente del clandestino Frente Patriótico Manuel Rodríguez, austera y honesta. Vive de su sueldo y logró cumplir gestiones calificadas de positivas al frente de los ministerios de Salud y Defensa. Trabajó en las entrañas de las fuerzas armadas chilenas, misión encomendada por el presidente Ricardo Lagos.
Precisamente desde esos cargos logró la empatía con la gente que hoy la tiene en el umbral de la presidencia: visitó hospitales, recorrió en un minitanque zonas de desastre natural y dirigió al alto mando masculino de las fuerzas armadas. Las simpatías se expresaron en un alto índice de popularidad en cuanto sondeo de opinión se hizo. Y surgió lo que se ha llamado "la candidatura ciudadana" de Michelle Bachelet.
Ella misma afirmó en un encuentro con mujeres que "si los partidos hubieran tenido que decidir, hoy yo no sería candidata" a la presidencia. Se metió en un escenario político masculino, autoritario, conservador, machista, tradicional, expresando sensibilidades y miradas que parecían ocultas en este país.
En una de las tantas jornadas reporteriles de campaña, le manifestó a este periodista que "necesitamos desarrollar en Chile una cultura política distinta, con claves políticas ciudadanas", y explicó que "el fenómeno Bachelet -como lo bautizaron los medios de prensa- tiene que ver, al final de cuentas, con hacernos cargo de la evolución política, social y antropológica que hubo en este país desde hace algunos años".
Eso sí, lo que no escapa a muchos es que Bachelet representa a la Concertación por la Democracia, alianza de más de 15 años entre socialistas, democristianos y socialdemócratas que se caracterizan, en lo grueso, por su progresismo institucional y su adaptabilidad a la economía social de mercado.
"Ella es el continuismo de las políticas neoliberales y antidemocráticas que ha desarrollado la Concertación", afirmó el secretario general del Partido Comunista, Lautaro Carmona, sector que impulsa la candidatura extraparlamentaria de Tomás Hirsch. Bachelet contrataca y dice que terminará con el excluyente sistema electoral binominal, hará una profunda reforma del sistema previsional privado, apoyará un proceso de sindicalización de los trabajadores y dará prioridad al gasto público en educación y salud.
Este domingo tiene el reto de ganar en la primera vuelta (necesita 50 por ciento más uno de los 8 millones de votos) frente a los dos candidatos de la derecha, el empresario Sebastián Piñera y el ex alcalde capitalino Joaquín Lavín, y a Tomás Hirsch.
Todo el año estuvo "seguro" su triunfo. Pero esa misma seguridad expresada en debilidades de campaña y la irrupción de dos candidatos que captaron votación para sus filas -Piñera y Hirsch- llevaron a abrir la posibilidad de que tenga que guardarse la celebración final hasta el 15 de enero, fecha de la segunda vuelta, donde competirá con quien obtenga el segundo lugar.
Como sea, todo apunta a que el 11 de marzo esta pediatra catapultada a la cima del escenario político recibirá en el puerto de Valparaíso, sede del Congreso Nacional, la banda presidencial de manos de Ricardo Lagos e iniciará cuatro años del primer gobierno chileno en manos de una mujer.
-¿Qué permite que una mujer, socialista e hija de un general víctima de la dictadura, sea la próxima presidenta de Chile?
-La sociedad chilena ha tenido que crecer y madurar tras sufrir golpes muy duros, en una tarea que exigió mucha generosidad y sabiduría, pues la dictadura dejó heridas profundas. Cuando retomamos el camino democrático, fuimos reconstruyendo confianzas y verdades, promoviendo la justicia, poniendo las cosas en su lugar. Los gobiernos de la Concertación le devolvieron la verdad, la justicia y la estabilidad al pueblo chileno y aunque vivimos años en los cuales el intercambio de ideas, las críticas y la divergencia eran prácticamente imposibles, la sabiduría y la vocación democrática del pueblo hizo que la elección del presidente Lagos haya sido posible y que ahora yo esté recibiendo todo el apoyo ciudadano para ganar las elecciones y continuar esa tarea.
-Se dice de que los socialistas administran el modelo neoliberal en Chile. ¿Usted lo administrará, lo modificará?
-Nada en la vida es inmodificable. Y como lo hemos estado haciendo durante los gobiernos de la Concertación, haremos todos los cambios que sean necesarios para mejorar y garantizar la igualdad de oportunidades para todos los chilenos. Lo que la Concertación ha hecho en estos 15 años de gobiernos democráticos es construir un país más próspero y justo, con políticas adecuadas que han permitido un manejo macroeconómico serio, que a la vez ha redundado en beneficios directos a la población. Desde 1990 a la fecha, hemos reducido la pobreza de 40 a 18 por ciento, mantenemos tasas de crecimiento cercanas a 6 por ciento, con resultados y consecuencias sociales tangibles. Pero siempre queda trabajo por hacer cuando se trata de administrar un país con equilibrio entre crecimiento e igualdad social. Sabemos que debemos mantener el crecimiento, seguir reduciendo aún más la pobreza y las desigualdades, superar las exclusiones, estimular la innovación, adoptar nuevas tecnologías y así dar un salto al desarrollo que complete nuestra tan bien valorada política macroeconómica.
-¿Qué mirada tiene hoy de Augusto Pinochet, enjuiciado por crímenes y robos? ¿Cómo encarará el tema oficial de su eventual funeral?
-Pinochet no es hoy un personaje relevante en la política chilena. Sus 17 años de dictadura y lo que hizo en ese periodo ha sido conocido y juzgado, no sólo en Chile, sino en todo el mundo. Hoy ha sido criticado y abandonado por sus partidarios. A los juicios por violaciones a los derechos humanos se suman nuevos procesos por enriquecimiento ilícito. El mundo sabe quién es Pinochet. Como presidenta, cumpliré con todos los protocolos que indica la ley, pero habrá que tener en cuenta cuál será su situación procesal al momento de su muerte.
-La existencia de los gobiernos de Hugo Chávez, en Venezuela; Néstor Kirchner, en Argentina; Lula da Silva, en Brasil, y el posible triunfo del Partido de la Revolución Democrática en México lleva a hablar de un eje de izquierda, de un repunte progresista en que ya se le incluye a usted. ¿Existe ese eje? ¿Se siente más cerca de esos gobiernos?
-Efectivamente, he construido una relación de amistad con los presidentes Kirchner, Lula y Vásquez. Me siento cerca de todos los presidentes latinoamericanos y espero trabajar con ellos, en un eje en que primen los valores democráticos y de justicia social, tanto para superar la pobreza como para fortalecer la concertación política regional. Nadie obra en ese esfuerzo. Por el contrario, tenemos que fortalecer esa unión y por eso me parece importante, por ejemplo, la incorporación de México como miembro asociado al Mercosur. La profunda vocación democrática de Chile hace que miremos con respeto y generosidad la instauración de gobiernos democráticos, sustentados en el respeto y el apoyo ciudadano y focalizados a trabajar por la libertad y la igualdad de oportunidades.
Política de regionalismo abierto
-¿Priorizará usted el ALCA o buscará otros caminos de integración?
-Chile tiene una estrategia comercial de regionalismo abierto y ha estado dispuesto y en condiciones de avanzar rápidamente en la integración comercial latinoamericana, pero al mismo tiempo es solidario, comprensivo y respetuoso de las situaciones de otras naciones de la región, que tienen realidades industriales, agrícolas y arancelarias diferentes. Por eso nos hemos incorporado como miembro asociado al Mercosur en 1996 y participamos en la recientemente creada Comunidad Sudamericana de Naciones. Profundizamos los procesos bilaterales de integración comercial y nuestra apertura al mundo mediante numerosos acuerdos de libre comercio, incluyendo México, Estados Unidos y Canadá. No vemos contradicción en esta estrategia de regionalismo abierto. En el largo plazo, la región camina en una perspectiva convergente y es importante respetar tiempos y realidades de cada país.
--¿Qué percepción tiene de la expansión del zapatismo a escala latinoamericana y cuál es su mirada respecto de los derechos de los pueblos originarios?
-No me corresponde pronunciarme sobre la política interna mexicana. Sí le puedo decir que mi candidatura ha tomado muy en serio las justas demandas de los pueblos originarios de Chile y hemos elaborado una propuesta programática cuyo eje es el reconocimiento constitucional de esos pueblos.
-¿Reivindica usted el legado de Allende?
-El presidente Allende fue un hombre consecuente, luchador, democrático y perseverante en la causa por lograr un Chile mejor. Si usted escucha o lee sus discursos, podrá comprobar lo actuales que son, en muchos temas de justicia social, integración latinoamericana, derechos de los trabajadores e importancia de la educación para derrotar la pobreza. Diecisiete años de dictadura no pudieron quitarle su verdadero sitial en la historia de Chile y Latinoamérica. Y con esto no desconozco que hubo errores, pero destaco que hoy existe más verdad, más información y mejor perspectiva para una evaluación justa y equilibrada de su figura. Con Allende comparto no sólo la vocación democrática y de servicio público, sino también la profesión de médico. En ese sentido, me honra contar con el respaldo ciudadano para poder llegar a La Moneda a cumplir la gran tarea de rescatar su legado histórico, político y de valores para todos los chilenos.