Piden que no queden impunes abusos de clérigos
Defensores de derechos humanos proponen crear ombudsman eclesial
Ante el cúmulo de denuncias de violaciones a derechos humanos por parte de sacerdotes católicos, defensores de las garantías fundamentales se pronunciaron ayer por que se cuente con un ombudsman que investigue tales abusos.
En nuestras iglesias, dijo Guadalupe Cruz Cárdenas, del Observatorio Eclesial, se requiere documentar, denunciar e indagar estos casos para que no queden o sigan impunes.
Un ejemplo de ello, señaló Haydé Cruz, de Católicas por el Derecho a Decidir, es el caso de Joaquín Aguilar, víctima de abuso sexual por el sacerdote Nicolás Aguilar en el DF, delito que fueencubierto tanto por la jerarquía católica mexicana como por la estadunidense.
Emilio Alvarez Icaza, presidente de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal (CDHDF), secundó la propuesta del ombudsman eclesial, porque afirmó que los temas pendientes en la agenda en materia de derechos humanos dentro de la Iglesia presentan diversos rostros de sus víctimas, entre los cuales sobresale que en el caso de los pederastas ha imperado el silencio, lo que "deja sabor de boca a complicidad, a impunidad".
La teóloga Marilú Rojas, religiosa católica, resaltó a su vez que la estructura jerárquica de la Iglesia impide que se reconozcan los derechos humanos de las mujeres, su capacidad de decisión, de igualdad, de plenitud y de tener derecho a un lugar como seres pensantes.
"Ya no podemos seguir pensando que en la Iglesia somos garantes de justicia y equidad cuando hay miedo a la libertad y a ser censurados y no son reconocidos nuestros valores. Lamentablemente es aquí donde traicionamos la imagen de Jesús." Insistió en la necesidad de crear una cultura de la denuncia con perspectiva de género.
En el mismo sentido el sacerdote jesuita Raúl Cervera, del Centro de Reflexión Teológica, señaló la necesidad de que se abra la discusión entre la jerarquía y el resto de la comunidad católica para abordar aquellos temas que se encuentren en "zonas minadas".
Hay que preguntarnos, apuntó, si se puede y debe sacrificar la dignidad a favor de la vida. "Nos sentimos poseedores de verdades absolutas e irrefutables, pero la Iglesia debe aprender de las sociedades".