El grillete
El nerviosismo del gobierno foxista y del grupo salinista ante 2006 y la posibilidad de que los grupos que representan pierdan el poder los está llevando a iniciativas descabelladas que sólo logran evidenciar su desconcierto.
1. El proyecto de modificaciones constitucionales que intentaron aprobar el PRI, el PAN y el PVEM el 6 de diciembre para, con el pretexto de conceder la "autonomía" a cuatro órganos financieros del Estado -el Servicio de Administración Tributaria (SAT), la Comisión Nacional del Sistema de Ahorro para el Retiro (CONSAR), la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV) y la Comisión Nacional de Seguros y Fianzas (CNSF)-, en realidad ponerlos bajo el control de tecnócratas salinistas a fin de consolidar su control transexenal sobre el aparato económico del Estado, mismo que abortó dos días después ante las reservas de Felipe Calderón, es un eslabón más del proyecto trasnacional para desmantelar al Estado mexicano y maniatar a cualquier gobierno.
2. El proyecto de la globalización neoliberal ha tenido como uno de sus objetivos centrales la reducción de los estados nacionales a su mínima expresión, y el traslado de sus funciones decisorias en materia económica y social a los organismos financieros internacionales, quienes implementarían las nuevas políticas a través de una burocracia disciplinada al capital multinacional, lo cual haría inútiles las elecciones y los cambios de gobierno, y esta iniciativa buscó ser insertada en tal escenario.
3. La iniciativa, auspiciada por el PRI en el marco de su alianza electoral con los verdes, constituyó, sin embargo, un grave error político de quien es su verdadero autor: Carlos Salinas de Gortari, erigido ya en jefe supremo del tricolor, pues fue entendida como evidencia de su temor ante el triunfo de Andrés Manuel López Obrador en 2006 y como un intento suyo por agandallarse el control del aparato financiero del Estado haciendo inviable una política económica y social alternativa a la que ha llevado al país al desastre, blindando, no la economía, sino sus poderosos intereses en la industria, el comercio y el narcotráfico.
4. La autonomía, que debería ser un principio fundamental para alcanzar una democratización del aparato estatal, se quiso entender aquí, por el contrario, como la vía para poner importantes órganos estatales bajo el control del gran capital trasnacional.
5. El desmantelamiento del Estado ha sido para el capital trasnacional la vía para desmantelar la nación mexicana y, por lo mismo, los organismos financieros no han puesto reparo alguno en que miembros del grupo salinista, como después los zedillistas y ahora Fox y sus amigos, se adjudicaran empresas, servicios y áreas estratégicos privatizados, siempre y cuando las trasnacionales pudieran entrar con toda fuerza al reparto; pero lo que aparece ahora es un escenario muy distinto, marcado por la disputa de esos grupos de poder sobre el botín que para ellos representa México.
6. La reticencia del candidato panista Felipe Calderón a apoyar, por el momento, esta iniciativa pactada por Fox y el PRI se debe, por lo mismo, no al fondo de la cuestión, pues Calderón ha manifestado estar de acuerdo con el desmantelamiento del país y la entrega del control de las políticas económica y social a fuerzas trasnacionales, sino al hecho simple de que no ha alcanzado un acuerdo con Salinas para 2006 y el asunto se pactó sin consultarlo.
7. Vicente Fox no ha manejado la economía del país en el sexenio 2000-2006, sino que ha estado subordinado al salinismo que le ayudó a llegar a la silla presidencial aunque al precio de no poder decidir en muchos ámbitos fundamentales, y el escenario ante el cual Calderón estaría sería el mismo. La tecnocracia priísta ha seguido manejando el aparato financiero del Estado y en buena medida la política social, con Guillermo Ortiz en el Banco de México, Francisco Gil Díaz en Hacienda y muchos otros priístas en cargos claves, y Fox a lo más que llegó fue por la vía de la corrupción administrativa a ayudar a sus allegados: desde sus familiares hasta grandes empresarios, como Gastón Azcárraga, a quien en pago por el financiamiento ilegal que hizo a su campaña en 2000 le entregó Aeroméxico por una bicoca.
8 . La iniciativa no puede entenderse, por consiguiente, sino como un nuevo error político de Salinas, al evidenciar sus desmedidas ambiciones por mantener su poder en el próximo sexenio, las cuales se vieron fortalecidas el pasado 30 de noviembre con la elección de uno de sus incondicionales, José Angel Gurría Treviño, como nuevo secretario general de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), luego de una costosísima campaña internacional en la que participó activamente el gobierno foxista. Gurría, uno de los principales responsables de la crisis de 1994, quien tomará posesión el 1º de junio de 2006, sería una de las piezas de Salinas para determinar las futuras políticas económicas en función de sus intereses.
9. La OCDE ha actuado también en México -al igual que el Banco Mundial y el FMI- como un factor de presión en el marco de la globalización, pues, con el pretexto de ser un organismo de decisión y de consultoría, ha influido decisivamente en la adopción de programas y proyectos claves del neoliberalismo y en la conformación de una burocracia financiera vinculada a los intereses de las trasnacionales, la cual ha estado impulsando una inversión extranjera libre de trabas y al margen de la legalidad. De acuerdo con diversos estudios, más de 200 funcionarios de alto nivel de la OCDE visitan México cada año para discutir las políticas nacionales, con lo que, en el escenario salinista, la globalización neoliberal se manifiesta cada vez más como la dominación de unos cuantos grupos sobre la vida económica del país.
10. Y ya nadie duda de que el principal factor de inestabilidad para el país lo constituyen esos grupos de interés, que se han enriquecido sin límites, pero han llevado a las mayorías a un empobrecimiento sin precedentes.