Usted está aquí: lunes 5 de diciembre de 2005 Opinión Campaña por el control del comercio de armas

Agnieszka Raczynska*

Campaña por el control del comercio de armas

Cada minuto una persona muere asesinada por un arma, 640 millones circulan por el mundo y cada año se fabrican 8 millones más y 16 mil millones de balas: dos por cada hombre, mujer, niña y niño del planeta. Estos y otros datos similares se presentan como parte de la campaña internacional Armas bajo Control, impulsada por Oxfam Internacional, Amnistía Internacional y la Red de Acción Internacional sobre Armas Pequeñas. La información presentada por estas organizaciones es impactante y las cifras revelan la enorme importancia que ha adquirido el negocio de las armas a escala mundial, así como su falta de regulación y las implicaciones de esto en el desarrollo tanto de los numerosos conflictos en diferentes partes del mundo como en nuestra vida cotidiana. El secretario general de Naciones Unidas, Kofi Annan, ha calificado las armas ligeras de "auténticas armas de destrucción masiva", haciendo alusión a que están provocando más daño que cualquier otro tipo de armamento.

La fabricación y el comercio influyen en la vida política, social y económica de los diferentes países. "El gasto en armamento y en mitigar los problemas causados por las armas disminuye la capacidad de los países de promover el desarrollo. Africa, Asia y América Latina gastan anualmente 22 mil millones de dólares en armamento. Sólo con la mitad de esta suma se habría podido lograr una educación primaria universal y la reducción de la mortalidad materno infantil." En las naciones gravemente perjudicadas por la violencia armada, se ve afectado el comercio, la producción y desaparece el turismo. A menudo las armas se utilizan para impedir el acceso a hospitales, tierras de cultivo, escuelas y mercados: los centros de salud se convierten en objetivo militar, las escuelas cierran o son utilizadas como "campos de refugiados" y las tierras de cultivo están plagadas de minas. Esto empeora las condiciones de vida y provoca mayor pobreza.

La violencia armada acaba con la vida de 500 mil personas cada año y causa daños físicos, sicológicos y emocionales enormes a millones de familias. La industria de las armas no es menor: mil 135 empresas en más de 98 países fabrican armmento convencional, munición y piezas. Estamos ante un enorme negocio que al parecer está fuera de control, que no cuenta con regulación internacional. Por su lado, los países miembros del Consejo de Seguridad de la ONU son los principales benefactores del negocio de la muerte: Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Rusia y China producen 88 por ciento de las exportaciones de armas convencionales de las que se tiene noticia. Según la información proporcionada, de 1998 a 2001 Estados Unidos, Reino Unido y Francia obtuvieron por la venta de armamento a países en desarrollo una suma superior a la que gastaron en Ayuda Oficial al Desarrollo.

El panorama se agrava aún más ante la falta de una normativa nacional que regule la fabricación, venta y distribución de armamento. Debido a que las armas ligeras están estrechamente vinculadas con la seguridad nacional de cada país, el control de su comercio está a cargo de los gobiernos, no de la Organización Mundial de Comercio. Hoy no sólo es muy fácil adquirir un arma, sino, sobre todo, se ha vuelto muy fácil matar. La tecnología de su fabricación ha provocado que sean mucho más fáciles de usar y tengan vida más duradera.

Hoy la violencia armada no es exclusiva de los conflictos armados, y está presente en las calles y en los hogares de miles de familias. Debido a la necesidad de las personas de buscar mayor protección personal, las armas forman parte de su vida cotidiana; la posesión de una se está volviendo norma. Actualmente, más de la mitad del armamento convencional está en manos de civiles.

La campaña plantea la urgente necesidad de un control y regulación del tráfico, el transporte y los intermediarios que intervienen en el comercio. En años recientes se ha admitido el problema de la proliferación ilícita de armas ligeras y se han tomado algunas medidas importantes: firma de los Principios Reguladores de las Transferencias de Armas Convencionales, adopción del Código de conducta de la Unión Europea y desarrollo de "directrices sobre buenas prácticas". Sin embargo, los mecanismos existentes no son obligatorios, apenas se aplican y están plagados de lagunas legales. Ahora se insta a los gobiernos a adoptar en 2006 un tratado internacional sobre comercio de armas exhaustivo y de obligado cumplimiento que regule todo el armamento convencional, como ya existe para el de destrucción masiva. El tratado obligará a los gobiernos firmantes a controlar sus transferencias de armas de acuerdo con los principios de los derechos humanos y el derecho internacional humanitario. La campaña también insta a los estados en lo individual a reforzar sus capacidades de controlar el comercio de las armas ligeras y de formular leyes acordes con los estándares internacionales en materia de derechos humanos que protejan a los ciudadanos de la violencia armada.

El reto no es menor y tiene que ver con muchos intereses económicos; sin embargo, las consecuencias de no contar con la legislación internacional vinculante tampoco son menores y definitivamente vale la pena invertir nuestro esfuerzo.

* Coordinadora del Centro de Derechos Humanos Fray Francisco de Vitoria

 
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