Lanzan tropas invasoras dos operativos militares en la provincia rebelde de Al Anbar
Admite el alto mando de EU en Irak la muerte de 14 marines en 48 horas
Exigen la Liga Arabe y organizaciones musulmanas la liberación de cinco extranjeros plagiados
El ejército estadunidense acepta que pagó a diarios iraquíes para que publicaran notas favorables
Bagdad, 3 de diciembre. El alto mando militar estadunidense reconoció este sábado la muerte de otros cuatro marines entre el jueves y el viernes, que sumados a los 10 que murieron el pasado viernes en un ataque rebelde cerca de Fallujah, elevó a 14 el número de sus militares caídos en combate en las últimas 48 horas en Irak.
En paralelo, otros 19 soldados iraquíes fallecieron este sábado en un enfrentamiento entre rebeldes y soldados iraquíes en Adhaim, en la región de Baquba, a 100 kilómetros al norte de Bagdad, informaron los servicios de seguridad.
Otros dos soldados iraquíes y al menos cinco civiles resultaron heridos por el fuego cruzado.
Los 14 militares estadunidenses murieron en la provincia rebelde de Al Anbar, al oeste de Bagdad, al tiempo que Occidente trata de liberar a los cuatro rehenes secuestrados el 26 de noviembre por los insurgentes, que dieron un ultimátum hasta el 8 de diciembre para que sean liberados los prisioneros de guerra o matarán a los cautivos.
Sin embargo, en el caso de la arqueóloga alemana Susanne Osthoff, secuestrada desde hace más de una semana, este día expiró el plazo dado a Alemania para cumplir su exigencia de que ese país deje de cooperar con el régimen pro estadunidense de Bagdad en la capacitación e instrucción de policías iraquíes.
En ese contexto, el Ejército Islámico en Irak reivindicó hoy el ataque perpetrado con explosivos contra una patrulla estadunidense al oeste de Bagdad, en que perdieron la vida el jueves los 10 marines estadunidenses y donde otros 11 resultaron heridos, en una carretera cercana a Fallujah.
El grupo rebelde dio a conocer una cinta de video en la Internet, en que emite una secuencia de la grabación en la que se observa "la destrucción del blindado estadunidense" en la ciudad de Tall Afar, al noroeste de Irak.
De acuerdo con cifras del Pentágono, 2 mil 125 militares y personal empleado por el ejército de Estados Unidos han muerto en Irak desde la invasión del país, en marzo de 2003, aunque no estaba claro si en esa cifra se sumaban ya los últimos cuatro caídos que se reconoció, pues de lo contrario se elevarían a 2 mil 129.
No obstante, en un comunicado militar las tropas invasoras explican que de esos últimos cuatro muertos, un marine pereció a causa de heridas recibidas cuando su vehículo fue atacado con un mortero en Ramadi, el primero de diciembre, mientras que los otros tres fallecieron el viernes en un accidente de carretera cerca de la base aérea Alí, en las inmediaciones de Nasiriya, al sur de Bagdad.
Ante esos reveses, el ejército estadunidense emprendió junto con soldados iraquíes dos operativos en Al Anbar, provincia donde están Fallujah y Ramadi, para "reprimir la rebelión y preparar el terreno de cara a las elecciones del 15 de diciembre".
Se trata de las operaciones Lanza, en Ramadi, y Martillo de Hierro, en la región de Hit, más al oeste, que rechazan los sunitas.
El Partido Islámico, principal formación política sunita en Irak, pidió en un comunicado "el cese inmediato" de estas operaciones, porque considera que "agravan la situación y aumentan el abismo" entre el gobierno colaboracionista iraquí y la población.
En contraste, el presidente iraquí pro estadunidense Jalal Talabani defendió esas acciones militares, al descartar que puedan tener impacto negativo en el voto sunita en las elecciones.
"Estas operaciones comenzaron tras repetidos ataques rebeldes contra las fuerzas estadunidenses e iraquíes", declaró Talabani, después de una reunión en Dukan con el embajador estadunidense en Irak, Zalmay Jalilzad.
En Baquba, la insurgencia causó 19 bajas mortales al ejército iraquí en una emboscada y ataques con explosivos, una zona de frecuentes enfrentamientos entre chiítas y sunitas, además de que un jefe del ejército fue dado por desaparecido. Asimismo, dos soldados iraques murieron y cinco civiles resultaron heridos.
En tanto, insurgentes abrieron fuego contra una patrulla en la ciudad norteña de Kirkuk, dando muerte a un uniformado e hiriendo a otros cuatro.
Al mismo tiempo en Tuz Khormatu, al este de Tikrit, desconocidos hicieron detonar explosivos en el edificio del Consejo Asesor, el cual quedó reducido a escombros. Sólo se reportó la muerte de un guardia que vigilaba.
Activistas por la paz
El Partido Islámico pidió que los cuatro rehenes sean liberados, y calificó al estadunidense Tom Fox, al británico Norman Kember y a los dos canadienses, James Loney y Harmeet Singh Sooden, de "activistas de un movimiento que se opone a la guerra en Irak".
Ellos quieren "el fin de la ocupación y las injusticias de las que es víctima el pueblo iraquí", añadió. "El partido llama a los secuestradores a liberarlos, ya que el rapto es la ocasión soñada por los partidarios de la guerra contra nuestro país" para justificar la intervención militar, subrayó.
De su lado, Alemania no se ha manifestado sobre la expiración del plazo dado por los secuestradores de Susanne Osthoff, y se mantienen los informes de que no ha podido hacer contacto con los raptores, en medio de condenas de la Liga Arabe y organizaciones musulmanas alemanas.
El mando militar estadunidense en Bagdad, reportó el Washington Post, reconoció por primera vez que pagó a periódicos iraquíes por la publicación de información en favor de la invasión como parte de una "campaña legítima" para contrarrestar "informaciones falsas" de la insurgencia.
Los informes señalan que la campaña fue más allá de lo previsto y lo permitido, por lo que podría abrirse una investigación.
Mientras, el titular japonés de Defensa, Fukushiro Nukaga, visitó hoy Irak en momentos en que se espera una decisión del gobierno que extendería la misión de soldados no combatientes luego de que ésta expire el 14 de diciembre.
En otros informes, se conoció que los narcóticos y los antidepresivos son el refugio cada vez más usado por un mayor número de iraquíes, sobre todo jóvenes, a fin de enfrentar a la violencia, el desempleo y la inseguridad, y evadir la dura realidad consecuencia de la invasión estadunidense.