Usted está aquí: viernes 2 de diciembre de 2005 Opinión Videocracia

Jorge Camil

Videocracia

Solemos repetir como pericos aquello de que "los pueblos tienen los gobiernos que merecen". Pero con el tiempo nos damos cuenta de que la frase encierra tomos de filosofía política. Basta mirar a nuestro alrededor para comprobar que videograbaciones clandestinas, traiciones, rumores perversos y escuchas telefónicas han sustituido las propuestas de gobierno. Y todos felices, porque las propuestas son letra muerta, mientras el pan y circo del espionaje político es diversión que alimenta la rumorología: nuestro deporte nacional.

Continúan apareciendo videos que muestran a la escoria de la política entregando, recibiendo y "devolviendo" impunemente maletines repletos de dólares y, por si fuese poco, los candidatos se enfrascan ahora en pleitos arrabaleros frente a los medios. El tema de los más recientes titulares podría resumirse en una frase que ahorraría tiempo y papel: ¡guerra de los condominios! No hay campañas, lo que tenemos de veras es una preocupante guerra de descalificaciones. Como nadie está libre de culpa no es necesario demostrar que soy mejor que mi oponente, sino que él es peor que yo. Yo tengo cola que me pisen, pero él tiene propiedades en Bois de Boulogne. El habrá hecho obras monumentales, pero sus compañeros de partido continúan apareciendo como protagonistas en los videos inagotables del "productor" argentino que con un puñado de dólares fracturó la espina dorsal de la izquierda mexicana. James Bond es un párvulo frente a estos profesionales del espionaje.

En el mundo de la videocracia el objetivo es siempre mostrar miserias ajenas y avanzar ambiciones personales, jamás proteger intereses nacionales o de partido. Si la democracia descrita por Abraham Lincoln era el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo, la videocracia es el mundo de la perinola en el que "uno" toma todo. Los principales partidos mostraron en Alemania que las alianzas son legítima herramienta de la democracia parlamentaria. Pero en nuestro sistema presidencial se utiliza el recurso para forjar acuerdos que en algunos casos específicos pudieran ser asociaciones siniestras para comprar y vender votos en violación de la ley electoral. ¿Democracia? No, gracias, preferimos videocracia. Es más divertida que las telenovelas. Y por eso cabeceando, muertos de sueño, aguardamos impacientes el noticiario de la noche para ver a nuestros candidatos mostrar, cada vez con menor vergüenza, su desvergüenza.

Reconozcámoslo: entre nosotros el sanctasanctórum del Agora griega ha sido sustituido por las televisoras. Y sanseacabó. No se engañe, usted y yo no somos parte del proceso, somos comparsa, con la encomienda de votar el año próximo, como dicen en el pueblo, por el "menos peor". Abra los ojos, agudice el oído, si busca la definición de "comparsa" el diccionario de la Real Academia la define como conjunto de personas que en las representaciones teatrales (como en la videocracia) figuran sin hablar; así que ya sabe para qué nos necesitan. Por eso, por hartazgo, se escucha cada vez más insistente el consejo de no salir de casa el 2 de julio. El propósito, imagino, sería mostrar al mundo que aquí la política es un proceso nauseabundo divorciado del pueblo.

¿Pero usted cree que a nuestros nobles candidatos les importe ganar con sólo un puñado de votos? De cualquier suerte no van a ganar los candidatos. Los vencedores serán otros: Salinas (miniaturista de las tinieblas, darling del neoliberalismo); el Jefe Diego (impúdico facilitador jurídico, remedo de Zeus con voz de mariachi), Elba Esther (maestra itinerante que ofrece el movimiento al mejor postor). Perdón, olvidaba al Niño verde, que para estas fechas y por las circunstancias ya debe ser todo un señor verde. Y de qué manera. Lo demostró la semana pasada al declarar, por si hubiera duda, que el Partido Verde no está en venta. "Lo único que se pretende es que las cosas funcionen bien." ¿Bien, para quién? Para México, ¡asómbrese! Dijo que la alianza sólo depende del cumplimiento de compromisos exigidos por el PVEM para realizar su programa de nación "con rostro social". ¿Quién lo hubiera creído?

El mismísimo precursor de los videos políticos regresa a los medios como todo un poeta. "Si ningún partido cumple el requisito", amenazó: "la campaña de Bernardo de la Garza se va hasta el 2 de julio." Y a buen entendedor pocas palabras, dejando el país al borde de la guerra civil, para que la Presidencia se resuelva en las calles. Sus palabras nos trasladan al México bronco, la república de charros de banqueta al estilo de Pedro Infante y Jorge Negrete: "si no es mía, no será de nadie más".

Justificadamente preocupado por la debilidad de los árbitros (IFE, tribunales electorales y Suprema Corte) y reconociendo la posibilidad de que el México negro decida intervenir en el proceso electoral, Gabriel Zaid no descartó en sus escenarios alarmantes del domingo pasado en Reforma la posibilidad de que uno o más de los candidatos presidenciales sean "secuestrados, heridos gravemente o asesinados", desatando de nuevo la guerra sucia de los precandidatos.

 
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