Número
113 | Jueves 1 de diciembre de 2005 Director fundador: CARLOS PAYAN VELVER Directora general: CARMEN LIRA SAADE Director: Alejandro Brito Lemus |
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Michael Saag No
se podrá parar la infección si las personas que la
tienen no lo saben La proyección suena simple, tan idílica que podría dudarse de su veracidad. Pero el médico norteamericano Michael Saag, director del Centro de Investigación en VIH/sida de la Universidad de Alabama en Birmingham lo afirma con pleno convencimiento: si conociéramos cada uno de los casos de VIH/sida, y les diéramos atención y tratamiento hasta lograr bajar su carga viral a niveles mínimos, no habría más infecciones de VIH. Ante el asombro causado en quienes lo escuchan, sonríe y acota: es sólo el mundo perfecto. Saag, médico especialista en enfermedades infecciosas con amplia experiencia en investigación en VIH/sida, ha insistido por años en la importancia de la tolerabilidad al tratamiento anti VIH en cada paciente, paso fundamental para lograr una respuesta favorable a los medicamentos. Actualmente dirige a un grupo de investigadores que desarrollan una serie de proyectos que van del desarrollo de una vacuna, al análisis epidemiológico, pasando por investigaciones clínicas sobre la eficacia de los tratamientos e, incluso, trabajos enfocados en los resultados de las políticas de prevención. En noviembre pasado, Saag visitó México, invitado por Gustavo Reyes Terán, director del Centro de Investigación en Enfermedades Infecciosas del Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias, donde dictó una conferencia magistral. En esa oportunidad, Letra S conversó con él. ¿Qué tan importante es la tolerabilidad al tratamiento del VIH/sida? Los medicamentos no funcionan si no son consumidos. Cada persona que toma regular y consistentemente sus medicamentos responde considerablemente bien. Por el contrario, la gente que toma sus medicamentos de manera intermitente responderá también de manera intermitente. La mayoría de estos casos desarrollan resistencias a los medicamentos. Hay un problema muy grave, que no sucede con otras enfermedades crónicas. Si tengo diabetes, regularmente me sentiré mal y al tomar el medicamento me sentiré bien, pero cuando se tiene VIH puede ser al revés: si tomo el medicamento me siento mal y si dejo de tomarlo me siento mejor. Esta situación influye para que los pacientes no tomen adecuadamente su medicación. Aquí es donde entra la importancia de la tolerabilidad, de la intensidad de los efectos secundarios; dicho en otros términos, la ausencia de cualquier efecto secundario representa una excelente tolerabilidad. ¿ Qué sucede cuando el paciente no tiene opciones o un abasto adecuado de medicamentos? Evidentemente dificulta aún más el proceso. En Estados Unidos ya pasamos por una situación similar; sólo hace unos cuatro años que tenemos disponibles 20 medicamentos anti VIH. Considero que el arte de la medicina es trabajar con cada paciente de manera individual, para crear el mejor esquema de tratamiento y escuchar cuando el paciente refiere que tiene problemas; cuando ya no aguanta el medicamento hay que darle un respiro en la terapia, siempre bajo supervisión. Preguntar en cada visita del paciente: ¿cómo te sientes?, ¿qué tal te están cayendo las medicinas? Si el paciente reporta que se siente mal con los medicamentos, es necesario buscar opciones, suspenderlos por cuatro o seis semanas y después, cuando se sienta mejor, volver al tratamiento. ¿Cuál es el contexto de la epidemia en Estados Unidos? Es el mismo que en México, la gente infectada lo descubre, en muchas ocasiones, hasta que la enfermedad comienza a tener manifestaciones, incluso en una sala de emergencias. Entonces, ¿resulta urgente promover las pruebas de detección? Absolutamente. Nosotros estamos haciendo algo ahora. Es una prueba voluntaria recomendada a través de una campaña: ‘Todo el mundo hágase la prueba del VIH’, con la opción de rehusarte si lo deseas. Lo que va ser una opción muy favorable son estas pruebas rápidas que se hacen uno a uno con resultados en veinte minutos; al decir uno a uno quiero decir que hay alguien ahí para realizarte la prueba, no debe verse como una prueba de embarazo. Debe tenerse presente que para evitar una reacción de pánico, la prueba debe ir ligada con consejería, tanto antes, como después de realizada. Debemos asegurarnos de que habrá respuestas inmediatas en caso de una prueba positiva. Lo importante de la prueba es que en caso positivo se tendrá un fácil acceso a atención y tratamiento. En el ideal, si logramos identificar a cada persona infectada en Estados Unidos y les damos atención y tratamiento y logramos bajar su carga viral a menos de 50 copias por mililitro de sangre* no habría más transmisiones de VIH. Claro, en un mundo perfecto. ¿ Una persona bajo tratamiento y con una carga viral de menos de 50 copias tiene menos oportunidad de infectar a alguien? Así es, muchas menos posibilidades, no en un cero por ciento, pero se acerca a cero. Por ejemplo, las mujeres embarazadas con infección por VIH con terapia y carga viral menor a 50 tienen bebés sin el virus. Si extendemos esto a las transmisiones vía sexual, podríamos acercarlas casi a cero. ¿Sin condones? Es peligroso decirlo así, pues corremos el riesgo de un rebote conductual, es decir, si le dices a la gente ‘eres libre’, ‘nada de condones’, ‘no es necesario’, puedes provocar un rebote en la infección. Esa sería la consecuencia de un mensaje así. No podemos hablar del fin del condón y la recomendación de su uso, pues todavía existen muchas otras infecciones de transmisión sexual. Hay y habrá muchas razones para usar condón y limitar el número de parejas sexuales. ¿Cómo acercarse a ese mundo perfecto del que habla? Es difícil, pero considero que el camino de la detección temprana y la atención de cada uno de los casos será la respuesta al final. En otras palabras, no puedes parar la infección si las personas que la tienen no lo saben. Hay muchos esfuerzos en materia de prevención, tratamientos para todos, educación sobre uso del condón, abstinencia como único sexo seguro –aunque casi nadie puede aplicarlo en su propia vida–, programas de intervención en usuarios de drogas intravenosas, y a lo mejor un día una vacuna. ¿La experiencia en Estados Unidos muestra que se va por buen camino? La política Up Out, de pruebas disponibles y accesibles universalmente en Estados Unidos, no está en el centro de la agenda, pero está en proceso de negociación en el Center of Diseases and Control, para elevarse al rango de política de gobierno. Considero que en un año habrá resultados; si la medida se implementa, estaremos obligados a darle atención médica a la gente que resulte positiva. Y así vamos a dar la oportunidad de bajar las tasas de infección. Pero en lugar de promover las pruebas de detección, el gobierno de Bush está promoviendo sólo la abstinencia sexual Los programas centrados únicamente en abstinencia no funcionan. Es irracional pensar que alguna vez lo harán. Buen número de programas e instituciones estamos haciendo trabajo fuera de lo que el gobierno instruye a hacer. Y está bien, tomamos el dinero federal para desarrollar los programas, pero no lo destinamos sólo para programas de abstinencia. No todo el dinero público se va a programas de abstinencia, pero sí es el rubro más importante, por influencia de sectores políticos conservadores y religiosos. Esta política es bien intencionada, hace que ciertas personas se sientan contentas, pero es equivocada. Dónde debemos buscar la solución para el VIH/sida, ¿en la prevención o en el terreno médico? Hasta que encontremos una cura, y aún estamos lejos de desarrollarla, debemos apostar por el tratamiento y la prevención como un solo objetivo. No deben verse en forma separada, no son acciones independientes, tienen que realizarse de manera conjunta. Las investigaciones nos llevan a un cada vez mejor control del VIH/sida, pero no puedes controlar lo que no conoces. Cuando una persona con VIH desconoce que está infectada no puedes ayudarla. * El conteo de carga viral calcula el nivel del VIH en la sangre. 50 copias por mililitro de plasma es un nivel muy bajo, indetectable para algunos de los exámenes de laboratorio disponibles. Aun cuando la carga viral sea muy baja no quiere decir que se esté libre de la infección. |
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