Reconoce que alguna vez confundió filosofía y poesía
Con jóvenes de Guadalajara, Segovia tuvo al fin un respiro
Guadalajara, Jal., 28 de noviembre. No eran mil, sino acaso la mitad, ni todos eran jóvenes -al menos en cuestión de edad-, pero la reunión que la tarde de este lunes sostuvo el último premio Juan Rulfo bajo la convocatoria de Mil jóvenes charlan con Tomás Segovia permitió al ganador de esta edición sentirse por vez primera a sus anchas en la Feria Internacional del Libro, sonrisa incluida y sentido del humor radiante ante las preguntas, cándidas o inquisidoras, que llenaron sin problema las dos horas dedicadas a la reunión.
Cuaderno en mano y plumas dispuestas, jóvenes bachilleres o estudiantes de literatura lograron que Segovia hablara de cuando pidió a una mujer que lo "afeminara", de sus íntimas motivaciones para escribir poesía o de su pasión congénita por el futbol.
En compañía de José María Espinasa, solo, en su larga mesa de interrogado, Segovia contó que en su juventud llegó a confundir los vericuetos filosóficos con lo que escribía, pensando que era poesía.
-¿Cuál ha sido la mayor satisfacción de su vida? -soltó una muchacha.
-En lenguaje simbólico uno puede decir que todas las tardes como está son el mejor momento de mi vida, pero yo diría que mi mayor satisfacción es cuando un chavo me cuenta que ha seducido a una chava leyendo mis poemas.
Otro joven cuestionó sobre momento en que nació su interés por escribir. Segovia recetó la misma anécdota muchas veces contada: que cuando era estudiante, un profesor dijo a sus compañeros: "muchachos, aquí tenemos un escritor". El resultado, dijo, fue que sus amigos no le volvieron a hablar "hasta que me dieron el Premio Rulfo".
Dijo que comenzó como un cuentista "muy ingenuo", con historias de amor donde los personajes sufrían mucho y terminaban en suicidio. Sobre su concepción de la mujer, sólo indicó que se considera uno de los feministas más antiguos.