Usted está aquí: martes 29 de noviembre de 2005 Opinión Frida Kahlo en Puerto Rico

Teresa del Conde

Frida Kahlo en Puerto Rico

El Museo de Arte de Ponce pertenece a una fundación filantrópica presidida por Rosario Ferré, hija de Don Lus Ferré, a quien se debe la fundación y configuración del meollo inicial del acervo, cosa que realizó valiéndose de la ayuda de profesionistas tan calificados como el profesor René Taylor, fallecido en 1997.

Por moción de Agustín Arteaga, el actual director, recién se inauguró allí la exposición Frida Kahlo y sus mundos con su curaduría compartida con Nadia Ugalde y Juan Coronel Rivera. Antes, en el Museo Mural Diego Rivera, Américo Sánchez sentó las primicias en una muestra si no análoga sí centrada en el mexicanismo de la pintora, de quien ahora se exhiben 15 pinturas y 32 obras más entre acuarelas, dibujos y grabados.

Si sólo se exhibiera este conjunto la moción valdría por sí misma la pena, sobre todo si se confronta con la victimización mercantil de la que Frida es objeto. Pese a las noticias publicadas en esta sección, algunos no entendemos aún cómo es que la Fundación Olmedo, dirigida por Carlos Philips, y sobre todo el Fideicomiso del Banco de México, (dueño de los derechos de autor de Diego y Frida) se vieron imposibilitados de evitar ese marketing. El uso del nombre de Kahlo y su efigie, por más edulcorada que aparezca en las muñecas, no cae, al parecer, dentro de las convenciones de los derechos de autor.

En cambio, para reproducir en fotografía de cualquier obra de Frida, aunque sea para propósitos estrictamente académicos, es necesario someterse a todas los trámites y pagar derechos.

La exposición del Museo de Ponce, muy bien museografiada, se complementa con lo que se denomina Los mundos de Frida: dos piezas prehispánicas de Colima, además de pinturas, dibujos, grabados, objetos, judas y sobre todo fotografías. Entre éstas hay varias soberbias de Guillermo y Antonio Kahlo -el hijo de Cristina-, Kati Horna, Manuel Alvarez Bravo y Juan Guzmán, entre otros, además de tomas del húngaro Nick Murray, amante de Frida y autor de algunos de sus más conocidos y difundidos retratos, como el que tomó en su azotea de Manhattan. ¡Vaya si Frida sabía posar! Se antoja pensar que ella dirigía con contundencia las tomas de sus fotógrafos.

La idea principal de la exposición fue el mexicanismo, no tanto mediante las obras que se exhiben de ella, sino del entorno en que fueron creadas. En algunos casos las piezas alcanzan a percibirse como glosas de ciertos detalles de pinturas y dibujos. Se exhibe Mi vestido cuelga allí (1933), que es quizá la pieza más interesante de este conjunto por las innumerables referencias sobre su visión de Manhattan en los años inmediatamente posteriores a la crisis de 1929.

Las aplicaciones en collage de imágenes de periódico sobre marchas obreras, filas de desempleados, desfiles, etcétera, hacen contraste con los símbolos neoyorkinos característicos, como el edificio del Federall Hall con su frontón y su columnata neoclásica, en cuya escalera alcanza a verse la estatua de Washington. Cerca está una iglesia presbiteriana neogótica y del lado opuesto las chimeneas y rascacielos. En el horizonte se advierte la isla Bedloes con la Estatua de la Libertad y en el centro estratégico de la composición aparece el vestido de tehuana al que alude el título colgado de un listón que une un WC (sin hacer referencia a Marcel Duchamp) con un basurero.

La efigie de Frida no está en la pintura. En cambio, sí está presente la rubia Mae West. Diva en ese tiempo, como después Marylin Monroe, aparece conspicua en un cartel. El cuadro complementa otra pieza de intención similar: en Autorretrato entre la frontera de México con Estados Unidos (1932) Frida aparece vestida con un atuendo largo de color rosa, como si fuera una debutante, con guantes de encaje y cigarro en mano.

Entre las piezas pictóricas anónimas una se lleva la palma. Es el retrato de las señoritas Lafore Gay y Arce, positiva joya novohispana de finales del siglo XVIII, cuya pertinencia es absoluta, aunque Las dos Fridas no se exhiban. Llama la atención la pintura titulada El parto de Francisco Arturo Marín (el médico hermano de Lupe Marín, quien fue predominantemente escultor) porque resulta premonitorio de la pintura de Frida titulada Mi nacimiento (1932), que pertenece a la diva Madonna y no se obtuvo en préstamo.

Dado que Marín trabajó con Diego en los murales de la Secretaría de Educación Pública, es probable que la pinturita sea anterior a Mi nacimiento. Se exhibe El suicidio de Dorothy Hale, que pertenece al museo de Phoenix y está entre las masterpieces del conjunto. Pero es el rubro de los "mundos", que incluye, por ejemplo el método Best Maugard con dos notables aplicaciones pictóricas, el que dota de relieve al conjunto.

 
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