Ningún acusado de violar la ley en la materia ha sido consignado, acepta la CEDHJ
Jalisco ocupa el primer lugar en el país en quejas por tortura
Admiten ombudsman de Sonora y Durango que dicha práctica persiste en esas entidades
Exigen medidas concretas para combatir el ilícito, "porque no basta con buenas intenciones"
El estado de Jalisco ocupa el primer lugar en el país en quejas por tortura, de acuerdo con estadísticas de las comisiones Estatal y Nacional de Derechos Humanos.
El ombudsman de esa entidad, Carlos Manuel Barba García, dice a La Jornada: "La tortura es una práctica que continúa presente en las corporaciones policiacas de Jalisco. Tenemos quejas por ese delito, por esa práctica abominable, y se han emitido recomendaciones".
Durante 2004 recibió la Comisión Estatal de Derechos Humanos de Jalisco (CEDHJ) 155 quejas por tortura y hasta el 31 de enero de este año iban 113. De 1997 a la fecha se han emitido 14 recomendaciones por ese delito. "Nos preocupa mucho ocupar el primer lugar en quejas por ese ilícito, quisiéramos ser el último", sostiene Barba García.
Jalisco cuenta con una Ley para Prevenir y Sancionar la Tortura, "pero ningún responsable de cometerla ha sido consignado ante un juez penal. Eso quiere decir que no hay voluntad política ni jurídica de la procuraduría para actuar en contra de los violadores de esas garantías".
Para el presidente de la Comisión de Derechos Humanos de Sonora, Jorge Saenz Félix, la tortura persiste y "es una práctica deleznable e indignante. La recomendación general que emitió el ombudsman nacional, José Luis Soberanes Fernández, es una llamada de atención muy oportuna, porque es preocupante que a escala nacional continúen recibiéndose quejas por ese ilícito".
Ojalá, expresó Saenz Félix, "las autoridades de todo el país hagan eco del llamado del presidente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) y las quejas se reduzcan; mejor si desaparecieran, pero si no hacen caso los gobiernos estatales y municipales, y vemos que esa práctica permanece en el país, todos los ombudsman y la sociedad deberemos exigir medidas concretas".
Mientras, para el presidente de la Comisión de Derechos Humanos de Durango, Carlos García Carranza, la tortura "persiste, no podemos cerrar los ojos y decir que ya no se utiliza en el país. Es una violación grave a los derechos humanos, que cada vez es más difícil poder tipificarla porque se ha modernizado".
Durango, de acuerdo con cifras de la CNDH y su propia comisión, tienen registradas 321 quejas de 1992 a la fecha y ha emitido 41 recomendaciones.
García Carranza señala: "Ese delito continúa presentándose en la entidad, hay un número muy importante de quejas, pero en ocasiones se nos dificulta acreditarlo porque quienes incurren en él ya encontraron el modo de no dejar huellas, pero sí hemos documentado casos y eso habla de su existencia".
Los ombudsman de Jalisco, Sonora y Durango coinciden en entrevistas por separado: "Aunque se han modernizado los métodos de tortura, siguen presentes los golpes, las quemaduras con cigarros, el famoso tehuacanazo en las fosas nasales, pegar con directorios telefónicos, porque no dejan huellas, y con las manos abiertas en los oídos, entre muchas otras".
Los tres presidentes de las comisiones de derechos humanos destacan: "No coincidimos con lo dicho por la Presidencia de la República ni con el procurador general de la República, porque la tortura persiste, es una realidad y hay muchos casos documentados en el país. Hay que actuar para frenarla, porque con buenas intenciones no se va a acabar esa despreciable práctica".
Un ejemplo en Jalisco
La recomendación 9/2005 de la CEDHJ, dirigida al secretario de Seguridad Pública, Prevención y Readaptación Social y al procurador general de Justicia del estado, destaca:
"El 3 de noviembre de 2004, como a las 17:30 horas, me encontraba caminando por la calle Santa Mónica, colonia Nueva Santa María, en Tlaquepaque, Jalisco. Repentinamente se detuvo una camioneta tipo (Mercedes) Benz, color blanca, modelo atrasada, sin placas de circulación, de la cual bajaron siete sujetos armados con pistolas y me gritaron que eran del gobierno.
"Entre todos me subieron a empujones a la camioneta, y ya en el interior me amarraron las manos con mi cinturón. Luego me colocaron boca abajo, y entre todos me golpearon con pies y manos en todo el cuerpo. Mientras me agredían, me hacían preguntas sobre una supuesta droga. También me decían que si quería librarla les pagara 50 mil pesos o, en su caso, que les pagara una cuota para poder trabajar. Yo les respondí que no tenía droga y que no me dedicaba a vender nada ilegal.
"En respuesta, los supuestos policías me dijeron: 'ya te chingaste, te la vamos a poner de todos modos.'".