Contra el voto estéril
¿Quién dijo que ya todo está perdido? En todo el mundo las reglas predeterminadas de la globalización, el predominio de los medios de comunicación en la política, la imposición de las encuestas como forja del resultado electoral y la manipulación de la opinión pública han hecho del voto ciudadano un acto estéril.
En México tenemos tres candidatos de tres partidos y un solo proyecto de integración hacia América del Norte. Gane quien gane, el resultado será el mismo. Vestidos de distintos colores -los apropiados para cada historia-, los candidatos aceptan reglas y condiciones y terminan haciendo los mismos gobiernos y pagando las facturas de quienes los financiaron. ¿Cuál es entonces la salida contra el voto estéril?
Si ganan los peores, o el menos peor, será lo mismo. Al que gane sin duda le pasarán la factura de la "gobernabilidad" y, por ende, el lopezobradorismo llamará a respaldar su gobierno y a participar a priístas y panistas; el calderonista convocará a perredistas y priístas, y los madracistas a los panistas y perredistas. La debilidad de los gobiernos hará caer un manto de olvido sobre sus insultos de campaña y "todos unidos" restablecerán el pacto de la unidad nacional al servicio de la globalización y las oligarquías.
En el Pacto de Chapultepec se tomó la decisión de jugar como clase en esta elección. Carlos Slim y el empresariado reivindican que la lucha de clases sí existe, pero ganarán en ella, parafraseando a Margaret Thatcher cuando imponía la dictadura neoliberal en Inglaterra.
La oligarquía nacional decidió politizar e ideologizar su papel económico y asumir desde el gobierno la hegemonia sobre el resto de la sociedad. Para ello cuenta con su propio partido: Televisa y Tv Azteca.
En la perspectiva, ellos ganarán la elección de 2006: tienen hoy toda la fuerza para hacerlo y decidirlo. Cuentan a su favor con que no existen fuerzas sociales articuladas en un proyecto contrario y que la izquierda en su conjunto está desvinculada y desacreditada ante la sociedad.
Los videos de la corrupción perredista no sólo tienen un objetivo electoral inmediato, sino ideológico. No son los priístas y los panistas quienes aparecen en pantalla: la izquierda comunista (Sosamontes) y la izquierda social (Bejarano) son los símbolos de la corrupción nacional. Ya Frei Betto advertía de los daños directos y colaterales que provocaron los actos de corrupción en el PT brasileño, que eran mayores a los causados por los enemigos frontales.
Para el voto útil o el voto por el menos peor se han dibujado fechas fatales. ¿Qué se gana ganando? ¿Qué se pierde perdiendo, si el resultado como gobiernos es el mismo y es causa de que desde las campañas los candidatos propongan y ofrezcan lo mismo?
En México, al margen del esquema electoral, la sociedad ha tenido nuevas búsquedas que no se reflejan en los gobiernos. Las consecuencias de una política cultural bajo el poder de la izquierda han dado los espacios a la derecha (el caso de los conciertos en el Zócalo). La organización de damnificados por los desastres está dejando una estela de organización por encima de los gobiernos y los partidos tradicionales en las regiones afectadas. Todo movimiento a favor de la reconstrucción del mercado interno tiende en sí a la reconstrucción de fuerzas sociales en torno a la producción. En esos procesos debe estar una nueva izquierda con visión de mediano y largo plazos, planteando la necesidad de la liberación nacional como objetivo de fondo.
En Italia la izquierda ha florecido con Berlusconi. La reacción correcta frente a un gobierno ultraconservador fue fortalecerse en la sociedad y empezar a articular un proyecto no sólo de poder, sino de sociedad en las condiciones de la Unión Europea, la migración africana y del este. La izquierda italiana está hoy en todas partes y del gobierno no espera nada.
¿Puede fortalecerse la izquierda en México desde el poder con el lopezobradorismo y su manual de inconsistencias, de sustitución de la política por maniobras, de la utilización de siglas e historias? El 24 de abril fue para la izquierda mexicana su 18 Brumario de Luis Bonaparte, donde convirtieron al PRD y su programa histórico en un imperio de uno solo y su pequeña corte del resentimiento.
Para la izquierda mexicana, la cita no es en 2006, sino, en todo caso, en 2012, pero antes debe restablecer sus vínculos sociales, reorganizar y reconstruir fuerzas sociales, movimientos, cultura, política, desde la sociedad y forjar conceptos claros desde el nivel más pequeño y comunitario, hasta la lucha por una hegemonia democrática. Esta Navidad, con la tregua electoral de diciembre y enero, algo va a suceder en la sociedad mexicana: nos daremos cuenta de que no los necesitamos.
Hoy la izquierda como tal no tiene candidato propio (él mismo se deslindó). No paguemos facturas que no son de la izquierda. Dejemos las maniobras y volvamos a luchar por lo mejor. ¡Al diablo con los tres!