Editores promoverán ley de precio único al libro
En el circo de cien pistas de la FIL el caso Rulfo acapara la atención
Guadalajara, Jal. 27 de noviembre. Editores independientes de Africa, América y Europa, encerrados en el salón Elías Nandino para hablar sobre los problemas de la bibliodiversidad en el mundo, se prometen que al término de su internacional encuentro enviarán un exhorto a la mexicana Cámara de Diputados para que apruebe la ley del precio único del libro, una demanda que editorial ERA enarbola desde hace siglos.
Es el primer domingo de la nueva Feria Internacional del Libro (FIL) y en los pasillos, entre las corraletas donde los grandes y pequeños expositores presentan sus mercancías, todavía no se habla de otra cosa que no sea la decisión de la viuda y los hijos de Juan Rulfo de quitarle ese nombre y ese apellido al premio literario que todos los años se entrega aquí.
Pese a los buenos deseos formulados por los titulares de las instituciones culturales que auspician el galardón, la medida es irrevocable. Así lo ratificó la noche del sábado la Fundación Juan Rulfo, en un comunicado de prensa que ya no menciona al poeta Tomás Segovia, último creador que obtuvo el reconocimiento con el nombre que desde ayer dejó de pertenecerle.
Al comparecer ante los reporteros, en agosto pasado, cuando el jurado le comunicó la feliz noticia, el maestro Segovia, después de calificar a Rulfo de "misterioso" e "intuitivo", añadió: "No fue un gran estudioso ni un gran conocedor; él simplemente nació con el don". Esa breve línea irritó sobremanera a los herederos del autor de Pedro Páramo. Víctor Jiménez, presidente de la fundación Rulfo, protestó por ello en una carta enviada al patronato de la FIL y al propio Segovia sólo unos días después.
"Es difícil decir tantas tonterías en tan pocas palabras", refutó Jiménez, y para desmentir la pretendida "ignorancia" de Rulfo citó a diversos autores, entre ellos Salvador Elizondo, Carlos Fuentes y Günter Grass, que alabaron los "profundos conocimientos" que el maestro jaliscience poseía de las literaturas brasileña, escandinava y muchas más, pues como sintetizó Elizondo, "había leído todos los libros de todas las literaturas traducidas al castellano" y, en particular, siempre según el autor de Farabeuf, "entendía muy bien la importancia de Joyce" e identificaba su obra con la del genio irlandés, basada en el habla coloquial.
El asunto no dejará de seguir produciendo noticias cuando los hijos de Rulfo lleguen mañana a la FIL para presentar los más recientes trabajos de la fundación que resguarda el nombre de su padre. Mientras tanto, el tercer mall librero más grande del mundo, después de Frankfurt y Boloña, funciona ya como un circo de cien pistas donde todo sucede a la vez.
Oferta sin límites
A las 12 en punto, Raúl Padilla, presidente de la feria y ex rector de la Universidad de Guadalajara, cargo que ahora ocupa su hermano Trinidad, inaugura el Salón Literario -¿dónde?- en la sala Juan Rulfo. En esta ocasión la invitada de honor es la estadunidense Toni Morrison, premio Nobel 1993, a quien presentará Rosita Beltrán. Por aquí, explica Padilla, han pasado José Saramago, Salman Rushdie, Gabriel García Márquez y otros monstruos de la misma alzada. Pero la ocasión de escuchar a la novelista afroamericana es apenas el ambigú de un banquete que por la tarde continuará con la comparecencia de Claudio Magris, quien leerá un fragmento de su libro inédito A ciegas, acompañado del poeta Marco Antonio Campos.
Al mismo tiempo habrá lecturas de Rosa Montero, Jean Meyer y muchos más, mientras Carlos Monsiváis y Lourdes Groubet se subirán al ring de la explanada en el que, entre machincuepas y quebradoras a cargo de un sexteto de enmascarados, darán a conocer un nuevo ensayo verbal del maestro de la colonia San Simón, ilustrado con fotos de su coautora. Poco después, un esmirriado y encogido Mario Vargas Llosa, extrañamente flaco, dialogará con José Miguel Oviedo y David Brading, en tanto José Emilio Pacheco y de nuevo Monsiváis escoltarán a Elena Poniatowska, cuya "obra reunida" en sus primeros dos tomos, sacará a la venta el Fondo de Cultura Económica.
A esta crónica le falta espacio para completar el elenco de las actividades dominicales, no así para recordar que anoche, en uno de los actos de la FIL, en un pequeño salón del Centro de Negocios, en donde había poco más de 100 personas embutidas, Jesusa Rodríguez, acompañada por el senador priísta Raymundo Gómez, volvió a disfrazarse de Benito Juárez.
Una pareja obesa y rubia, muy conservadora, como a leguas se veía, empezó a reírse con los chistes políticos de Jesusa ("a Slim le dicen el hombre de las tres B: primero bandido, después banquero, ahora benefactor"), ya no tanto con los de humor sexual ("¿se deben casar los curas?, hombre, si se quieren que se casen") y para nada con los religiosos, pero cuando Benito Juárez se paró sobre la mesa para hacer un estriptís, los dos gorditos huyeron furiosos a punto de vomitarse.
En cambio, hijas de este rancho llamado Guanatos donde casi todos los antros cierran a las 11 de la noche, las muchachas tapatías se carcajeaban con lágrimas cuando la diva usó la palabra "consolador" para referirse al micrófono, otorgándoles una catarsis trasgresora por demás sorprendente.
Antes que Benito Juárez se despojara de sus ropajes para transformarse en Ana Gabriela Guevara, Jesusa preguntó a los asistentes por quién pensaban votar.
Tres manos se levantaron por Calderón, ninguna por Madrazo, nueve por López Obrador y 30 por el abstencionismo. Sin embargo, cuando la actriz dijo que el deseo de todos los mexicanos es que desaparezca el PRI, estalló una ovación unánime, el senador priísta se puso pálido y luego afirmó: "En 2006, el PRI regresará a Los Pinos". Uno de sus paleros dijo entonces: "Que el senador exponga su proyecto educativo". Jesusa se lo impidió. Y un muchacho, desde el fondo, cambió la pichada con malicia: "Que diga entonces qué opina del matrimonio entre personas del mismo sexo".
"Las personas del mismo sexo se deben unir mediante un contrato que no tenga la figura del matrimonio", respondió el priísta. "Pues que se unan bajo la figura del divorció", reviró Jesusa.