Usted está aquí: lunes 28 de noviembre de 2005 Cultura Claudio Magris da una probadita de su nueva novela en Guadalajara

A ciegas ejemplifica cómo vivimos, morimos y amamos, asegura el escritor

Claudio Magris da una probadita de su nueva novela en Guadalajara

"Está escrita en presente para no olvidar, porque si se pierde la memoria cometemos traición"

ERICKA MONTAÑO GARFIAS Y JAIME AVILES ENVIADOS

Ampliar la imagen Claudio Magris, durante la lectura de parte de su nuevo libro FOTO Arturo Campos Cedillo Foto: Arturo Campos Cedillo

Guadalajara, Jal. 27 de noviembre. A ciegas vivimos, morimos, matamos, amamos, afirma Claudio Magris, que esta tarde leyó aquí el primer párrafo de su nueva novela llamada precisamente A ciegas.

Si en El Danubio el personaje central era el río que atraviesa los Balcanes, "en A ciegas la presencia más poderosa es la del mar", adelantó el poeta Marco Antonio Campos, que acompañó al gran maestro triestino durante su breve comparencia en la Feria Internacional del Libro.

¿Para qué presentar un libro que no está traducido todavía al español? Quizá para darle una probadita a sus fieles lectores, que esta tarde escucharon platicar al autor cómo le nació la idea de esta nueva obra. Esta consta, explicó, de cuatro componentes: un hombre dialoga -tal vez con un médico de un manicomio en el que está internado, tal vez consigo mismo, tal vez con una grabadora- y cuenta o se cuenta la historia del mundo durante los pasados dos siglos.

Pero A ciegas reconstruye también la historia de los soldados italianos de Mussolini destacados en Istria, territorio de la entonces victoriosa Yugoslavia de Tito, que regresan a su patria al final de la Segunda Guerra Mundial. Dos mil de ellos, afiliados al Partido Comunista Italiano, deciden quedarse en tierras yugoslavas y apoyar la construcción del socialismo; sin embargo, cuando Tito rompe con Stalin, ellos automáticamente lo consideran traidor al tirano del Kremlin y vuelven a su país, donde sólo obtienen el repudio de los demócrata cristianos que los ven como enemigos, de tal modo que, apuntó Magris, "siempre están en el lugar equivocado luchando por la causa equivocada".

La tercera historia es la de la colonización de Tasmania y la última la de los Argonautas -"que apasionaba a Passolini", recordó-, el clásico episodio de los navegantes griegos que celebran un banquete en una isla con un pueblo hermano pero al embarcarse para continuar su búsqueda del Vellocino de Oro son atrapados por una tormenta y regresan al sitio donde habían festejado con sus amigos, pero éstos los toman por invasores y desatan, aquí también "a ciegas", una encarnizada batalla.

Se trata de un libro de lecturas múltiples, como múltiples son las personalidades del protagonista, narrado en presente "para no olvidar, porque si se pierde la memoria se comete una traición al recuerdo de las personas que murieron víctimas de la injusticia; olvidarlas es condenarlas a sufrir una segunda muerte. "Si recordamos a los que ya se fueron los mantenemos vivos; por eso no decimos que Leopardi era, sino que Leopardi es un gran poeta".

A ciegas evoca también los mascarones de proa de los barcos y mediante éstos la figura de la mujer: "es un poco la imagen de la feminidad ultrajada". Magris relató que después de escribir su novela viajó a Chile, donde, en Isla Negra, conoció la famosa colección de mascarones de proa de Pablo Neruda, entre ellos el de la bella Polene, que atraviesa las páginas de este nuevo libro y para la cual escribió una pequeña pieza que al terminar comprendió que no servía.

Entonces, cuando empezó a retrabajarla, descubrió la estructura de A ciegas, en la que incluyó técnicas narrativas prestadas por el cine de los años 50, para lo cual pidió a un guionista amigo suyo que le escribiera una escena de tres páginas "sin los adelantos tecnológicos de hoy", a partir de la cual desencadenó su creatividad.

A ciegas prosigue las reflexiones de Magris sobre los autoritarismos del siglo XX, al parejo de las cuales "Occidente conquistó grandes libertades". Sin embargo, al examinar las consecuencias de éstas sobre los tiempos que se viven actualmente y hacer el balance de los funestos resultados, dio a su pensamiento un giro humorístico y afirmó, con Bertolt Brecht, que "antes el futuro era siempre mejor".

 
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