Usted está aquí: lunes 28 de noviembre de 2005 Opinión La larga marcha

León Bendesky

La larga marcha

Los candidatos a la Presidencia, que ya lo son de hecho, se empiezan a mover. Todavía les es difícil dejarse ver y poder decir algo consistente y que luzca a la hora de los votos.

Felipe Calderón es el más afanoso por ahora, disfruta mucho con su propia imagen, se complace del triunfo que tuvo entre los militantes panistas que lo escogieron, quiere proyectar gran confianza, y se monta en las encuestas que indican que mejora su posición. Se quiere colocar como pivote de una campaña electoral que aún no empieza de lleno. Hay una tregua pedida por el IFE; no es muy claro por qué ni para qué. ¿Será ése, de veras, un tema de la civilidad? En todo caso el instituto no está en su mejor momento para una ruda elección.

Roberto Madrazo está en medio del vendaval; dice sin mucho convencimiento que el PRI es el primero en las preferencias del público y que tiene la fibra necesaria para ganar. Pero ni el apocado Mariano Palacios, quien dirige aunque sea de modo formal esa olla de presión, lo secunda decisivamente. Los grandes magos del partido, como el diputado Chuayffet, no pueden ya consumar el truco de que se piense que no pasa nada en el tricolor.

¡Y vaya si pasa! ¿Cuándo se había visto que uno de los grupos más fieles, el sindicato de maestros, tratara así a su candidato? La corrección política se está perdiendo en el partido que pudo haberla inventado con la mentada fórmula de la unidad pase lo que pase, esa disciplina que practicó durante tantas décadas. En nada ayudó el muy triste paso de los señores que crearon el grupo de Unidad Democrática -el Tucom- para disputar a Madrazo la candidatura y, menos aún la farsa que éste protagonizó con Everardo Moreno.

El pleito es grande, unos ya se han ido, y claro, son traidores; otros ya se irán. Falta saber el siguiente movimiento de la jefa Gordillo. Quién sabe si con lo que quede se pueda ir muy lejos. La verdadera crisis del PRI no ocurrió cuando perdió la Presidencia en 2000: está ocurriendo ahora y yerra en su propia casa al plantear sus estrategias y acciones. La candidatura de Madrazo es muy costosa para el PRI, pero ahí sólo saben hacer política del más viejo cuño, pues es con ella con la que han lucrado los mismos de siempre. Los personajes son los mismos de hace años y hasta los jóvenes priístas parecen viejos. La orfandad del poder está cobrando una alta cuota a quienes lo veían como un patrimonio propio.

El que menos asoma todavía es López Obrador. Parece que está midiendo la situación, guardándose de verse con quien no debe y de hacerse de compromisos que le pesen si es que llega al Palacio Nacional. De todos modos está dando señales que no pasan inadvertidas. No es común que un partido político diga que ha reservado más de dos terceras partes de los lugares en las listas para el Congreso para personas que no sean militantes. Eso es lo que hizo el PRD, según Socorro Díaz, una de las principales operadoras electorales.

López Obrador no apareció en la convención del mercado de valores, ni acudió a firmar el llamado Pacto de Chapultepec, mientras sus contrincantes lo han hecho con presteza. Al respecto es sugerente lo que Porfirio Muñoz Ledo, protagonista de tantas batallas, dijo en corto a Calderón en el vestíbulo de un hotel capitalino: "Los candidatos no son territorio Telcel". Alusión clara para todos y que significa mucho en el entorno político actual del país, más de lo que parece a simple oído. El ingenio no debe estar fuera de la lucha política, sobre todo en un país en que todo es tan solemne en ese terreno. En todo caso las compañías -las históricas y las nuevas- de López Obrador en su partido no han sido las más provechosas y aún tiene que sacudirse ese fardo, cosa que no ha hecho de modo suficiente.

A los líderes empresariales no les ha gustado la reserva del perredista. José Luis Barraza, presidente del Consejo Coordinador Empresarial, lamentó las ausencias y aprovechó para señalar sus diferencias con el candidato. No pudo ocultar el desagrado que le provoca lo que viene proponiendo para gobernar, e hizo lo que corresponde: sugerir apenas de modo velado que quien no piensa como él -y debemos entender que como sus agremiados- está equivocado. Esa es parte de la flaca democracia que hay en el país.

Si bien aún es temprano para saber lo que quieren los candidatos en lo que será una larga marcha a la Presidencia, Felipe Calderón ha dado ya un avance. Dijo en una reciente aparición en la Reunión Anual de Industriales que ofrecería una posición en su gabinete a Agustín Carstens y, como se sabe, ésta sólo podría ser en Hacienda. Carstens fue subsecretario de esa dependencia y hoy es uno de los directores adjuntos del FMI, discípulo de Gil Díaz. Debe reconocerse, entonces, que no habrá engaño en cuanto a cómo se conducirá la economía. Será igual que desde hace 20 años y que el mismo grupo que ha conducido el sector financiero y fiscal del país seguirá haciéndolo. Calderón podría ser así un digno heredero de Fox, carente de imaginación para cambiar el modo en que funciona esta economía.

 
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