Usted está aquí: lunes 28 de noviembre de 2005 Opinión Contaminación del río Bravo

Iván Restrepo

Contaminación del río Bravo

Expresión de los contrastes geográficos de nuestro país, mientras en el sur falta mucho por recorrer para resolver los problemas que dejaron los recientes huracanes y las intensas lluvias, en varias entidades del centro y norte los productores agrícolas se quejan de los desajustes ocasionados por la sequía.

Este año llovió poco en ciertas partes de Nayarit, San Luis Potosí, Durango, Aguascalientes, Zacatecas, Tlaxcala y Michoacán, lo cual significa pobres cosechas cuando no pérdida total y daños en la ganadería. Los damnificados exigen ayuda del gobierno en espera de un mejor año agrícola en 2006.

Por su parte, el titular de la Comisión Nacional del Agua señala que las presas del norte del país están al máximo y puede ocurrir que los sobrantes se vayan al mar. Por eso el funcionario dice que se estudia la posibilidad de adelantar a Estados Unidos lo que le corresponde de las cuotas de agua del río Bravo. Así de bien estamos de líquido por esos rumbos, donde por más de una década hubo serios problemas de abastecimiento debido a una prolongada sequía.

Tanto optimismo parece no ir en consonancia con la realidad que se vive en nuestra frontera y en el sur de Estados Unidos en cuanto a disponibilidad de agua, muy especialmente por lo que hace al aprovechamiento de los dos ríos internacionales: el Colorado y el Bravo. Al respecto cabe señalar que hace poco se reunieron en Reynosa, Tamaulipas, los integrantes de las secciones mexicana y de Estados Unidos de la Comisión Internacional de Límites y Aguas, instancia muy importante para resolver problemas y tomar medidas que beneficien a los dos países. Antes de la reunión, por enésima vez se dijo que urgían medidas para sanear la cuenca del Bravo. El agua de este río, que nace en Colorado y desemboca en el Golfo de México, es fundamental para los estados de Colorado, Nuevo México y Texas, en Estados Unidos, y para Chihuahua, Durango, Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas en nuestro territorio. No solamente abastece a cientos de poblaciones, sino que permite irrigar casi un millón de hectáreas.

Sin embargo, el Bravo está contaminado y su caudal se utiliza mal en ambos lados de la frontera. Además, es origen de desacuerdos entre ambas naciones. El más notorio y reciente fueron precisamente las cuotas anuales de agua que corresponden al vecino y que México no pudo cubrir durante varios ciclos. Saldado el adeudo, gracias a las lluvias ocurridas los últimos dos años, ahora es necesario sanear la cuenca del Bravo, utilizar su agua racionalmente, algo que tantas veces han prometido los dos gobiernos. Tal como comprueban los informes de los organismos especializados en el tema, la cuenca del río es el destino final de las aguas negras de ciudades y poblados, la agricultura y la industria. Eso explica su alta y peligrosa contaminación. Una primera medida debía ser cumplir con la norma legal que obliga al tratamiento de las aguas negras de las poblaciones, so pena de sancionar al infractor. Nada se hace al respecto.

Y por el otro lado, urge utilizar racionalmente la corriente del Bravo. Hoy se desperdicia una tercera parte en la agricultura y en las fugas que se registran en las redes de conducción urbana. Si se eliminara ese desperdicio, si hubiera control sobre los desechos industriales y agrícolas, así como tratamiento adecuado de las aguas negras de los asentamientos humanos, millones de familias tendrían líquido de buena calidad y sería mayor la superficie agrícola bajo riego.

Se desconocen los resultados de la reunión de la Comisión Internacional de Límites y Aguas. Menos se sabe sobre los avances de los diversos programas puestos en marcha en sexenios anteriores y en el actual para devolver la salud ambiental al Bravo y a la frontera común. En un ejercicio de transparencia que cada vez resulta más urgente, ambos gobiernos debían decirnos qué obstáculos existen para cumplir con lo prometido tantas veces. Mientras continúa la ocupación humana de la frontera, asesores de los tres candidatos que buscan la Presidencia en 2006 elaboran propuestas para, ahora sí, resolver los problemas fronterizos.

 
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