Las encuestas y la confianza
Las encuestas, como medio para saber lo que nos espera en una elección, salieron desprestigiadas del proceso electoral de 2000 en el que fue elegido el actual Presidente de México. La mayoría de las encuestadoras pronosticaba el triunfo de Labastida, por el PRI. Había una minoría de encuestadoras que reportaban un saldo favorable a Fox. Y muchos ya no creían en las encuestas, en general.
En los tiempos recientes, en cambio, se había visto una congruencia entre, por lo menos, las encuestas publicadas. Había diferencias, claro, pero las principales tendencias eran las mismas en cada caso. Ahora empieza a cambiar nuevamente el panorama.
En todos los casos sigue encabezando las preferencias López Obrador. Pero las diferencias entre éste y el segundo lugar varían de manera tajante. En dos casos, Covarrubias y el Instituto de Mercadotecnia y Opinión, la diferencia es de 18 a 20 puntos porcentuales. En el caso opuesto, precisamente el publicado por Reforma, la diferencia es de un punto, con Calderón en un segundo lugar que es casi empate. Enmedio, toda una gama de cifras.
Otra tendencia, que aparece sólo en una parte de las encuestas, es que Calderón, del PAN, queda por primera vez en segundo lugar, debido a una caída de los posibles votos por Madrazo, del PRI. También por haber sustituido a Creel como candidato de ese partido. Y en el extremo opuesto está el caso en el que Madrazo no sólo conserva el segundo lugar, sino que obtiene más apoyo que en la encuesta anterior de la misma empresa.
El espectáculo de Madrazo y Elba Esther Gordillo, después del escándalo del precandidato priísta y ex gobernador del estado de México, hace poco creíble que su apoyo haya aumentado. Pero vistas las encuestas en frío, lo primero que llama la atención es la falta de congruencia entre unas y otras.
En algunas encuestas aparece en primer lugar de preferencias, como partido, el de la Revolución Democrática. En varios casos se da una preferencia por López Obrador pero no por el partido que lo postula de origen.
Esto, de continuar, se traducirá en una pérdida de confianza en las encuestas, como la que existió en 2000. Y, por extensión, incluso puede haber una pérdida de confianza en las elecciones. Esta última puede ser intencional, contando con que el PRI tiene un supuesto voto duro mayor que el de otros.
Se supone que la metodología empleada por las diversas encuestadoras es similar. Y durante un buen tiempo sus resultados fueron, como dijimos, congruentes. ¿Por qué de repente vemos estos contrastes? Cabe recalcar que no se trata simplemente de los resultados, que podrían cambiar con el tiempo, como de hecho ha sucedido. El problema es que después de un buen tiempo de congruencia, se abran diferencias tan grandes entre unas y otras encuestadoras.
Las tres encuestadoras contratadas por el Partido Verde no sólo son de las que mejor resultado le dan al candidato de ese partido. También coinciden con que el PRI, con el cual se ha aliado desde hace años el Verde, sigue en segundo lugar. Y la ventaja de López Obrador en ellas es de 3 al 5 por ciento. Esto apunta a la posibilidad de que haya encuestadoras que quieren complacer a sus clientes.
Será de interés general seguir este proceso en los meses que vienen. Pero también la gente tendrá que encontrar o recuperar formas de expresión que no dejen lugar a duda sobre sus preferencias, como empezó a suceder cuando el asunto del desafuero.