Presupuesto rural: lo bueno, lo malo y lo peor
Entre las justas demandas de los productores y la politiquería. Así se debatió el presupuesto 2005 para el campo. Algo lograron las gestiones y movilizaciones de las organizaciones campesinas, sobre todo las agrupadas en el Frente Nacional de Organizaciones Campesi-nas, pero luego se enfrentaron a la aplanadora del PRIAN-gobierno, que no permitió más libertades. El balance final es que hay noticias buenas, malas y peores.
Primero las buenas. No deja de ser un logro que la presión de las organizaciones haya impedido por cuarto año consecutivo que la administración de Fox se saliera con la suya de hacer recortes draconianos al presupuesto dedicado al campo. Así, el Programa Especial Concurrente, que agrupa todos los recursos federales asignados por todas las dependencias al campo, se logró incrementar de 145 mil 974 millones de pesos ejercidos en 2005, y de 135 mil 575 en que lo pretendía ubicar Fox, a 154 mil 915 millones, ligeramente superior a la tasa inflacionaria. Dentro de este programa, el de la Sagarpa también se aumentó de 48 mil 397 millones ejercidos en 2005 y 37 mil 479 propuestos por la Presidencia a 51 mil 68 millones de pesos, ligeramente debajo de la inflación.
Dentro de los principales rubros o ramos que ven incrementado su presupuesto está el Fondo para Costos de Energía Eléctrica, para el que hubo un intenso cabildeo de todas las organizaciones campesinas de Chihuahua y al final se incrementó de 175 millones ejercidos en 2005 y mil millones propuestos por el Ejecutivo a mil 685.6 millones, mil para el subsidio al diesel agrícola y el resto para energía eléctrica.
También se incrementan con respecto a lo ejercido este año los presupuestos de las instituciones de educación superior agrícola como la Universidad Autó-noma Chapingo y el Colegio de Posgraduados. Asimismo se ven restablecidos programas de apoyo a las organizaciones económicas rurales Papir, Prodesca, Profemor.
En el apartado de las noticias malas caben aquellos rubros en que se lograron incrementos respecto a los propuestos originalmente por el Ejecutivo, pero inferiores a lo ejercido en el 2005. Aquí destacan los recursos asignados a Alianza para el Campo, originalmente reducidos en el proyecto foxista a 524 millones de pesos, luego que este año se ejercerán 8 mil 174, pero que finalmente quedaron en 6 mil 69. También lo asignado a la Secretaría de la Reforma Agraria, que habiendo ejercido 4 mil 858 millones en 2005, Fox lo redujo a 2 mil 858 para que finalmente quedara en 4 mil 445 millones. Cabe aquí también lo que la Cámara de Diputados aumentó en los programas rurales de Hacienda y Economía, que también habían sido reducidos, pero que quedan debajo de lo ejercido en 2005.
Lo peor son reducciones netas o incrementos "extraños" a lo ejercido el presente año. Y en este aspecto los diputados del PAN y los del PRI, con excepción de los de la CNC, dieron su apapachada al Ejecutivo. Aquí destaca el gran recorte operado al rubro de infraestructura hidroagrícola, en el que los productores, sobre todo los de riego por bombeo, demandaban un fuerte incremento. De los 4 mil 842 millones ejercidos en 2005, se aprobó el proyecto del Ejecutivo de sólo 2 mil 637 millones: 46 por ciento menos, precisamente en el año en que México será sede del Foro Mundial del Agua. En contraste, se dio un incremento de 14 mil 378 millones a 17 mil 222, lo propuesto por Fox, a los programas de Sedeso para el campo; entre ellos se triplicó el rubro de vivienda rural y se redujo casi a la mitad el de opciones productivas. Es evidente que en un año electoral se prefirió lo asistencial al apoyo al desarrollo de infraestructura y capacidades productivas.
Aquí es donde se nota la politiquería. Fox presentó un presupuesto rural muy a la baja esperando ceder algunos aumentos a cambio de algunas concesiones. Eso lo pactó con el PRI y su partido: la Santa Alianza, pues. Chuayfett operó con mezquindad maestra: la gran concesión del foxismo, los 685.6 millones adicionales para costos de energía, lo presentó a través del hijo de Roberto Madrazo, y el gran recorte a infraestructura hidroagrícola lo hizo para castigar la rebelión de su correligionario Ulises Adame, presidente de la Comisión de Recursos Hidráulicos. También reprendió a los diputados cenecistas que apoyaron otros incrementos por sobre el pacto prianista. A cambio de ello se dio permiso al Presidente para que se sirviera con la cuchara grande y pueda ejercer en 2006 recursos en programas clientelistas y asistencialistas, ahora que para ganar al campo tenga que recurrir al populismo de ellos tan temido.