Usted está aquí: jueves 24 de noviembre de 2005 Opinión Dudas y preguntas

Olga Harmony

Dudas y preguntas

En estos momentos de juegos sucios e ineptitudes gubernamentales, a muchos se les antoja retirarse, como el Cándido de Voltaire, a cultivar su jardín sin darse cuenta de que hasta éste se ve amenazado. No me refiero a la serpiente que ofreció los frutos de la sabiduría y los no menos placenteros del pecado original, sino a la gravedad del acoso que las artes están sufriendo. Por ejemplo, la reducción presupuestal que se intenta, para el año próximo a los renglones de la cultura. La insólita apatía del gremio teatral se refleja en la nula respuesta, ya sea individual o colegiada, a muchos hechos y al desdén por servirse de los instrumentos ya constituidos que tiene a su alcance para unirse e incidir en las políticas culturales como ya lo han hecho los cineastas y, en otro ámbito, los científicos. Ninguna voz de alerta parece suficiente para desbrozar los jardines de todos los Cándidos que en ellos se refugian.

La propuesta oficial de una ley de cultura tampoco ha tenido resonancias entre los teatristas. Yo me atrevería, enmedio de la perplejidad que todo me produce, a preguntar qué se entiende por cultura, ya que a mi limitadísimo entender, se mezcla la idea del quehacer artístico con el sentido antropólogico de la cultura, entendida ésta como los hechos y saberes que aglutinan a los pueblos en una identidad común. Se utilizan términos como industria cultural -lo que ha tenido mayores detractores- que, si bien se aceptan ya en todo el mundo, nos hacen temer que por allí se deslice la posibilidad de que los menguados recursos públicos, es decir, de nuestros impuestos, que se destinan a las artes, apoyen también a la iniciativa privada en este sexenio de intentos de privatizarlo todo. En lo personal, carezco de los instrumentos para discutir cualquier ley, pero me pregunto si legislar en este momento y dar un estatus jurídico al Consejo Nacional para la Cultura y las Artes no retrasaría por mucho tiempo la creación de una Secretaría de Cultura que vendría a remplazar a ese consejo carente de peso legal para subordinar, como ya lo hace de facto, a instituciones que sí lo tienen desde su creación, como son INAH e INBA.

La discrecionalidad que se da en el seno de Conaculta salió a la luz en el caso del fallido video de la señora Creel sólo porque fue asaltada, porque de otra manera nunca nos hubiéramos enterado del despropósito. Muchos nos preguntamos si no habrá otros semejantes cuyos precavidos promotores nunca son asaltados, por lo que los ignoramos. Es un reclamo de todos acotar al consejo, pero no de la manera que se propone y a la disyuntiva que algunos discuten de desaparecerlo otros oponemos la de crear una verdadera secretaría del ramo y pienso que no estaría tan mal hablar de cultura artística para delimitar sus aspectos.

Otro hecho preocupante fue la cortina de humo que estúpidos e inaceptables gritos y pintas antisemitas tendieron al desempeño de Santiago Levy al frente del IMSS, con lo que convirtieron en mártir a un funcionario terco e inepto. El doctor Levy lo fue, y recordamos que agredió con fiereza al gremio teatral al declarar al inicio de su gestión que pretendía derribar los edificios teatrales porque prefería convertirlos en estacionamientos, lo que dio lugar a una de las escasas movilizaciones de teatristas. Después estorbó todo lo que pudo la prosecución de los comodatos iniciados antes de su gestión, lo que por fin pudo lograrse con un convenio diferente y de menor aliciente para los comodatarios, pero que finalmente fue aceptado. Hay que entender que la entrega de los edificios teatrales del IMSS en comodato a algunos grupos logró la profesionalización de éstos, sobre todo en los estados, que así tuvieron una sede para sus propuestas y otras de grupos invitados. Saco esto a colación porque existía un Fideicomiso del Teatro de la Nación (así llamado por el programa que en la época de José López Portillo encabezó el doctor Carlos Solórzano) con el que operarían estos comodatos y del que no tenemos más noticias. Sin deseos de hacer leña del Levy caído, pienso que es tiempo, antes de que se venza el actual sexenio, de que nos den razón de esos dineros, en dónde quedaron y a qué se destinan. Si estoy en un error y se emplean en la salvaguarda de los comodatos, doy de antemano mis más cumplidas disculpas.

 
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