La práctica ya se extendió a occidente, alerta
La ablación de genitales, fenómeno en ''vías de globalización'': Unicef
El Cairo. La mutilación genital femenina -la extirpación del clítoris y los labios menores de la vulva- es un fenómeno en vías de globalización que afecta a millones de mujeres en Africa, Medio Oriente y comunidades inmigrantes en occidente, advierte un informe publicado este jueves por el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef).
La práctica ''afecta a muchas más mujeres de lo que se calculó anteriormente", señala la agencia de la ONU en un estudio sin precedente sobre mutilaciones genitales femeninas.
Alrededor de 3 millones de mujeres son víctimas cada año de la escisión genital en el continente africano, señala un comunicado del Unicef.
Entre 100 y 140 millones de mujeres en el mundo han sufrido una mutilación sexual de diversa consideración, según estimaciones publicadas en el informe.
La práctica de la escisión, estrechamente vinculada a la pertenencia étnica, parece disminuir en algunos países (Benín, Burkina Faso, Nigeria, Yemen) pero permanece estable en otros, como Costa de Marfil, Egipto, Níger o Sudán.
El documento, fruto de dos años de trabajo de las agencias de la ONU y de organismos locales, anuncia que la mutilación se está globalizando.
Ya no se limita al continente africano, sino que también está siendo practicada en Medio Oriente y en comunidades de inmigrantes en occidente (Europa Occidental, Estados Unidos, Australia y Nueva Zelanda).
Según los países y las tradiciones locales, las mutilaciones genitales femeninas varían y abarcan desde un corte en el clítoris hasta la ablación total de las partes genitales externas y la sutura de la vulva.
''Esta práctica constituye una violación del derecho de las niñas y las mujeres a la integridad física; atenta contra su libertad, y es una forma extrema de violencia y discriminación", según Unicef.
La escisión está prohibida por las legislaciones nacionales de diversos países africanos y de Medio Oriente, y está condenada por la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño, recalca el documento.
Recuerda que ninguna religión la prescribe, aunque muchas veces se aducen motivos religiosos para practicarla.
El hecho de que sea una norma social profundamente arraigada en algunas sociedades dificulta la solución del problema, porque las familias que no cumplan el ritual podrían verse marginadas en sus comunidades.