Usted está aquí: jueves 24 de noviembre de 2005 Capital Con rezos y arengas recuerdan en Ixtayopan los sucesos del 23

"Hemos sido estigmatizados por aquellos que nos linchan mediáticamente", acusan

Con rezos y arengas recuerdan en Ixtayopan los sucesos del 23

"La falta de amor y respeto nos hizo menos hombres ese día de noviembre", reflexionan

MIRNA SERVIN VEGA

Ampliar la imagen Pobladores de San Juan Ixtayopan realizaron ayer una procesi�ilenciosa y ofrecieron una misa al pie de las cruces colocadas hace un a�n memoria de los agentes de la PFP que fueron linchados por una turba FOTO Jes�llaseca Foto: Jes�llaseca

Doblaron las campanas y los pobladores de San Juan Ixtayopan todavía se preguntan por quién.

Ayer salieron a las calles a esta señal, tal como hace un año lo hicieron al sonar las alarmas de emergencia de la comunidad.

En una misa celebrada a un año del linchamiento de dos policías federales en este pueblo, dicen, la gente reflexiona y pide perdón.

Perdón para ellos, para quienes los han estigmatizado y para aquellos que no actuaron a tiempo o no supieron hacerlo, reclaman también.

Cantan acompañados con luces de velas blancas. Dejan dos de ellas justo frente a las cruces de los muertos, donde también se ven unos crisantemos que fueron depositados al mediodía por otros policías, compañeros de trabajo de Víctor Mireles, uno de los elementos que, justo ahí, murió a golpes y por fuego.

Alrededor de cien personas bajan en procesión de la escuela Popol Vuh a la iglesia. Al frente va el párroco Sergio Jiménez. Llegan 15 minutos después: "caminamos con luz hacia delante", explican.

El olor de la tragedia

El olor a incienso cubre el recuerdo de la carne viva quemada de dos cuerpos justo en la colonia Peña Alta, de la que en silencio, cada vez más gente acaba de bajar. El religioso llama a elevar una oración por las almas de Mireles y su compañero Héctor Bonilla, y por la familia de los dos.

"Pedimos perdón porque la falta de amor y respeto a la vida nos hicieron menos hombres ese día... Pedimos perdón por injustos y por justos, perdón para quienes equivocaron su juicio. Pero sobre todo ofrezcamos perdón para quienes señalaron a esta comunidad injustamente", invocó el párroco.

En el sermón, recuerda que muchos se conocen en el pueblo por lo que identifican con claridad a propios y extraños, "lo que nos permite declarar que el 23 de noviembre de 2004, y aún antes, hubo presencia en la que no nos reconocemos" y por ello pidió estar más unidos para "que nunca más la violencia y los extraños hablen por nosotros".

Pidió justicia, rezó e invitó a rezar y entre los cantos y los rezos finales, también solicitó dar la limosna, cuya canasta recorrió incluso el patio de la iglesia, que al término de la ceremonia, 45 minutos después, estaba repleto.

Sin embrago, la procesión del silencio no fue tal, ni aunque el padre en el mismo sermón dijo que no habría ninguna entrevista más.

La comisión formada por los pobladores hace un año subió al quiosco y reclamó:

"Hemos sido estigmatizados como asesinos por aquellos que se dedicaron a lincharnos mediáticamente, incluso a impactar de forma negativa la imagen internacional".

Víctimas y victimarios

En voz de Gerardo Montero, explicó que a un año de los hechos, los habitantes de San Juan Ixtayopan son víctimas de discriminación, de agresiones, faltas de respeto, problemas para conseguir empleo y del daño psicológico que sufren los niños. Incluso, dijo, esto ha sido causa de disgregación de la familia de esta comunidad.

Pidieron que la justicia sea para encontrar a los verdaderos culpables y no para castigar a una comunidad entera.

Montero leyó: "A lo largo de estos meses el enrarecimiento del caso nos obliga a pensar que muchas preguntas se van a quedar sin respuesta.

"Lo cierto es que, en el caso Tláhuac, todos son culpables, tanto el gobierno federal, como el local y por supuesto, algunos medios de comunicación"

Dijo que aquellos que verdaderamente cometieron el ilícito son premiados con su libertad. "La justicia no puede crear injusticia", reclamó.

Sin embargo, unas horas antes, algunos todavía no concordaban con esa versión. Un subinspector de la Policía Federal Preventiva subió a Peña Alta uniformado y con flores blancas en la mano. Reconoció que los agentes de su grupo aún sienten un poco de rencor por lo que ahí sucedió esa tarde-noche.

Todos siguen dolidos, dicen algunos pobladores de San Juan. Algunos reclaman y otros guardan silencio. Algunos más ni siquiera desean recordar.

 
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