Usted está aquí: martes 22 de noviembre de 2005 Sociedad y Justicia Desconcierta alto nivel de plomo en la sangre de un niño de El Hospital

Ese poblado morelense, aún contaminado, tras cierre hace 8 años de fábrica de pintura

Desconcierta alto nivel de plomo en la sangre de un niño de El Hospital

ANGELICA ENCISO L. /II Y ULTIMA ENVIADA

Ampliar la imagen Un vecino de la comunidad El Hospital, municipio de Cuautla, Morelos, muestra residuos de pintura en el terreno en que estuvo la f�ica de la firma BASF, cerrada hace ocho a� El sitio a� ha sido limpiado por completo de plomo y cromo FOTO Francisco Olvera Foto: Francisco Olvera

El Hospital, Mor. A los nueve meses de edad, Brian Morgado registró altos niveles de plomo en la sangre. Aunque estuvo bajo tratamiento médico en el Hospital Infantil de México y el año pasado fue dado de alta, una prueba posterior reveló de nuevo una condición por encima de la norma, lo cual los pediatras no se explican. El pequeño de cuatro años es el único afectado por esa enfermedad que se ha documentado en la comunidad El Hospital.

Su caso ha trascendido a esta población de 2 mil 600 habitantes. De él se ha escrito en diarios estatales y se ha hablado en estaciones de radio. Su padecimiento es atribuido a una secuela de contaminación que habría dejado la fábrica de pinturas de la empresa alemana BASF, que hace ocho años cerró sus instalaciones.

A partir de mayo de 2002 la Secretaría de Salud (Ssa) tomó muestras de sangre en tres ocasiones a residentes de El Hospital. En la primera, en la que participaron 78 personas, 10 por ciento tuvo niveles de plomo por encima de la norma; la segunda, hecha en julio de 2003 con 58 vecinos, dio por resultado "un número menor de personas con plomo", y en la que se tomó en diciembre de 2004 sólo el pequeño Brian presentó metal en la sangre por encima de la norma.

Es el único caso oficial con este problema de salud en la localidad. Algunas personas aseguran tener dolores de cabeza cotidianos, y Valente Guzmán tiene tumoraciones en los brazos, pero ninguno se atiende médicamente.

La jurisdicción 3 de la Ssa reconoce que existe un problema de plomo en la localidad, pero argumenta que esta contaminación se presenta en cualquier parte del país, porque ese metal se utiliza en la pintura, los vehículos automotores, los utensilios de cocina y los alimentos. Entre las recomendaciones que se hacen está evitar contacto con lápices, crayolas y utensilios de barro vidriado, y se recomienda consumir lácteos.

Afirma que a partir del cierre de la fábrica de BASF se estableció un cerco epidemiológico para orientar a la población, pero en realidad pocos lo conocen. Incluso Alexander Jiménez, médico responsable del centro de salud de El Hospital, lo desconoce.

Mientras, aún no concluye la limpieza total de la ex hacienda que se encuentra a la entrada del pueblo. En su interior quedan decenas de costales de tierra amontonados en el patio, que al parecer contienen metales pesados, y los pobladores viven ajenos a la resolución del caso. La disputa judicial entre BASF, que rentaba 5 mil 300 metros de la ex hacienda La Concepción o El Hospital, y la familia Abe, terminó con la negativa del amparo a ésta última, el 7 de octubre, que ratifica el pago de 66 millones de pesos por daños y perjuicios a la empresa alemana.

El caso de Brian

"Los médicos no daban con lo que tenía Brian. Personal de la Dirección General de Salud Ambiental de la Ssa hizo pruebas de sangre a la gente. Me dejaron el resultado del examen, que decía que el niño tenía 43.7 microgramos por decilitro de sangre, y ese documento informaba que si los valores rebasaban los 24 microgramos, se sometiera a vigilancia estrecha en unidad médica. Pero nada más me los dejaron y se fueron", relata Karina, madre del pequeño.

En un oscuro cuarto de su casa, a la que se llega tras atravesar el pueblo y subir un tramo de cerro, dice que el pequeño tiene dos quistes en el cerebro y "no le han dado tratamiento ni le dan seguimiento; el pediatra lo citó para dentro de seis meses y lo único que me dan es paracetamol. Al papá de Brian se le hizo tan difícil la situación que se fue, y mi padre me dijo que me ayudaría; los ahorros que hizo durante toda su vida de trabajo ya nos los gastamos en la atención de mi hijo".

El plomo en los niños afecta el coeficiente intelectual, el peso, el desarrollo neuroconductual y las vías respiratorias, mientras en los adultos daña el cerebro y los sistemas sensitivo, reproductor -ocasiona abortos-, renal y cardiovascular.

Sobre el caso de Brian, el jefe de la jurisdicción 3 de Cuautla, José Antonio Rodríguez Vargas, precisa en entrevista: "le brindamos apoyo para que fuera al Hospital Infantil de México Federico Gómez, donde fue atendido por la pediatra toxicóloga Olga Martínez Pantaleón. Lo apoyamos con transporte para llevarlo al Distrito Federal y regresarlo a su casa, así como con medicamentos".

Muestra el documento de alta que fue firmado por Karina Morgado, madre de Brian, el 25 de agosto de 2004, en el que ella admite la atención que debe tener el pequeño. Ahí se reporta que Brian tenía 43 microgramos de plomo por decilitro de sangre al comenzar su tratamiento, nivel que bajó drásticamente, a 4.4 microgramos. La norma establece para niños 10 microgramos y en adultos 24 por cada decilitro.

En una muestra que se hizo en diciembre pasado en la localidad, ubicada a 10 minutos de Cuautla, Brian fue el "único paciente que presentó plomo fuera de norma, y en otro estudio que hizo Derechos Humanos de la delegación oriente a 20 personas, el resultado fue el mismo. Lo pusimos en contacto con el hospital", agrega Rodríguez Vargas.

Considera que la presencia de plomo también tiene que ver con los hábitos. "Desconcierta el hecho de que se vuelva a elevar su nivel de plomo en sangre", y agrega: "el hecho de que una persona tenga niveles altos preocupa, ya que hubo contacto con el metal en algún momento, en la colonia o fuera de ella; en su casa o en el exterior. El hecho de que haya salido un número de personas con el metal indica que hay contaminación, nunca hemos negado que exista plomo, prueba de ello es que hemos estado pendientes, y si es necesario haremos otro muestreo".

¿Nuevas enfermedades?

Florentino Rodríguez, encargado de la ex hacienda, dice que entre la gente del pueblo ahora se presentan más problemas de salud que antes. Su nieta tiene problemas del corazón y la operaron por un soplo. "Esas enfermedades antes no se daban. Muchos han muerto de cáncer y del corazón."

Esas enfermedades "coinciden con la transición epidemiológica en México. En orden de predominancia están las enfermedades cardiovasculares, diabetes, cáncer, cirrosis y accidentes", explica Rodríguez Vargas.

Valente Guzmán vive cerca de la plaza principal del pueblo. Sentado en la entrada de su casa, donde observa a la gente pasar, relata que fue empleado de BASF, y su esposa, Carlota Gutiérrez, pasaba tiempo en la fábrica, porque le llevaba comida y "era mirona"; se quedaba un rato para ver como trabajábamos. Murió hace cuatro años. Su mirada se entristece. "Le quitaron un riñón porque ya no le servía, y después el otro se dañó".

Valente se dedicaba a moler el grano amarillo, compuesto de plomo y cromo, pero también hacía otras maniobras. Ahí trabajó nueve años, "cuando de pronto me corrieron, fue algo malo de esa compañía... Me dieron 4 mil pesos, que no me sirvieron de nada. ¿No cree que fue injusto?"

Hace dos años lo operaron de la próstata y la pasó mal, "por eso no me opero estas bolas del brazo". Se levanta la manga de la camisa para mostrarlas y después acaricia a La Negra, su perra, que se restriega en sus piernas. Los doctores que lo han atendido le han dicho que lo que tiene es grasa acumulada.

A unos metros de la ex hacienda está la casa de la familia Mares, formada por las siete personas. "A todos nos duele la cabeza; una vez nos hicieron exámenes y salieron niveles de plomo, pero no nos hemos atendido. Mi cuñada tuvo dos abortos. Los dolores de cabeza nos aquejan a todos, y no es algo que sea normal, porque se presenta todos los días", asevera Fabiola Mares.

A los vecinos cercanos la empresa les regaló escombros, que utilizaron para subir el nivel de la tierra. Es el caso de la familia de Cruz Ríos Cortés, quien vive a unos 50 metros de la ex hacienda. Señala a su nieto Sergio, de 11 años. "Le duele mucho la cabeza, no me parece justo que al niño le duela y se sienta mal."

Menciona que su hija, Rosalba Cruz, la madre de dos de sus nietos que viven con ella, trabajó en la fábrica, hacía labores de limpieza en las oficinas. Hace cuatro años se fue a Nueva York y tiene un niño de tres años, al cual le detectaron plomo en la sangre, pero está bien atendido y no tiene mayores problemas. Recuerda que la gente del pueblo empezó a reaccionar cuando sus familiares se empezaron a enfermar, como pasa con Brian. "Dicen que son las ollas de barro, pero hace mucho que aquí se dejaron de usar."

 
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