Usted está aquí: martes 22 de noviembre de 2005 Mundo Inmigrantes mantienen un ejido en LA

Unas 350 familias se alimentan de lo que produce la granja comunitaria de 7 hectáreas

Inmigrantes mantienen un ejido en LA

Pretenden destruir las parcelas para construir almacenes: Campesinos del Sur Centro

DAVID BROOKS ENVIADO

Ampliar la imagen Inmigrante mexicano en una granja de Los Angeles, California, en imagen de archivo FOTO Ap Foto: Ap

Los Angeles, 21 de noviembre. Eso de que la tierra es para los que la trabajan cruzó la frontera junto con los campesinos que emigraron a una esquina pobre de Los Angeles.

Hace 13 años, un grupo de familias migrantes junto con residentes locales transformaron un terreno abandonado en el sur-centro de esta ciudad -uno de los barrios más marginados y donde han estallado graves motines sociales- en lo que podría ser la granja urbana más grande de Estados Unidos. Sus aproximadamente 7 hectáreas son manejadas como un ejido, y sus miembros -la mayoría campesinos inmigrantes mexicanos- mantienen las tradicionales formas colectivas de toma de decisiones y de trabajo.

Se llaman los Campesinos del Sur Centro de Los Angeles, organización de unas 350 familias mayoritariamente mexicanas que trabajan esta tierra en medio de la segunda ciudad más grande de Estados Unidos.

Resultado de lo que ellos llaman la "rebelión" de 1992, cuando un jurado declaró no culpable a los policías que habían golpeado a Rodney King y esta y otras partes de la ciudad estallaron en furia durante días, esta granja le fue otorgada a la comunidad por las autoridades municipales como una de las concesiones para intentar aplacar la ira popular.

El terreno en la calle 41 y la avenida Long Beach empezó a ser cultivado y ahora durante más de una década ofrece un oasis para familias, niños e inmigrantes en medio de un ghetto violento con pocos servicios públicos. La granja produce alimento básico y nutritivo para las familias pobres de ese barrio. Se cultivan maíz, jitomate, col, papas, zanahorias, nopales, chayote, calabazas, chipillin, quelite y pápalo, entre otras cosas. También se cultivan hierbas medicinales como alternativa a drogas de altos precios.

Pero ahora, acusan, un empresario, sus aliados y las autoridades municipales desean "desarrollar" este terreno para construir un complejo de almacenes para una zona industrial y destruir la granja, y durante unos tres años los granjeros han buscado defender su ejido. Sin embargo, sus intentos ante los tribunales han fracasado por el momento y ahora han iniciado una campaña para defender sus tierras, montando vigilancia las 24 horas y convocando a otras organizaciones a sumarse a la resistencia.

Rufina Juárez, una de las líderes de la organización, explica en entrevista con La Jornada que los inmigrantes llegaban a esta esquina de México y los países centroamericanos sólo para encontrarse con más gente y más problemas, y que el "jardín comunitario primero fue para promover un poco más de armonía entre nosotros".

Pero con el tiempo "se fue desarrollando a lo que uno puede decir son parcelas, son solares, parece que uno está en un campo. Como hay escasez de espacio, la gente ha tomado el lugar y han sembrado comida, y con ello suple el alimento de muchas personas de Mesoámerica, muchas comidas tradicionales e indígenas que no se encuentran en ningún otro lado aquí". Con ello, dice, se proporciona la alimentación de unas 350 familias y las comunidades a su alrededor; llegan entre mil y 2 mil personas a la granja para conseguir alimento y plantas medicinales.

"Está organizado como cooperativa, como el reparto tradicional de tierras que hubo en México, los ejidos, se toma un voto, se hacen asambleas, y se trabaja colectivamente la parcela", explica Juárez. "Pero también sirve para la educación de nuestros hijos, para mostrarles de dónde viene la comida, no la sintética, que está por todas partes en nuestras comunidades pobres, y que es tan nociva para la salud, donde tenemos altos índices de obesidad y diabetes, ya que sólo se ofrece comida malísima, con poca calidad nutritiva.

"Esta lucha se ha tratado de cómo levantar una comunidad, ya que está marginada por el sistema, de que vaya a abogar por sus derechos para a quedarse en este lugar; tomamos un voto, no nos queremos ir, y en esa lucha hemos estado durante tres años. Hemos tomado posesión del lugar, tenemos vigilancia día y noche, se nos dio aviso de desalojo en diciembre de 2003, pero ahí seguimos", resumió.

Y así, familias procedentes de Oaxaca, Guanajuato y otras partes de México, junto con centroamericanos, muchos hablando sus idiomas indígenas y manteniendo tradiciones ancestrales de cultivo y conocimiento de la tierra.

Juárez comenta que su familia es de San José Mendoza del municipio de Salamanca, Guanajuato, y que sus padres vinieron "para buscar una oportunidad" y ella creció cerca de la frontera, testigo de la experiencia fronteriza. "Crecí con los abusos que sufren los migrantes en la frontera todos los días, y particularmente para los que trabajan en los campos", recuerda.

El pasado fin de semana, cuenta uno de los integrantes de la organización, se realizaba en la granja un foro con los "zapatistas" de California, quienes escuchaban informes sobre las reuniones de una delegación que viajó a Chiapas, para evaluar las implicaciones y tareas de la Sexta Declaración del EZLN.

El 22 de noviembre, habrá una protesta más para defender a las 350 familias que hicieron nacer un ejido en medio de Los Angeles, con un concierto de apoyo, entre otros por, Zack de la Rocha e integrantes de las bandas Ozomatli y Quetzal.

Para mayor información: www.southcentralfarmers.com

 
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