Pide pensar cómo se protege el socialismo; la URSS "debió arreglarse, no destruirse"
Severa crítica de Fidel Castro a las altas esferas del gobierno de Cuba
La Habana, 20 de noviembre. En un discurso revelador, Fidel Castro consideró que sus decisiones contra la corrupción y los privilegios pudieron haber provocado reacciones adversas en las altas esferas del gobierno. "Tiene que haber muchos doliditos", dijo el mandatario: "reyes, zares, emperadores..."
Hace semanas que Castro habla de lanzar la ética y el control interno contra el robo masivo a las arcas públicas y el mercado negro, pero no había empleado hasta ahora un tono tan hiriente contra funcionarios de alto nivel.
En su larga intervención en la Universidad de La Habana, entre el jueves y el viernes últimos, Castro alzó la mira y disparó contra la primera línea del gobierno.
"Es duro, pero lo digo", señaló el líder cubano. "Algunos ministros han sido deficientes, y bastante deficientes".
"No podemos andar con blandenguerías: que me ataquen, que me critiquen."
En su extenso alegato, advirtió a las generaciones que dirigirán Cuba en el futuro que el país debe erradicar la corrupción o se destruirá a sí mismo, el sistema político surgido de la revolución de 1959.
En un insólito pasaje, afirmó que el Estado "se acostumbró de cierta forma a negociar con los ministros", y replicó enseguida: "la administración central del Estado no tiene que negociar con ningún ministro, tiene que darle órdenes".
En este apartado, el único ejemplo que tomó fue el de Ulises Rosales del Toro, militar de carrera, quien era jefe del Estado Mayor General de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, cuando en 1997 fue nombrado ministro del Azúcar, para rescatar la industria entonces en declive por la falta de inversión, los bajos precios internacionales y un entorno de asfixia financiera.
El desempeño del sector se volvió "la ruina del país", aseveró el líder cubano. Relató que halló "colosales disparates" en ese ministerio. Contó el momento en que pidió a Rosales cesar la siembra de inmediato. "Hubo sencillamente que cerrar... o íbamos a la fosa", resumió sobre la industria, que ha paralizado la mitad de sus ingenios.
En otros pasajes, criticó la política económica seguida en la década pasada, cuando estalló la crisis tras la caída de la Unión Soviética. Reprochó que "nadie se percató" del rumbo que tomó el país en los últimos 15 años.
"Tengo infinidad de ejemplos de los que no dieron pie con bola en muchas cosas, de lo que hicieron quienes se suponían teóricos, de quienes se habían empanfletado hasta los tuétanos de los huesos en los libros de Marx, Engels, Lenin y todos los demás."
Quedó claro el disgusto del líder cubano por los ingresos de algunos microempresarios, como los dueños de restaurantes familiares (paladares), de los que dijo que "quizá no quede ninguno" y de los taxistas privados, a quienes acusa de usar gasolina robada en sus vetustos automóviles.
Pero no quedó igual de claro el grado de crítica contra la apertura en sí misma. Castro no dio suficientes pistas para saber si sólo combatirá la corrupción y la desigualdad social o seguirá de frente contra la vigencia de algunos mecanismos de mercado.
Expuso que imagina para el futuro una sociedad cubana que no será "de consumo, sino de conocimientos", y manifestó que ahora tiene idea "de cómo se construye el socialismo".
Pero planteó a su auditorio, de mayoría estudiantil: "Necesitamos muchas ideas bien claras y muchas preguntas dirigidas a ustedes, que son los responsables". El presidente pidió pensar "cómo se puede preservar o se preserva el socialismo", convencido él mismo de que la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) "debió arreglarse, y no destruirse".
¿Estaba reabriendo el viejo debate sobre la reforma a tiempo del socialismo?
"Hay ideas", aseguró el mandatario, "que tengo que conectar en su debido momento".