Usted está aquí: lunes 21 de noviembre de 2005 Economía Productividad: los hechos

León Bendesky

Productividad: los hechos

En el más reciente informe trimestral sobre la inflación el Banco de México propuso un análisis sobre la pérdida de participación de los productos mexicanos en los mercados internacionales.

Estas cortas reflexiones ameritan una mayor atención, no para seguir un debate cada vez más estéril sobre las visiones respecto del libre comercio y sus efectos en el crecimiento económico y el bienestar social. Son relevantes porque apuntan a hechos que indican que la apertura comercial por sí misma no es factor suficiente para garantizar la expansión productiva y del empleo, y que la política pública contradice el sustento de esa idea.

Antes de considerar los hechos que presenta el informe del banco central, recordemos que en los últimos 20 años el país ha firmado 12 acuerdos de libre comercio que abarcan a 33 países. El primero fue el TLCAN, en enero de 1994, y le siguieron otros con países centroamericanos, con Bolivia, Chile, Uruguay, la Unión Europea, la Asociación Europea de Libre Comercio y, el más reciente, el Acuerdo de Asociación Económica con Japón en abril de este año. Esto debe colocar a México como el campeón del libre comercio, cuando menos en lo que a negociaciones se trata.

El librecambio, según se desprende de los principios teóricos y políticos que lo sostienen, debería derivar en mayor capacidad competitiva de las economías que lo practican, condición que sólo puede cimentarse en una creciente productividad, que se manifiesta en más productos que entran al mercado a menores precios y desplazan a los competidores. La productividad es resultado de un proceso complejo que incluye al sistema productivo: sus elementos humanos, materiales, financieros e institucionales. No es un asunto que se crea por sí mismo al amparo de las fuerzas impersonales del mercado y menos se genera por decreto o voluntad. Nada garantiza que la productividad se asocie con mayores beneficios para la sociedad, como indica el hoy muy socorrido caso chino y el orden laboral y salarial con el que opera.

El análisis del Banco de México señala que la fuerte expansión del sector exportador en las dos últimas décadas (las exportaciones sumaron 38.4 mil millones de dólares en promedio anual entre 1984 y 1994, y 140.4 mil millones entre 1995 y la primera mitad 2005, lo cual equivale a un aumento de 3.6 veces). Según el banco esto permitió aprovechar las ventajas competitivas de esta economía (aunque fueron más bien ventajas adquiridas a partir de las decisiones de inversión de las compañías extranjeras para exportar a Estados Unidos en el marco del TLCAN, en un sentido estricto la ventaja competitiva mexicana fue el precio de la fuerza de trabajo y la cercanía con el mercado estadunidense).

Las exportaciones a Estados Unidos representaron 90 por ciento del total en 2000 (85 por ciento actualmente) y México se convirtió en el segundo proveedor de ese país, posición que mantuvo hasta agosto de 2002, cuando lo desplazó China, luego de entrar a la OMC a fines del año anterior. En el caso de Canadá, el otro socio del TLCAN, la parte que recibe del total de las exportaciones es 2.7 por ciento, sólo un punto más que antes del tratado.

La participación de los productos mexicanos en el comercio mundial empezó a caer de 2.6 por ciento en 2002 a 2.07 en 2004, y en el mercado estadunidense de 10.8 a 10.2 por ciento. Los productos nacionales han reducido de modo continuo su participación con una pérdida cuantiosa de valor. Si se comparan las exportaciones del primer semestre del año con las que se hubiesen podido hacer de haberse mantenido la proporción alcanzada en 2001, esa pérdida se estima en 12 mil 453 millones de dólares. Para 2005 la pérdida podrá llegar a 27 mil millones, o sea, 15 por ciento de las exportaciones no petroleras proyectadas.

La caída de la competitividad sólo se explica de modo parcial por el efecto de China. Entre enero y agosto de 2005, un total de 101 países tuvieron un mejor desempeño que nosotros en sus exportaciones a Estados Unidos (medido por la tasa de crecimiento) y 84 países aumentaron su participación en ese mercado. Este es un caso de pérdida pura en la competencia, pues se ha mantenido el mismo patrón de demanda de productos en Estados Unidos. Entre los productos en que se advierte una pérdida de penetración a ese mercado están los que sobresalen en las exportaciones y que supuestamente tenían ventajas "competitivas": automotriz, electrónicos, eléctricos y algunos textiles.

Las repercusiones adversas de la pérdida de penetración de las exportaciones se advierte en el crecimiento del PIB. El banco estima que el producto podría haber crecido un punto porcentual más si la participación de 2002 se hubiese mantenido. A esto hay que sumar el efecto negativo sobre la dinámica del consumo y de la inversión. Además, calcula que así se dejaron de crear 271 mil empleos formales.

Estos son lo hechos, exhibidos por el banco central. El análisis concluye que la menor participación de las exportaciones mexicanas en los mercados internacionales "parece" asociarse con una gradual pérdida de competitividad en esta economía, condición que la rezaga con respecto a otras que adquieren mayor presencia.

Este es el tema relevante del debate sobre la economía nacional: la falta creciente de productividad del sistema económico en su conjunto, que sólo genera grandes beneficios cada vez más concentrados.

 
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