No tolerará interferencia alguna, le responde Pekín
Democratizarse y dialogar con Taiwán, pide Bush a China
Kyoto, 16 de noviembre. El presidente estadunidense, George W. Bush, aprovechó hoy su estancia en Japón, primera etapa de su gira por Asia, para pedir a China que se democratice y dialogue con Taiwán, pero Pekín advirtió que no acepta "injerencia" alguna.
Bush dividió a Asia en tres categorías de países, en discurso ante empresarios japoneses antes de viajar con destino a Pusan, en la costa meridional de Corea del Norte, donde aterrizó para asistir a la cumbre del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC), el viernes y sábado.
Para Bush, esas categorías son: las democracias (Japón, Corea del Sur y Taiwán), los países que "dieron algunos pasos hacia la libertad pero que aún no llegaron al final del viaje" (China) y los regímenes totalitarios (Birmania y Corea del Norte).
Dedicó un elogio especial a Taiwán que, según afirmó, "conduce a su pueblo a la prosperidad y crea una sociedad china libre y democrática", e hizo un llamamiento al diálogo con China.
Recordó que para Washington sólo existe "una única China" y lanzó una advertencia contra todo "intento unilateral de cambiar el status quo de una u otra parte".
A pesar del matiz, China criticó el pronunciamiento de Bush. "Taiwán forma parte de China; una parte inseparable de China", y Pekín "no tolera interferencia alguna en sus asuntos internos", subrayó el canciller chino, Li Zhaoxing, presente en la cumbre de la APEC.
Bush también llamó a China a que se democratice, y consideró inseparable el progreso en derechos humanos y libertad religiosa de los avances económicos.
Desde el punto de vista económico, instó a Pekín a dejar decidir al mercado el tipo de cambio del yuan con respecto al dólar y a luchar contra la falsificación de artículos de marcas.
El presidente estadunidense aprovechó su estancia en Japón para entrevistarse con el primer ministro Junichiro Koizumi y pronunciar un fervoroso discurso de alabanza a su aliado, en momentos en que los dirigentes de Tokio son acusados de nacionalismo por sus vecinos chinos y coreanos.
Estas acusaciones fueron desencadenadas debido a la reciente visita de Koizumi al santuario nacionalista de Yasukuni, lugar consagrado a los veteranos de guerra japoneses entre los cuales figuran siete criminales de guerra condenados por los aliados después de 1945.