Usted está aquí: miércoles 16 de noviembre de 2005 Economía Halcones del Pentágono contagian la gripe aviar

Alejandro Nadal

Halcones del Pentágono contagian la gripe aviar

El miedo sobre una posible pandemia causada por el virus H5N1 va muy lejos. Desde hace varios meses no falta quien anuncie que el peligro es real y que podría llevar a la humanidad de regreso a los días de la peste negra en Europa en el siglo XIV. Olvídese del HIV/sida, el SARS, el tsunami del año pasado, las guerras del 9/11 y todo lo demás. Realmente parecería que los pollos descabezados andan corriendo de un lado a otro gritando "¡El cielo se está cayendo!"

Y pudiera ser que tuvieran razón. Después de todo no pasa un día sin que los medios de comunicación informen sobre la destrucción de millones de pollos y otras aves en los corrales de pueblos en Vietnam, Tailandia o Indonesia. En 1918 una gripe originada en aves sufrió una mutación que permitió su transmisión a humanos y culminó en una pandemia que mató a 50 millones de personas. El virus H5N1 podría recorrer la misma trayectoria y convertirse en una seria amenaza.

Pero la realidad podría ser distinta. En el mundo se han confirmado 100 casos de gripe aviar y 65 decesos. Esos números contrastan con los 200 mil casos de hospitalización y 36 mil muertes causadas por la gripe común en Estados Unidos cada año. En cambio, la gripe aviar causada por el virus H5N1 no se transmite tan fácilmente entre personas y por esa razón no está garantizado que pueda convertirse en pandemia.

Entonces, ¿por qué tanto ruido? Aquí van algunas consideraciones que dan mucho que pensar.

El presidente Bush ya anunció un plan de acción para combatir el riesgo de una pandemia por el virus de la gripe aviar. Solicitó 7 mil millones de dólares al Congreso para producir vacunas y comprar al gigante suizo de la industria farmacéutica Roche la droga Tamiflu que se supone es eficaz en contra de la gripe aviar.

Aunque Roche reconoce que no tiene capacidad para satisfacer la demanda mundial de esta medicina, se niega a permitir que las empresas especializadas en genéricos produzcan el medicamento. Las ganancias para Roche prometen ser astronómicas.

Esta empresa tiene un historial negro en materia de responsabilidad social. Desde la década de los sesentas se vio involucrada en escándalos de sobrefacturación, manipulación de precios y prácticas desleales de comercio. Hace siete años Estados Unidos y la Unión Europea le impusieron una multa de 500 millones de dólares. Más recientemente Roche obstruyó los esfuerzos de Sudáfrica para producir una versión barata de sus medicinas anti-HIV, amenazando con demandar a ese gobierno si invadía sus patentes.

¿Por qué recibe ahora Roche este trato tan bondadoso de la administración Bush? Quizás la explicación la tengan los halcones del Pentágono. Después de todo, las aves de rapiña no están a salvo del contagio por el H5N1.

El principal componente del Tamiflu es el compuesto Oseltamivir, un inhibidor antiviral utilizado contra la gripe convencional que recibió mucha atención por su uso en casos de gripe aviar en el sudeste asiático en los meses recientes. Según Roche, el obstáculo para aumentar la producción es la disponibilidad del ácido shikímico, que no puede ser producido sintéticamente de manera económica. El ácido proviene del árbol anís estrella endémico de China y es extraído mediante un complicado proceso químico. El 90 por ciento de la cosecha china de anís estrella es acaparado por Roche.

El Oseltamivir fue desarrollado por Gilead Sciences y patentado en 1996. Gilead es una de esas promesas del índice NASDAQ (de alta tecnología) con ventas anuales superiores a mil 600 millones de dólares. Bajo un contrato de licencia, Roche comercializa ese compuesto genérico bajo la marca Tamiflu y paga regalías a Gilead equivalentes a 10 por ciento de las ventas.

Aquí viene lo bueno: el director del consejo de administración de Gilead hasta 2001 fue Ronald Rumsfeld, actual jefe del Pentágono, quien a la fecha (de acuerdo con sus declaraciones patrimoniales) es dueño de unos 25 millones de dólares en acciones de Gilead, siendo uno de los principales accionistas de esa empresa. Este año el valor promedio de esas acciones pasó de 35 a 47 dólares cada una. ¡Qué coincidencia que en junio el Pentágono gastó 58 millones de dólares comprando Tamiflu para las tropas de ese país! Y el mismo Bush está promoviendo un plan para adquirir el medicamento en grandes cantidades.

Lo malo es que el Tamiflu no es tan eficaz. Para comenzar no se puede aplicar en niños, y para que surta efecto debe comenzarse el tratamiento por lo menos dos días después de que se presentan los síntomas. Su costo sigue siendo elevado (60 dólares por cinco días de tratamiento) y ya hay indicios de cepas de H5N1 resistentes al Oseltamivir.

Todo eso no impidió a Vicente Fox anunciar un plan y un presupuesto de 600 millones de pesos para producir y almacenar medicamentos antivirales. Quién sabe, a lo mejor el Tamiflu sí sirve para los que tienen cerebro de pollo.

 
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