Premio Mata: segunda fase
En mi reseña anterior sobre la fase eliminatoria del segundo Premio Internacional Eduardo Mata de Dirección de Orquesta se me quedaron algunas observaciones en el tintero. Una, que en principio puede no reflejar más que meros datos estadísticos, quizá podría convertirse en materia de reflexión. A la etapa semifinal cuyos pormenores detallo más adelante, pasaron tres de los cuatro competidores asiáticos, y tres de los cuatro europeos. En el camino se quedaron, en cambio, las tres mujeres y los cinco concursantes latinoamericanos que participaron en la primera fase.
Este viernes se llevó a cabo en la Sala Nezahualcóyotl la semifinal del concurso, con los seis participantes mencionados ayer en este espacio. De manera general, resultó extraño que el nivel musical, en todos sentidos, fue notoriamente inferior en esta semifinal que en la fase eliminatoria. Este descenso de calidad pudo deberse a una combinación de factores como el cansancio de los concursantes y la orquesta, la distensión después de la fase inicial, el cambio radical de repertorio, etcétera, pero algo que resultó fundamental fue el hecho de que prácticamente ninguno de los semifinalistas prestó atención al violonchelista Jesús Castro-Balbi, convocado como solista para esta semifinal.
Si a eso se añade el hecho de que (un poco por voluntad propia y otro poco por instrucciones del jurado) los semifinalistas se dedicaron en general más a asuntos prácticos que musicales, se explica entonces que la sesión haya resultado de menor calidad que la fase eliminatoria.
El ruso Viatcheslav Valeev, con menos presión por parte del jurado, estuvo más relajado, más conectado con la Orquesta Filarmónica de la Universidad Nacional Autónoma de México (OFUNAM) y en general más musical que en su participación inicial. Dedicó atención precisa a trabajar las síncopas de ese sabroso galimatías rítmico que es el Concierto para violonchelo no. 2 de Eugenio Toussaint, y proyectó un placer por hacer música que el martes había estado ausente de su actuación. En el Concierto para violoncello de Dvorak le faltó trabajar las dinámicas orquestales, que en general fueron más altas de lo deseable.
El español Carlos Domínguez Nieto volvió a mostrar esa sugerente combinación de precisión y flexibilidad que lo caracteriza, y que le permitió dirigir la obra de Toussaint con más matices y con un carácter un poco más ''bailado" que no le va nada mal a la pieza. Su Dvorak fue mejor en el balance dinámico y en sus contrastes internos, y con un poco más de atención y cuidado al solista.
En su ejecución del concierto de Toussaint, el coreano Dongmin Kim aplicó mucha seguridad en la conducción rítmica, y en el segundo movimiento de la obra de Dvorak logró algunos apuntes líricos atractivos, pero su trabajo sobre las obras resultó, si bien preciso, un tanto frío.
Su compatriota Chungki Min, por contraste, hizo un Toussaint elegante y mesurado, sin perder la disciplina rítmica, y en Dvorak tuvo bastante trabajo (bien resuelto) para jalar a la orquesta hacia el tempo correcto y hacia la sincronía de entradas y fraseos. De nuevo, mostró ser un director con una gran claridad para el señalamiento de las anacrusas y las entradas importantes.
Se presentó enseguida el francés Sylvain Gasançon, sin duda uno de los participantes más sólidos de la competencia, para mostrar un agudo sentido del ritmo en el concierto de Toussaint, realizado con más garra y más nervio que el resto de sus colegas. A destacar de manera particular, su deconstrucción y posterior reconstrucción, paso a paso, de un pasaje especialmente complejo de la obra del compositor mexicano, buen ejemplo del trabajo preciso y útil con la orquesta para lograr el ensamble requerido. Su dirección del Primer concierto para violonchelo de Saint-Saëns resultó elegante y pulida, con interesantes matices en la parte orquestal.
Cerró esta etapa semifinal el taiwanés radicado en Austria, Ching-Ming Lu y, como en la etapa anterior, mostró que es uno de los directores con más experiencia y soltura entre los participantes en el concurso. El suyo fue un trabajo que, junto con el de dos de sus competidores europeos, se orientó un poco más a la música y menos a la mecánica.
La decisión del jurado, anunciada con prontitud, fue elegir como finalistas a Carlos Domínguez Nieto, Sylvain Gasançon y Ching-Ming Lu, quienes el fin de semana trabajarán (todos) la obra Ludus autumni de Joaquín Gutiérrez Heras y, respectivamente, la Novena de Dvorak, la Segunda de Schumann y la Quinta de Chaikovski.
El concierto final será este domingo a las 18 horas en la Sala Nezahualcóyotl.