MEXICO SA
Mejora ranqueo en enfermedades y baja en gasto para salud
Fast food, inversión extranjera y mortalidad
Las rebanadas del pastel:
COMO SUELE PASAR cuando no existe una política integral para atender un problema que se agrava, dos secretarías de Estado, pertenecientes al mismo gobierno, realizan su mejor esfuerzo aunque caminen en sentido opuesto.
UNA DE ELLAS, la de Salud, muestra su preocupación por los crecientes índices de obesidad en los mexicanos, y más allá de los voluminosos vientres de muchos adultos, subraya el peligro de que 27 por ciento de la población infantil en el país tenga sobrepeso y obesidad, y los alimentos chatarra tienen mucho que ver en esta peligrosa situación.
SUS ESPECIALISTAS ADVIERTEN que la obesidad tiende a convertirse en epidemia, cuando actualmente se registran mil millones de habitantes en el mundo que padecen sobrepeso y, de éstos, al menos 300 millones son obesos. Las cifras van en aumento, por lo que de no poner en marcha políticas públicas que permitan revertir esta tendencia, se estima que para el año 2020 serán las enfermedades no transmisibles la causa de 73 por ciento de los decesos en el mundo.
LA OTRA, LA de Economía, se desvive por atraer inversión extranjera directa y autorizar franquicias, y en estos renglones destacan el flujo de capital foráneo invertido en empresas que producen alimentos chatarra y los permisos para operar restaurantes fast food que los venden, independientemente del impresionante consumo de refrescos en el país que lo ubican en el segundo lugar mundial, sólo superado por Estados Unidos, también con un delicado problema de obesidad.
HASTA JUNIO PASADO, de acuerdo con su información, el sector alimentos, bebidas y tabaco acumula alrededor de 7 mil 200 millones de dólares en inversión extranjera directa. De ese monto, 18.8 por ciento está invertido en elaboración de refrescos y otras bebidas no alcohólicas; 3.5 por ciento en la fabricación de dulces, bombones y confituras; 2.9 por ciento en la elaboración y venta de pan y pasteles, 2.6 por ciento en la fabricación de cigarros; 2.3 por ciento en concentrados, jarabes y colorantes naturales para alimentos; 2.1 por ciento en helados y paletas y 1.9 por ciento en galletas y pastas alimenticias. Falta el capital mexicano invertido en este sector y la relativa a las franquicias de alimentos chatarra.
EN LAS PRINCIPALES ciudades del país, pululan los establecimientos de McDonalds, Burguer King, Kentucky Fried Chicken, Domino's Pizza, Pizza Hut, Dunkin'Donuts, heladerías de firmas trasnacionales y otros expendios de alimentos chatarra que desde hace dos décadas, cuando menos, no sólo han transformado los hábitos alimenticios de millones de mexicanos, sino abultado sus ya de por sí voluminosos vientres, entre los que destaca el del autocrítico autor de este espacio.
¿COMO PUEDE LA Secretaría de Salud combatir eficientemente la obesidad en el país, si paralelamente la de Economía hace hasta lo imposible para que llegue capital foráneo a México aunque el resultado le hinche la panza a los mexicanos? ¿Cómo hacer compatible el combate de la primera con las urgencias de la segunda? Sólo falta que, como lo hacen las tabacaleras trasnacionales con el cáncer, McDonalds, Burguer King o Kentucky Fried Chicken creen un fondo financiero para combatir la obesidad.
MIENTRAS RONALD, EL payasito mamón de Mcdonalds sigue hinchando vientres y se esfuerza en la creación de ese fondo financiero, información de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos revela que las tasas de obesidad han aumentado en las recientes décadas en todos países en ella representados, aunque existen notables diferencias. En México, el índice de obesidad en los adultos fue de 24.2 por ciento en 2000, la más alta de todos los países de la OCDE sólo después de Estados Unidos, en donde alcanzó 30.6 por ciento en 2002.
LA OBESIDAD, SIN embargo, no es el único problema de salud en el país. Un informe de la OCDE -divulgado en junio pasado- revela que el gasto total en salud en México en 2003 representó 6.2 por ciento del producto interno bruto, más de dos puntos porcentuales por abajo del promedio de 8.6 por ciento en los países de la OCDE.
LO ANTERIOR COLOCA a México entre los países con la participación más baja de la OCDE, después de Corea (5.6 por ciento), Eslovaquia (5.9), Polonia (6) y Luxemburgo (6.1). México también se sitúa por debajo del promedio de la Organización en términos del gasto total en salud per cápita, con 583 dólares en 2003, comparado con el promedio de 2 mil 307 dólares de la OCDE.
EL GASTO EN salud per cápita en México es el segundo más bajo de todos los países de la OCDE después de Turquía. Entre 1998 y 2003, el gasto en salud per cápita en México aumentó 4 por ciento anual en términos reales en promedio, con una tasa de crecimiento ligeramente más baja que la tasa promedio anual de la OCDE de 4.5 por ciento.
LOS GASTOS EN medicamentos aumentaron su porcentaje de participación en los costos totales de salud en México y en muchos otros países de la OCDE. En 2003, este gasto representó 21.4 por ciento del total destinado a la salud en México, por arriba de 18.6 por ciento de 1999. Esto lo coloca por encima del promedio de la OCDE de 17.7 por ciento. En México, la mayoría del gasto en medicamentos es financiado a través del sector privado, especialmente aquellos denominados gastos de bolsillo.
EL SECTOR PUBLICO es la principal fuente de financiamiento de la salud en todos países de la OCDE, excepto Estados Unidos, México y Corea. La participación del sector público en México es la segunda más baja después de Estados Unidos, con tan sólo 46.4 por ciento del gasto en salud pagado por fuentes públicas en 2003. Aunque la participación pública en el financiamiento del gasto en salud subió de 40.4 por ciento que tenía en 1990, éste permanece aún muy por debajo del promedio de la OCDE, que fue de 72 por ciento en 2003. Además, aunque el número de médicos per cápita en México aumentó 50 por ciento en la década pasada (de más de un doctor practicante por cada mil habitantes en 1990 a 1.5 en 2003) la proporción fue de tan sólo la mitad del promedio de la OCDE (2.9 en 2003).
LA GUERRA DE excremento con fines electorales va tomando forma y eso que todavía no arrancan formalmente las campañas. Hay que sacar el paraguas y prepararse para lo que viene.