Usted está aquí: martes 8 de noviembre de 2005 Mundo Los disturbios, suicidio social, asegura profesor de una víctima

Fracasa modelo de integración para inmigrantes, dice

Los disturbios, suicidio social, asegura profesor de una víctima

AFP

París, 7 de noviembre. Xavier Cabrera, profesor de español de uno de los dos menores electrocutados el 27 de octubre en un transformador de Clichy-sous-Bois, y cuyas muertes desencadenaron la guerrilla urbana que sacude a los barrios de inmigrantes de la periferia de París, asegura que lo que ocurre es como "suicidarse socialmente".

Cabrera, de 35 años, participó el domingo en una reunión junto a otros educadores con el primer ministro francés, Dominique de Villepin, para tratar de encontrar una solución a la ola de violencia iniciada en un barrio de la periferia de la capital hace 11 días y que en la noche pasada sacudió a 300 comunas en todo el país.

Hijo de inmigrantes españoles, Cabrera cuenta cómo es la vida en el colegio de secundaria Robert Doisneau, de donde era alumno Bouna Traoré, de 15 años, de padres mauritanos.

"En el colegio hay un 80 por ciento de familias desfavorecidas y 28 nacionalidades entre los 600 alumnos", y la ciudad Clichy-sous-Bois es "un emblema de lo que aquí llaman "el 93", el departamento de Francia considerado como el más violento".

En primer lugar, para intentar desinflar este conflicto que crece como una burbuja cada noche, Cabrera recomienda que se aclare "lo más rápido posible las circunstancias de la muerte de estos dos chicos", porque de lo contrario "la cosa se pudrirá", advierte.

La violencia, que ha causado innumerables destrozos materiales y decenas de vehículos calcinados, ha acabado sobre todo con uno de los lugares de ocio de esta juventud desheredada: el gimnasio, que fue inaugurado hace tres años.

"El esfuerzo para contar con una infraestructura como ésta es enorme. Lo que está pasando, de alguna forma, es como suicidarse socialmente", se lamenta el profesor.

Cabrera lamenta las declaraciones del ministro del Interior, Nicolas Sarkozy, que calificó de racaille (escoria) a los jóvenes de estos barrios conocidos con el eufemismo de "sensibles", y dice que sólo van a contribuir a que "crezca el odio".

"Bouna no era un delincuente. Una cosa son las gamberradas y otra la delincuencia. Hay que diferenciarlo", subraya Cabrera, que por trabajar en un barrio difícil "cuenta con una visión más realista de estos chavales".

Los medios de comunicación y muchos sociólogos alertan sobre un eventual fracaso del modelo de integración social francés para la inmigración.

La solución que propone Cabrera es que el país acepte "la distribución de esta población".

"Parece completamente utópico, pero es la única solución. En una República debe haber libertad, igualdad y fraternidad. La igualdad es que un chico de Clichy-sous-Bois estudie con el mismo programa que otro que viva en el centro de París, donde vive el primer ministro", dice.

"Si no, hay que quitar una de estas tres palabras", agrega.

Cabrera piensa que ningún país está libre de que se repitan episodios como el que vive Francia. "Pienso en Holanda y Bélgica. En el caso de España, habrá que reflexionar de forma muy seria sobre la inmigración, mirando lo que pasa en Francia", recomienda.

 
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