Bienvenidos al PRD
¿De qué tamaño y profundidad deberá ser la autocrítica histórica de este partido del que todos somos responsables? ¿Cuál fue la causa, luego de guerrear tanto, para entregar la trinchera al adversario? ¿Por qué mentir y ofrecer la alternativa, si ya es un partido igual a los que combatíamos? Al PRD sólo le falta practicar la tortura, y poco falta para ello, lo cual le dará más puntos en las encuestas.
Ya se cometieron sistemáticamente violaciones, fraudes, corruptelas, financiamientos, enriquecimientos explicables e inexplicables, políticas de cero tolerancia, silencio frente al debate humanista en torno a la eutanasia, el aborto, la sexualidad. Ya se practican la demagogia, la intolerancia a la crítica, el palomeo de listas a candidatos, el antintelectualismo, el autoritarismo, la reivindicación de la contrainsurgencia, el financiamiento de las trasnacionales con el erario, el cinismo, la traición, el desprecio, el odio a la memoria, el insulto anónimo, las lealtades clandestinas, el tráfico de influencias, la holgazanería, el vacío, la lucha encarnizada por las candidaturas, el usufructo privado de las prerrogativas.
No se presenta formalmente una propuesta de programa y ya las listas de senadores, diputados, delegados y asambleístas nutren una campaña marcada por las encuestas y el discurso del resentimiento. El lema es: "el futuro es de los que cambian de partido". Toda convicción es sospechosa, toda posición ajustada a la congruencia y los principios es vista como sacerdotal, luego que los grandes de la tramoya, el saltimbanquis y las maromas han tomado por asalto un frente, una fortaleza sin defensas.
Perder es dejar pasar una oportunidad frente al peligro del retorno del PRI y el fracaso del PAN, pero ganar con priístas y panistas bajo las siglas, lema e historia del Partido de la Revolución de Democrática, es como no ganar nada y, si bien esa mínúscula capa de trapecistas ganará, ¿qué ganará el pueblo de México con un partido así? ¿Qué pasará cuando el PRD gobernante contribuya más a la dominación de los explotados para consolidar este proceso de integración y globalización?
La lista publicada la semana pasada ratifica el significado del 24 de abril como fecha en que se cortaron las raíces y todos los grupos y corrientes dieron a Andrés Manuel López Obrador no sólo el reconocimiento de nuevo dirigente supremo, sino la facultad de imponer programa, dirigencia del partido y lo que serán los candidatos a jefe de Gobierno, senadores diputados, asambleístas y delegados.
¿Son de la "sociedad civil" del 24 de abril Arturo Núñez y Antonio Echevarría, el que mandó a volar al PRD luego de ser electo gobernador de Nayarit? ¿Son de la "sociedad civil" el de San Luis Potosí o el priísta resentido de Coahuila? ¿Es la "sociedad civil" el priísta-panista-ahora perredista Gabino Cué? ¿No se dijo que también son aspirantes Maricarmen Ramírez y José Guadarrama, quien mandó su mensaje de apoyo en los mítines recientes en Hidalgo para ser incorporada a ese tren con destino oculto que conduce el maquinista Manuel Camacho?
¿Qué pasó en ese ínter para que Marcelo Ebrard fuera candidato por el PRD a jefe de Gobierno, regresando así la ciudad al camachismo y sus negocios? ¿Y qué pasó para que la izquierda se quedara con la opción Jesús Ortega, uno de los protagonistas centrales de la deserción y la entrega?
La diferencia entre Ebrard y Ortega es que mientras el primero siempre ha sido de ellos y piensa como ellos, no lo ha ocultado; Jesús Ortega, en cambio, ha sido un operador del viejo régimen y contribuyó decididamente a entregar el partido no sólo a Camacho y Ebrard, sino a Guadarrama y otros peores. Con uno el PRD perderá ganando y con el otro se entregará la ciudad a lo peor del viejo régimen.
Este PRD que da la bienvenida a los despojos del salinismo y el zedillismo no puede competir éticamente con el priísmo y el panismo, porque son lo mismo: sólo los distingue la bendición de la mano papal ungida en el Zócalo el 24 de abril, que obtuvo todo el poder para decidir quién es bueno y quién es "sociedad civil".
¿Ese era el proyecto democrático en que creíamos? ¿Por qué triunfaron y se impusieron los que nunca arriesgaron nada?
Este reclamo, insisten, es producto del "resentimiento y el desplazamiento". Es la última justificación que les queda antes de asumir la actitud doblada de Moctezuma frente a los conquistadores para legitimar las traiciones a los compromisos que suscribimos en las calles, frente a la represión priísta de décadas, ante la condescendencia del panismo en la denuncia a la corrupción estructural del viejo régimen, que no se ha ido y a la cual se entregó el PRD, por lo que ahora sus candidatos principales son variantes de una misma descomposición política.
Por nuestros errores tenemos lo que nos merecemos. Las actuales opciones que ofrece el PRD para la ciudad y el país son en hombres, intereses, fuerzas, alianzas y conceptos, alternativas distintas a una visión democrática. Son las consecuencias de haber dejado de luchar y aceptar mansamente lo menos peor.