Usted está aquí: viernes 4 de noviembre de 2005 Mundo Gris fin del Ramadán, en Bagdad bajo sitio

Antes de la invasión de EU, calles, mercados y restaurantes estaban llenos de fieles

Gris fin del Ramadán, en Bagdad bajo sitio

KIM SENGUPTA THE INDEPENDENT

Ampliar la imagen Un familiar sepulta el cuerpo de un ni�uerto durante un ataque estadunidense en Ramadi FOTO Ap Foto: Ap

Bagdad, 3 de noviembre. El Eid, que para los sunitas marca el final del mes sagrado del Ramadán, se tambaleaba este jueves en Bagdad. La celebración se vio ensombrecida en una ciudad bajo sitio, en la que los habitantes nunca están del todo seguros de que no habrá una bomba o un tiroteo.

Dos policías murieron en una emboscada y los cuerpos de 12 hombres que habían sido secuestrados fueron encontrados, atiborrados en una estación de drenaje. El grupo Al Qaeda en Irak reivindicó el derribo de un helicóptero estadunidense, matando a dos marines; de hecho, se trató de un día tranquilo, en comparación con lo que es una jornada habitual en la capital iraquí.

Fue el día de la fiesta sunita con que concluye el mes de ayuno del Ramadán. Los días festivos sunitas muchas veces difieren de los de los chiítas, y este año el de esa comunidad será este viernes.

Si bien en años anteriores ambos grupos se han unido en la celebración del Ramadán, las crudas divisiones sectarias se han puesto en evidencia este año.

En el santuario chiíta de Kazimiyah, el imán Hazimal Araji, mientras blandía una Kalashnikov, instó a una multitud a corear consignas por la liberación del país. No de las fuerzas armadas estadunidenses y británicas, sino de los "terroristas" sunitas.

Clérigos advirtieron en mezquitas sunitas contra la supuesta hegemonía chiíta, contenida en la nueva Constitución iraquí. Pero el verdadero catalizador en todos estos sermones siguió siendo la protesta contra la continua dominación extranjera.

En Al Mahseen, oeste de Bagdad, un clérigo pidió a su congregación hacer donaciones generosas para ayudar "a los huérfanos creados por la ocupación estadunidense".

En el distrito de Mansur, un anciano encorvado estuvo parado en un crucero mostrando un letrero de cartón que decía: "Feliz Eid para el presidente Saddam Hussein". Numerosos automovilistas se detuvieron a darle dinero bajo las narices de policías armados, algunos de ellos con pasamontañas para no ser identificados.

Uno de ellos se encogió de hombros: "No está haciendo nada ilegal, ¿por qué habríamos de detenerlo?"

En otros tiempos, antes de la violencia provocada por la invasión, calles, mercados, cafés y restaurantes estaban llenos de fieles que festejaban el fin del mes de ayuno, al igual que los parques donde familias y amigos se reunían para hacer días de campo. Hoy, todo estaba vacío.

Los automóviles que circulaban a toda velocidad por las carreteras iban a reuniones familiares celebradas a puerta cerrada.

"Deberíamos salir a divertirnos, después de todo es el Eid", dijo Kamil Rashid, un electricista de 39 años, mientras se disponía a meter a toda su familia en un vehículo, en el sector de Arasat. "Pero si hay una explosión y uno de mis hijos muere, ¿cómo voy a perdonármelo? Simplemente vamos a tener que acostumbrarnos al hecho de que no estamos seguros afuera. Iremos a la casa de mi hermano".

© The Independent

Traducción: Gabriela Fonseca

 
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