Alejandro Alagón, Premio Nacional de Ciencias, señala criterios desiguales
"El gobierno apoyó a trasnacionales en detrimento de las ciencias básicas"
El investigador universitario desarrolló el primer antídoto contra la mordedura de la tarántula violinista
Ampliar la imagen El investigador con un ejemplar de tar�ula FOTO Jes�llaseca Foto: Jes�llaseca
Cuernavaca, Mor. Atrapado en la telaraña de su amor por los animales ponzoñosos, el científico Alejandro Alagón Cano, quien obtuvo el Premio Nacional de Ciencias, inventó el primer antídoto que se hace en el mundo contra la mordedura de la peligrosa tarántula violinista, para cuya producción ya no se necesita del veneno, ni de matar a las arañas. Tampoco se requiere tener 10 mil de ellas para obtenerlo, como marcaban antes los cánones científicos.
En el aracnario del Instituto de Biotecnología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), donde el investigador recibe a La Jornada, Alagón Cano muestra la belleza de estos ejemplares, saca de una de las cajitas a su tarántula consentida, y expresa también sus preocupaciones.
En el gobierno foxista, afirma, se ha calificado igual una investigación científica en el sentido más estricto que otra que "de ninguna manera" lo es, como por ejemplo hacer un trabajo de mercadoctenia para saber si la "defensa de un coche es mejor de tal o cual forma".
Con ello, añade, muchas "empresas trasnacionales se han beneficiado con los estímulos o programas" otorgados por el gobierno federal, al tiempo que se descuidaron los apoyos a la ciencia básica. A esto, enfatiza, "yo lo llamaría un apoyo tecnócrata desaprovechado".
Con una que otra tarántula caminándole sobre el brazo -aunque hay una, la vagabunda, que permanece bien guardada, "por cualquier cosa"-, el doctor Alagón Cano platica sobre sus contribuciones en el quehacer científico, mismas que también han tenido importantes beneficios económicos para la universidad.
Fondos para la investigación
Por los derechos de sus investigaciones sobre la saliva del vampiro para el tratamiento del infarto cerebral -de las que se hablará más adelante- un par de compañías alemanas pagaron 1.2 millones de euros, la suma más grande que ha recibido la UNAM por un invento en particular.
Pero antes de hablar sobre los vampiros y su saliva, el científico adelanta los detalles de este nuevo antídoto, único en el mundo, que ya está en proceso de obtener licencia y se registrará con el nombre de Loxmyn. Explica que es único en su clase "porque no utiliza veneno para su producción, sino toxinas recombinantes para inducir la respuesta inmune en los caballos. Es decir, los caballos producen los anticuerpos que después se inyectan a las personas para rescatarlas de los envenenamientos".
El antídoto, como se dijo antes, es para neutralizar los efectos de la mordedura de la tarántula violinista. A unos centímetros del doctor hay una de ellas. Bien podría decirse que tiene el cuerpo de un Stradivarius; su seductora silueta atrae la mirada, aunque lo mejor es no caer en el tejido de su poder de atracción.
Una mordedura de la violinista trae en consecuencia "una lesión circular, cuyos bordes van creciendo con el tiempo, al grado de que se va destruyendo la piel hasta perderla por completo, de manera que tú ves hasta el músculo que se encuentra abajo. Llega un momento en que la lesión se detiene y vuelve otra vez a cicatrizar, pero si la cicatriz es muy grande se tiene que hacer un transplante de piel", detalla.
Así que mejor de lejos que de cerca con la violinista, pero si alguien llega a ser su víctima ahora puede contar con una solución. El antídoto, señala el científico, se produce con toxinas recombinantes; esto significa que "lo que hicimos fue agarrar los genes de dichas arañas, aislar el gen que codifica para las toxinas, y esta información genética la introducimos a una bacteria que se llama Escherichia coli. Entonces conviertes a esa bacteria en una fabriquita de la proteína que tú quieras".
Con ello, en "dos días de trabajo y con cuatro litros de cultivo se genera la toxina equivalente a la que se encuentra en el veneno de 10 mil arañas", que son las que se requieren en el proceso convencional para obtener un lote de antiveneno. Como ahora son las bacterias las que producen las toxinas, ya no se usa veneno, ni se necesita matar a las arañas, ni tampoco a los ratones que se utilizan para experimentar.
De esta manera se reducen los costos de los insumos de las arañas hasta en 15 por ciento, pero también el tiempo y el esfuerzo que antes se utilizaban, porque "se tenía que ordeñar de una en una a las arañas. Y ordeñar a 10 mil te puede tomar tres o cuatro meses".
Además, destaca que este producto tiene cobertura para todo el continente americano, porque desde su inicio se diseñó para que sirva a la región. Pese a que en México no se tiene un registro de los casos de mordedura de la violinista -en Estados Unidos se reportan 3 mil casos anuales-, se estima que este antídoto podrá ayudar a centenares de personas en el país.
La contribución del doctor Alagón en el mejoramiento y desarrollo de nuevos antivenenos ha tenido impacto a escala nacional e internacional. Estos ya tienen un lugar en la farmacopea mexicana y en el cuadro básico del IMSS. El Alacramyn se aplica anualmente a 250 mil personas que sufren de la picadura del alacrán en el país y ha permitido reducir el número de muertes de 300 casos en 1995 a 70 actualmente.
El Aracmyn (antiaraña viuda negra o capulina) y el Coralmyn (antiserpiente de coral o coralillo), cuya comercialización se inició en 2000 y 1999, respectivamente, también comienzan a mostrar importantes beneficios. De hecho, señala que el Alacramyn será probablemente el primer medicamento desarrollado 100 por ciento en México que es aceptado por la Food and Drug Administration (FDA) de Estados Unidos y que se usa en aquella nación.
Los vampiros y la ciencia
La historia del científico con los vampiros comenzó hace más de dos Sólo hay tres especies en el mundo, y todos son americanos. Los vampiros, precisa, son los murciélagos que se alimentan de sangre; tienen unos colmillos triangulares con una base que mide entre un milímetro y medio y dos, y una altura de poco más de dos milímetros.
Los vampiros "no chupan; lamen y lamen la sangre que está saliendo"; puede ser la de una vaca, que es su presa preferida, o la del hombre, cuya sangre no es tan sabrosa para ellos. Uno solito se puede tomar 15 mililitros de sangre, y varios hacen cola para alimentarse de la misma herida. Así que el primero que come es el que muerde, y luego sigue el otro, y el otro, comenta.
De la incisión que hacen puede fluir sangre equivalente a la cantidad que se necesita para llenar un vaso. La herida que dejan la impregnan con su saliva, en la que se encuentran sustancias anticoagulantes, explica.
Aquí es donde entra la relación del doctor Alagón con estas peculiares especies. El científico empezó a investigar los componentes de la saliva del vampiro; particularmente, la enzima que degrada los coágulos sanguíneos, y encontró importantes beneficios para el tratamiento de personas que sufren un infarto cerebral.
Aunque en el mercado ya había una molécula muy exitosa que degrada coágulos y se utiliza para el infarto al corazón, señala que la del vampiro, a diferencia de la primera, sólo actúa donde se encuentra el coágulo, y no produce efectos secundarios como puede ser una hemorragia intracraneal.
Precisa que la otra molécula no funciona para el tratamiento de infartos cerebrales y tiene efectividad nada más de tres horas, luego de ocurrido el infarto, mientras que la del vampiro tiene una ventana terapéutica de nueve horas.
Hoy día, esta molécula que originalmente fue extraída de la saliva del vampiro recibe el nombre de Desmoteplase. Ahora se produce "con tecnología del DNA recombinada" y dos compañías alemanas desarrollan el producto para llevarlo a la fase clínica.
Estos descubrimientos, así como su participación en el desarrollo de una tira para hacer tamizaje de niños recién nacidos con el propósito de detectar si son potenciales enfermos de hipotiroidismo congénito neonatal, han llevado a reconocer al científico Alejandro Alagón Cano con el Premio Nacional de Ciencias 2005, en el campo de tecnología y diseño.