Participará en un coloquio internacional sobre su obra y la de Juan José Saer

La literatura ocupa el lugar de la incertidumbre, dice Ricardo Piglia

El autor de Plata quemada eligió contar historias para conjurar dudas y crear certezas

Mantendrá un diálogo con José Emilio Pacheco, el próximo viernes en El Colegio de México

MONICA MATEOS-VEGA

La literatura ocupa un sitio relevante en el mundo moderno porque es el lugar de la incertidumbre, asegura el escritor Ricardo Piglia (Androgué, provincia de Buenos Aires, 1941).

El narrador se encuentra en México para participar en un coloquio internacional, organizado por El Colegio de México, donde críticos e investigadores analizarán su obra y la de otro pilar de la narrativa argentina contemporánea, el recién fallecido Juan José Saer (1937-2005).

En entrevista con La Jornada, el autor de Respiración artificial (1980) desmenuza y define las características del oficio de ''contador de historias'' que eligió para dedicarle toda la vida, como manera de conjurar dudas y construir certezas.

''Tanto los jóvenes de ahora como los que vivieron en la época de William Shakesperare o de Fedor Dostoievski enfrentan nudos parecidos; hay ciertas preguntas e inquietudes que persisten, para las cuales la literatura es una de tantas respuestas, quizá la más benéfica.''

Piglia asegura lo anterior con conocimiento de causa. Cuando tenía 16 años y su familia tuvo que mudarse, ''debido a una historia política, una cosa de rencores y odios barriales'' de su ciudad natal (''un lugar lindo, donde Jorge Luis Borges solía veranear''), a Mar del Plata, contrariado por ese forzoso ''exilio'' comenzó a escribir un diario para tratar de ordenar lo que entonces consideraba su caótica realidad.

Laboratorio de la vida

''En realidad fue una experiencia bastante trivial'', expresa Ricardo Piglia, ''pero para mí fue abandonar mi pueblo, mis amigos; me sentía como el propio Ulises. Ahora bromeo diciendo que en realidad publico libros de ficción para darme a conocer y publicar ese diario''.

Lo cierto es que la literatura apareció en la vida del joven Piglia como una solución a sus inquietudes del alma, pues ''a menudo la literatura es un laboratorio de la vida, donde podemos aprender, inclusive, ciertas relaciones con el amor.

''Cuando leemos novelas hacemos la experiencia de la vida a veces más intensa, o más perfecta o más dramática.

''La literatura, a diferencia de la pintura o la música, tiene la particularidad de no requerir una lengua distinta, es decir, un escritor hace su arte con los materiales más cotidianos.

''Por eso la persistencia de la literatura tiene que ver con la idea de experimentación. La literatura es una especie de bosquejo raro. En la vida, claro, no los hay. Uno vive el día a día sin guión. Por eso la literatura es una tentativa de algo que se supone que uno puede vivir.''

Por crear espacios de discusión

Pligia asegura que su mirada respecto de las nuevas tecnologías en relación con la literatura no es apocalíptica, ni comparte la idea de quienes decretaron la muerte del libro con la llegada de Internet.

''La narración existió y existirá siempre, es algo que forma parte de la relación que tenemos con el mundo. La escritura de novelas es un momento de la narración que persistirá y deberá adaptarse a las innovaciones tecnológicas. No obstante, la importancia de los libros hoy, en comparación con otro momento de la cultura, se encuentra en una situación difícil, no en crisis. Todos debemos insistir y luchar para que eso cambie: crear espacios de discusión alrededor de la literatura.''

En su novela Prisión perpetua (1988), el escritor describe un poco ese momento de su juventud cuando se enfrentó a la primera página en blanco de su diario, un pretexto también para hablar de los porqués de las partidas.

Imaginando, a la manera borgeana, que Piglia se encuentra con su otro yo de 16 años, el autor señala que ''le daría algunos consejos a ese joven Ricardo; algunos no los puedo decir en público, pero son básicamente para evitarse sufrir más de lo necesario. Cuando uno se mira a sí mismo de joven reconoce situaciones que se podrían haber vivido con más ironía. Bueno, seguro le diría 'cuidado con esa mujer' y el me contestaría: 'de ninguna manera, no escucho ese tipo de consejos'. También le diría, más bien le exigiría que se pusiera a estudiar alemán. En cambio, él me diría que está muy decepcionado, porque se hacía unas ilusiones increíbles''.

Emocionado por el coloquio en honor a su obra, en el que participarán, entre otros, Anthony Stanton y José Emilio Pacheco, con quien Piglia mantendrá un diálogo el próximo viernes a las 13 horas en El Colegio de México, el autor de La ciudad ausente (1992) dice que es una ''experiencia notable'' la lectura de los desconocidos, una de las mejores cosas que un escritor puede recibir.

Acerca del fallo que la Corte Suprema de Justicia de Argentina emitió el pasado 3 de octubre en el que condenó al escritor y a editorial Planeta a pagar una indemnización a otro novelista por la ''manipulación'' de uno de los concursos literarios más importantes de ese país en su edición 1997, el cual ganó Piglia con su obra Plata quemada, el autor señaló que su ilusión es escribir un libro sobre esa experiencia.

''Es un reflejo muy nítido de lo que pasa actualmente en la literatura. Antes los escritores eran llevados a los tribunales por obscenos o subversivos, ahora por cuestiones relacionadas con el mercado, como si fuéramos responsables de la existencia de esa industria. Sé que fui condenado, y con sinceridad digo que no sé de qué se me acusa. Quienes tienen que ser cuestionados por ese asunto son los jurados o los organizadores, no yo'', concluyó.