El movimiento necesario
La crisis, traición y descomposición del PRD plantea un reagrupamiento para la reconstrucción ética, programática y política de la izquierda mexicana y del país entero.
La tarea central es la liberación nacional, no únicamente de los intereses ilegítimos externos, sino de los de la oligarquía interna y de todos aquellos que se le han aliado. No se trata de encerrarse: hay que abrirse a las ideas más avanzadas del mundo contemporáneo y solidarizarse a favor de la paz, los derechos y la justicia universales. Se necesita un movimiento de liberación que tenga como centro el humanismo.
Un movimiento que cuestione de fondo el actual sistema de partidos, el control ideológico y político impuesto a través de los medios electrónicos de comunicación monopolizados por menos de 15 familias profundamente conservadoras, autoritarias y corrompidas. Un movimiento que exija congruencia entre lo que se dice y lo que se hace, que conciba la política como desarrollo del pensamiento, y los conceptos y la organización de fuerzas con base en intereses legítimos.
México requiere un movimiento inserto y activo entre los sectores productivos que hacen posible el país de manera presente y futura y que han sido golpeados por el proceso de integración económica. Campesinos y productores del campo, trabajadores agrícolas, medianos y pequeños empresarios mexicanos orientados hacia el mercado interno y la exportación; trabajadores y empleados, profesionistas, maestros, investigadores, artistas e intelectuales unificados en torno a la idea de transformar profunda y estructuralmente al país. Un movimiento que no tema lo emergente, revolucionario y liberador.
No hay país posible, si no hay una valoración del trabajo, que es fundamental en la recuperación de la dignidad nacional. El valor del trabajo dignifica y sustituye la política clientelar y de manipulación, construye una sociedad y un tejido social con identidad propia, no sujeta a la caridad ni a dar a los pobres las migajas de los ricos, mientras se sigue cavando una sociedad injusta.
Liberar al país es protegerlo. Liberar sus sectores productivos frente a la traición de los gobiernos que pactaron tratados comerciales y económicos en contra del interés nacional es una tarea de reconstrucción nacional.
Hoy ningún partido político registrado representa mínimamente el interés nacional ni del pueblo de México. Sumidos en la descomposición, la corrupción, la ineptitud y la demagogia, los partidos y la clase política que agrupan se han convertido en uno de los graves problemas del país.
Los partidos actuales y esta clase política ya son parte de un nuevo y más perverso sistema de control que simula una vida democrática, pero sojuzga, estanca, manipula, individualiza y mediatiza la conciencia. Sólo existe la competencia para ver quién es peor. Campañas y candidatos extraen al erario y a la población dinero y recursos para fortalecer a los grandes monopolios como las televisoras, cuya propaganda engañosa no busca sino proteger los intereses de los grupos oligárquicos.
La competencia se ha convertido en la medición de fuerzas de aparatos clientelares y corporativos con base en los presupuestos públicos y las erogaciones privadas e ilícitas. El círculo que forman prerrogativas-espots-encuestas se ha convertido en el instrumento oligárquico para desprestigiar a la política y conducir a la sociedad a un régimen autoritario. Con una democracia ineficiente como la actual, que no resuelve nada a la mayoría, se contruye la ideología de una política intolerante y represiva que garantice de nuevo los intereses de la minoría, beneficiarias de los regímenes priístas, panistas y perredistas.
Se necesita un movimiento liberador de la política, la economía, la educación, el trabajo. Que no "dé a los pobres", sino que organice a la sociedad desde abajo. El ofrecimiento de un gobierno "más barato" es una falacia, pues los gobernantes y presidentes no se enriquecen con su salario, sino con el poder, la discrecionalidad, la corrupción y la arbitrariedad. La liberación de México no puede darse ofreciendo resentimiento, pero sí la vía reformadora para que haya justicia. La tarea no es dar, sino organizar para construir una sociedad justa.
Un movimiento a ritmo de jazz en el que exista un programa central en el que cada célula, instrumento, lucha o cada organismo tengan derecho a crear, a tener iniciativa, apoyados por todos para no perder la la estrategia ni la táctica, acompañados para ello de la firmeza de principios.
Un movimiento que custione el país actual, su estructura e instituciones. Que recurra al pasado y a la memoria para no repetir errores, pero que sea un referente de transformación y de futuro. Que coloque al neoliberalismo y sus aliados a la defensiva. Para todo ello se requiere construir un movimiento con las mejores mujeres y hombres de México. Se necesita un movimiento de liberación nacional.