Usted está aquí: lunes 24 de octubre de 2005 Deportes Lo que no se puede explicar

José Cueli

Lo que no se puede explicar

Rafael de Paula, el torero gitano fue objeto de un homenaje en el museo de la plaza de toros de Las Ventas, en Madrid, que incluía la presentación del libro Lo que no se puede explicar, de uno de sus hijos, escrito según sus propias palabras "como aficionado" y no como hijo, ¿será?, y la presencia de sus compañeros de tantas corridas Curro Romero y Antoñete.

Lo que sí, el toreo de Rafael de Paula obedece al título del libro, Lo que no se puede explicar. Toreo entrañado de duendes, marcado por la hondura, poesía y herencia gitana sin folclorismos, entrañados y fundidos entre sí. Invención y al mismo tiempo integración rigurosa, en la honra tauromaquia de Rafael de Paula.

Muchos son los imitadores de Rafael a los que falta "la naturalidad" y misterio del toreo gitano. Tratando de extraerle desordenadamente los tópicos que, en él, tenían sentido y fuerza de conjunto. Torerillos que se inventan gitanerías -mucha pose y poco fundamento- y ni hablar del "duende". Un ultragitanismo empalagoso, barroquizante, que ni idea tiene de ese toreo que "no se puede explicar", aunque fuera plasmado a cuentagotas. No fue un toreo anquilosado para repetirse. Todas las tardes, toreo inesperado e indescifrable fuera de lo real que prescindía inclusive del público e incluso parece que sus momentos de culminación estética se daban en el regocijo del cortejo al cobijo de las sombras de la noche. No es de extrañar que este toreo paulista que "no se puede explicar" propiciara un especial fanatismo de adictos e incondicionales que aún le seguimos viendo en el ruedo de la mente, marcar la verónica mágica que daba, no con las muñecas sino en las palmas de la mano. ¡Venga palmeo!

 
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