¿LA FIESTA EN PAZ?
Insólita cosecha
LUEGO DE 12 largos años de ensayo y error, la empresa de la Plaza México empleó la única fórmula mundialmente probada para descubrir, promover y sacar figuras en cierne: haber antepuesto la valoración al amiguismo y haber repetido, a veces en exceso, a aquellos jóvenes que demostraran entrega, aptitudes y sello propio.
LAS SEÑORITAS TORERAS no salieron muy bien libradas, ya que a la rejoneadora Mónica Serrano y a la guapa Elizabeth Moreno les sonaron los tres avisos en sendos novillos; Marbella Romero no mostró adelantos e Hilda Tenorio, luego de una apoteósica tarde en que se alzó con tres orejas -undécima novillada-, reapareció en la decimocuarta frente a un manso y peligroso encierro de Guanamé, lastimándose los ligamentos e interrumpiendo sus actuaciones.
DIEZ MUCHACHOS POR lo menos, de los 35 que se presentaron, respondieron a las oportunidades brindadas, cada uno en su respectivo nivel técnico, artístico y de mentalidad, todos a merced de un empresariado taurino renuente a establecer una verdadera coordinación interempresarial taurina, capaz de sacar adelante en corto plazo a esta decena de jóvenes.
JUAN LUIS SILIS es probablemente el novillero más puesto, con más recursos y mayor solidez técnica para dar el paso a la alternativa sin necesidad de reajustes del novillo al toro. En las únicas dos tardes en que actuó, al final de la temporada, enfrentó con solvencia novillos con problemas y acusó una tauromaquia sobria no carente de sentimiento.
PAUL CORTES, QUE en sus inicios derrochaba un valor espartano, en seis actuaciones anduvo entre altibajos, pues si bien cortó cuatro orejas y hasta le indultaron, indebidamente, un noblote novillo de Rancho Seco, acusó cierta complacencia y escasa expresividad.
JOSE MAURICIO POSEE todas las cualidades para ser, en corto plazo, un torero con imán de taquilla: valor sereno, quietud y cabeza en la cara del toro, personalidad y simpatía, verticalidad y muy buen gusto al realizar las suertes. Prueba de ello es que, en el festejo de triunfadores, el público, expectante, le exigió en demasía.
FERMIN RIVERA, CON sólo 16 años de edad, demostró una madurez extraordinaria no sólo para templar y mandar a los novillos sino para asumir con responsabilidad una dinastía que en su caso en vez de inhibirlo lo fortalece. El desusado arte de saber tirar de los toros y ligar los muletazos es su principal cualidad.
GITANILLO DE TLALPAN, apodo de Rodrigo Muñoz, es de los llamados toreros de pellizco. Tras deslumbrar al público la tarde de su presentación con un toreo hondo y estético, en la siguiente sufrió grave cornada en el vientre. Juan Chávez, que cortó oreja en su presentación, ya no asegundó, pero posee una intuición que lo puede llevar lejos. Al igual que Pepe López, con un sello que requiere consolidación. En el mismo caso, otros firmes prospectos como Pepe Murillo, Ernesto Sánchez y Oscar Rodríguez.
EL PALENTINO, SOBRENOMBRE del español Juan José Vian, causó sensación la tarde de su debut con una entrega novillera intemporal -quedarse como un poste independientemente de la embestida del toro-, y todos, absolutamente todos los mencionados, sólo podrán evolucionar y consolidar sus cualidades si consiguen torear con regularidad, ahora en plazas de los estados.