Décima montañista del mundo y primera latinoamericana en completar el Grand Slam
El respeto a la montaña, el regreso y la experiencia, lo más valioso: Wheelock
Los peligros ante las tribus del indonesio Carstensz, la mayor dificultad, refirió la escaladora
Ampliar la imagen Karla Wheelock est�ominada el Premio Nacional de Deportes 2005 FOTO Karla Wheelock Foto: Karla Wheelock
No "conquistar" la cumbre, sino respetar la montaña mientras la asciende y completar el viaje de regreso cargada de experiencias, es el mayor valor que para Karla Wheelock tiene haber concluido en el monte indonesio Carstensz el Grand Slam del montañismo, para convertirse en la décima mujer del mundo y la primera latinoamericana que lo logra.
La cima del Everest, la más alta del mundo (8 mil 848 metros sobre el nivel del mar) que alcanzó el 19 de mayo de 1998 como primera mexicana y latina en lograr el ascenso por la ruta norte, fue una de las siete montañas en su búsqueda del Grand Slam, que inició en 1993 con el Aconcagua (6 mil 962).
La montañista coahuilense y paisana de Ricardo Torres Nava, también primer mexicano que completó el Grand Slam, combinó la maternidad (tiene dos hijas) con los ascensos de las cimas más altas de cada continente que le restaban en los siguientes siete años:
En 1999, el Monte McKinley (6 mil 194), en Norteamérica, y el Monte Elbrus (5 mil 642), en Europa; en 2000, el Kilimanjaro (5 mil 900), en Africa; en 2002, el Masciso Vinson, en el Antártico, y selló la hazaña con el Carstensz (4 mil 884), en Indonesia.
La mayor dificultad de este último, relató la escaladora, fueron los obstáculos que enfrentó su expedición, compuesta por estadunidenses, alemanes y británicos, para atravesar por la provincia de Irían Jaya, que vive entre movimientos separatistas de tribus, algunas de ellas guerrilleras.
Aunque contaban con un oficial de enlace y un helicóptero ruso que los acercó al campamento base, los conductores de la nave tuvieron problemas de visado y regresaron sin aviso, mientras el traductor tuvo que retornar al poblado, donde supuestamente tramitaría un permiso policial que les faltaba, pero finalmente los abandonó.
Inclusive se llevó los pasaportes, afuera de una mina de oro, una de las zonas más prohibidas del territorio.
"Quedamos en calidad de detenidos. En realidad no sabíamos nuestro destino porque primero nos encerraron en la mina y luego nos subieron a un camión.
"Siempre rodeados de gente con armas de alto calibre y no sabíamos si cumpliríamos el objetivo", recordó Karla con cierto humor.
Mediante un teléfono satelital -como aquel con el que se convirtió en la primera persona del mundo en comunicarse desde la cima del Everest-, los expedicionarios llamaron a oficinas de derechos humanos, a Holanda, a Bélgica y a gente que estaba relacionada con la embajada de Estados Unidos (dueño de la mina) en Yacarta.
"Finalmente salimos de ahí, sin porteadores, cargando con más equipo. Llegamos y fue hasta pisar la cima cuando me felicitaron, cuando me di cuenta que había terminado, que había cerrado el ciclo", expresó Wheelock, quien dijo tener en mente otras montañas, objetivos que comentará cuando los haya estructurado bien.
"Traje unas piedras, como lo hago en cada cima, en la parte física, pero lo más grande que gané es la experiencia", dijo la montañista, quien viajó cubierta por un seguro de amplia cobertura que le confió uno de sus patrocinadores, siempre pensando en sus hijas.
Confió que desde meses antes de iniciar la expedición preparó a la mayor, Valeria, con cuentos para dormir todas las noches acerca "de la mamá jirafa que iba a la montaña. Luego de la mamá osa, otro día de la leona, todas similares, así que aunque me llegó a decir 'ya basta', el día que me fui le pareció lo más natural".
Karla Wheelock, de 37 años, está nominada al Premio Nacional de Deportes 2005, en cuyo jurado participa el montañista Carlos Carsolio, respecto a lo cual sólo sonrió y comentó que lo único que le pediría a su colega es "ser lo más objetivo posible".
Y es que para ella no es un placer tocar el tema del claro divisionismo entre los montañistas mexicanos, pero abiertamente lamentó que sea la realidad. "Me duele mucho que no respetemos cuando se critican los logros de los compañeros, aunque no es general", expresó.
Sin el afán de hacer cuentas, Karla respondió a la pregunta del costo del Grand Slam y calculó que para cubrirlo los patrocinios en efectivo se acercaron al medio millón de dólares.
"Ya tendría una casota. No es así, pero lo mejor que tengo es muchos proyectos por realizar", concluyó.