Emitido en abril, obliga a jardines de niños privados a tener profesoras con título
Decreto de la SEP genera abusos contra educadoras de prescolar
Dueños de algunos planteles exigen a maestras con larga experiencia, pero sin documentos, realizar labores de limpieza o cambio de pañales bajo amenaza de despido, denuncian afectadas
Ampliar la imagen Actividades recreativas al aire libre en un jard�de ni�de la ciudad de M�co. Imagen de archivo FOTO Yazmin Ortega Cortes Foto: Yazmin Ortega Cortes
Sin documentos que certifiquen su preparación, alrededor de seis mil 548 educadoras de nivel prescolar que prestan servicio en colegios privados de la ciudad de México están en riesgo de perder su empleo o ser relegadas a actividades que nada tienen que ver con su quehacer pedagógico, ante la disposición de la Secretaría de Educación Pública (SEP) que obliga a los jardines de niños a contar con personal que tenga título de profesor o licenciado en este nivel de enseñanza.
Datos de la dependencia federal precisan que de las 14 mil 391 docentes de ese nivel en la capital del país, 45.8 por ciento no cumplen con el perfil requerido, lo que aprovechan los propietarios de algunas escuelas privadas para cometer abusos laborales que llegan hasta el despido.
Lizbeth Camacho González, asesora en educación prescolar de la Administración Federal de Servicios Educativos en el DF, admite que desde abril pasado "buena cantidad de personas han sido despedidas" con ese pretexto. Incluso, agrega, la SEP ha recibido denuncias de las maestras, en el sentido de que "como les dieron el lineamiento nos están despidiendo".
Sin embargo, la dependencia se lava las manos y argumenta que nada puede hacer al respecto. "No somos la instancia para resolver estos conflictos, porque se trata de un problema entre particulares", justifica la funcionaria, quien dice no tener cifras que muestren la magnitud del problema, porque no es un área de su competencia.
"Es como trabajar de ilegal"
Un ejemplo de la indefensión laboral en la que se encuentran las educadoras en el Distrito Federal es la situación que vivió Claudia Belinda Ortega Vázquez, de 37 años, madre soltera de dos hijos, quien sintetiza con una frase la pesadilla en que se ha convertido no tener título profesional: "Es como trabajar de ilegal o clandestinamente, como los indocumentados en Estados Unidos, pero en la ciudad de México".
Limpiar pisos, preparar los alimentos, cambiar pañales y hasta hacer funciones de office boy fueron las actividades a las que fue sometida antes de verse obligada a renunciar, por no contar con un documento que avalara los conocimientos que adquirió durante 10 años al frente de grupos de niños de tres a cinco años, en planteles de colonias populares de la ciudad.
Ella sólo estudió hasta el segundo año de preparatoria. Por un tiempo consiguió un puesto de secretaria en el Instituto de Seguridad Social para las Fuerzas Armadas Mexicanas (ISSFAM). "Cuando me quedé sin trabajo, en la guardería a la que llevaba a mis hijos vi un anuncio en el que se solicitaba personal. Me aceptaron y ahí empecé a hacer mis pininos, y después fui subiendo de nivel", relata.
Después de su primera experiencia, que duró seis años, ingresó al centro comunitario Pampapipiltzin, donde aprendió el sistema pedagógico Montessori y tomó cursos de educación especial y sicomotriz. De nada le sirvieron cuando, en busca de mejor salario, comenzó a trabajar en el jardín de niños Walt Disney, ubicado en la colonia Carmen Serdán, en la delegación Coyoacán. "O cuidas a los bebés o te vas", fue la sentencia, que recibió como balde de agua fría, hace unos meses. "Aguanté mientras pude", dice.
Considera que la idea de regular el prescolar es buena, pero "lo que no se vale es que a gente que tiene tantos años de experiencia la hagan a un lado porque no tiene papeles".
La historia de Claudia es sólo un reflejo de lo que les está ocurriendo a cientos de educadoras que, como ella, adquirieron sus conocimientos de manera autodidacta. A decir de Alejandra Aguilar Hernández, quien hace 22 años fundó el Centro Pedagógico Makarenko, la mayoría son madres solas, que han encontrado en esta labor una fuente de trabajo que además les permite cuidar a sus hijos.
Algunas sólo tienen primaria, otras bachillerato y unas más carrera técnica, como asistente o auxiliar educativo, refiere. Enfatiza que, a falta de título, estas educadoras tienen años de experiencia, convicción y entrega a su trabajo. Son tan competentes o más que las que tienen un documento. "Las que tienen estudios, si un niño se les hace del baño lo mandan con el conserje. Yo no estudié para eso, dicen".
La certificación, un rumor
Camacho González argumenta que el decreto de la SEP sobre la obligatoriedad de la educación prescolar incluye un apartado en el que se establece que al personal de esos centros educativos se le respetarán sus derechos y la experiencia adquirida, porque se tiene la expectativa de que en los próximos años cuente con la certificación profesional.
Explica que se han abierto dos opciones: quienes cuentan con una carrera afín a la de educación prescolar pueden validar sus estudios en la Universidad Pedagógica Nacional (UPN), en el Centro de Actualización del Magisterio o en las universidades La Salle, Hebraica e Iberoamericana.
La otra alternativa, para quienes tienen experiencia pero no cuentan con estudios profesionales, es presentar un examen en el Ceneval.
Sin embargo, la información sobre esos cursos de profesionalización sólo circula como un rumor en los pasillos y las aulas de los colegios privados.
"La verdad, en la mayoría de los jardines de niños no te lo dicen, porque a los dueños nos les conviene que salgas antes de cumplir tu horario de trabajo para estudiar; es su negocio, y si no tienes papeles simplemente te echan", relata Claudia, quien recuerda que intentó, sin éxito, movilizar a otras compañeras para defender sus derechos, pero prefirieron aguantar lo que fuera con tal de conservar su trabajo.