Usted está aquí: lunes 17 de octubre de 2005 Estados "En Siltepec nunca había pasado esto; pensé que era el fin del mundo"

A pesar del peligro no me iré de aquí, dice Toribia, de 87 años

"En Siltepec nunca había pasado esto; pensé que era el fin del mundo"

ELIO HENRIQUEZ CORRESPONSAL

Siltepec, Chis., 16 de octubre. Doña Toribia Pérez Gutiérrez lleva diez días llorando su desgracia y preguntándose qué pecado cometieron los habitantes este municipio para ser castigados con tanta fuerza. La magnitud de la tragedia que arrasó con su comunidad y dejó miles de damnificados la hizo pensar por un momento que "ya era el fin del mundo".

Jamás vio algo igual durante sus 87 años de vida, ni la naturaleza le había arrebatado en forma tan repentina su patrimonio: su casa y un pequeño cafetal que le había dado de comer todo el año.

Su humilde vivienda estaba en la comunidad Vega de Guerrero, municipio de Siltepec, y junto con decenas de casas fue arrastrada por la corriente de las aguas del pequeño río que el 4 de octubre anterior, a consecuencia de Stan, tuvo un nivel nunca visto.

Al igual que muchas otras comunidades de la zona, Vega de Guerrero -situada a una hora de la cabecera municipal- estaba ubicada justamente a la orilla del río. Doña Toribia nunca en la vida pensó que el río se cobraría con devastación las aguas que hicieron productivas las tierras que le dieron de comer durante tantos años.

"Nunca pensé que pasara esto, de repente nos tocó y salimos corriendo; toda la gente buscó subir a la loma para salvarse. A mí me agarraron mis nietos y me subieron", contó.

En la parte alta del poblado, desde la casa de uno de sus 12 hijos, vio cómo el agua se llevaba sus dos hectáreas y media de cafetal, su casa, sus camas y demás pertenencias. El cafetal le daba 15 bultos anuales; "sólo del café vivía yo", dijo con tristeza.

Doña Toribia suspiró hondo. Abundantes lágrimas le escurrieron por las mejillas. Después de una pausa, lamentó: "¡Ay, Dios... perdimos todo! Y ahora que había subido un poquito el precio (del café)".

Hizo otra pausa y cuando el recuerdo de su desgracia volvió a su mente el llanto fue más intenso. "Don Chico Moreno (vecino también anciano) dice que hace como 70 años pasó algo igual, que hubo muchas afectaciones, pero quién sabe."

Relató que en esta ocasión el río "sí daba miedo, llevaba una gran palazón que las fuertes corrientes habían derribado a su paso; cómo rumbaba. Daba miedo. Sí, como si fuera el fin del mundo. Yo pensé: 'ahora sí vamos a acabar'. Iba arrancando todo, y para dónde nos íbamos a hacer. Sólo esperábamos la voluntad de Dios, pidiéndole que no se cayera el bordecito donde estábamos recomendados en la casa de mi hijo.

"Yo soy católica, y le pedía a Dios que nos librara, pero ni tiempo de rezar dio, todos se regaron y corríamos para salvarnos. Ni el templo respetó el río. Quién lo iba a pensar", acotó doña Toribia.

Junto con su familia y sus vecinos doña Toribia, que no sabe leer ni escribir, fue llevada a un albergue ubicado en una escuela primaria de la cabecera, donde permanecía hasta la mañana de este domingo. Como queriendo olvidar la tragedia, reprochó con ironía para qué la llevan a la escuela, ahora que "ya soy vieja".

No muy convencida, afirmó que a pesar de los riesgos ella deseaba volver a la casa donde pasó toda su vida, porque "no nos hallamos en otro lado. Vamos a vivir aquí, ni modo. A ver qué va a pasar".

Resignada, confiada en su fe católica, enfatizó: "Vamos a esperar la bondad de Dios".

 
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