Usted está aquí: miércoles 5 de octubre de 2005 Opinión Postrimerías de un modelo y su gobierno

Luis Linares Zapata

Postrimerías de un modelo y su gobierno

Con un pretendido gabinetazo enfilado ante el presidente Fox que recogía, de una de sus hijas, un crucifijo cristiano, la entonces inaugural administración de los gerentes, dedicada por dicho propio a empresarios (tal vez creyentes), enfrenta ahora, admítanlo o no, su fase terminal. Devastadores golpes se le van acumulando con el paso de las horas. La semana que corre ha puesto al gobierno federal ante una realidad que siempre ha sido terca, viva y, con frecuencia inusitada, inmisericorde con los incautos, torpes y timoratos que osan dirigirla sin contar con las calificaciones requeridas, aunque sean las mínimas.

Las urnas panistas han puesto en su lugar a Santiago Creel el pasado domingo. Por largos años ha sido el preferido de Fox, de su esposa Marta y, por derivación obligada, del chico y achicado grupo Guanajuato. El dedazo, ahora revestido de sentimental envoltura de pareja, se estrella ante la apatía de los adherentes del panismo y el franco rechazo de los militantes activos a su candidatura.

Ese mismo domingo, el PRD se alzó con un triunfo indiscutible en Guerrero sobre un priísmo desarticulado y sin la fuerza que, en otros lugares y con la utilización gandallezca de los recursos públicos (Veracruz, Oaxaca, estado de México, Nayarit o Coahuila, por sólo citar los recientes y cuestionados "éxitos" del PRI) y en ocasiones con la ayuda de algunos jueces, logra quedarse con los puestos públicos en disputa. El mensaje de los guerrerenses puede ser leído con un poco de atención que se ponga al fenómeno electoral ocurrido en esas calcinadas tierras, azotadas por la miseria y el abandono. No más del mismo deterioro. La revuelta hacia la izquierda de los sureños ha tardado en concretarse, pero al fin llegó para quedarse largo tiempo.

Y, para empezar la semana en curso, el director del IMSS, Santiago Levy, el postrer y aguerrido talibán del neoliberalismo, fue obligado a renunciar. La cerrada y amenazante oposición del sindicato de ese instituto, tan importante para la tranquilidad social de la nación, no permitió a final de cuentas que se le pusiera en la disyuntiva del todo o nada.

Demasiados volados a la quijada de un desinflado gobierno y su modelo, que se tambalea sin atinar con la esquina correspondiente, donde por cierto ya no podrán reanimarlo. Hasta un grupo prominente de empresarios, capitaneados por Carlos Slim con apoyo de inmenso aparato difusivo, presentó una serie de líneas básicas de acción que pueden verse como alternativas a las hasta hoy seguidas por Fox y por varios de sus antecesores priístas.

La intención del selecto grupo es inocultable. Se dirige, con premura y hasta podría decirse con angustia, hacia esa opción de izquierda que encabeza un López Obrador que se escapa al estricto control antes ejercido sobre los candidatos y sus derivados gobiernos. Sostienen tales negociantes de privilegios que son urgentes algunos ajustes, tratamientos adicionales que modifiquen las reglas que han sido diseñadas para sus propias ventajas. El ejemplo, si esto es posible hacerlo como ejercicio de sana voluntad, debe ser puesto por ellos en la instrumentación cotidiana de las organizaciones productivas bajo su completo dominio. En el fondo la proclama de esos poderosos hombres de negocio (y adláteres que los acompañaron en la firma) subraya la desconfianza de que los abanderados del PAN y el PRI o el liquidado gobierno actual puedan garantizarles, a futuro, sus masivos intereses.

La intentona continuista de Fox y su pareja hace agua como fácilmente se puede observar. Creel, su cachorro, está acabado, aunque se niegue a pasar a la caja registradora donde le podrían extender su acta de finiquito. Boqueando sangre a chorros, sigue dispuesto a recibir mandobles adicionales en toda su indefensa humanidad. Los duros acontecimientos mencionados dan fiera cuenta del ya bastante propagado deceso de un modelo de gobierno en franco retiro por penosa inanición.

La despedida-liquidación de Levy pone de manifiesto la quiebra de un modelo antisindical que puso el acento en el obligado y hasta debido (se presumió con altavoces) sacrificio de los trabajadores. La propalada como segura quiebra del IMSS parece posponerse debido, simplemente, a la fuga hacia afuera del tesonero tecnócrata.

El valeroso relevo asegura, de manera tan repetida como mentirosa, que dará cabal cumplimiento a la ley. Una ley que, impuesta mediante cupular alianza con la dirigencia priísta capitaneada por Roberto Madrazo, se convirtió en un callejón cuya salida es la huelga. Un albazo que choca de lleno con la organización de los trabajadores del IMSS y sus aspiraciones, conquistas y, sin duda, con los privilegios de que por ahora gozan.

Las frustradas negociaciones terminaron en la falsa alternativa de Levy: capitulación del sindicato o su caprichosa salida. El gobierno de Fox no tuvo, y menos aún retiene, la fuerza disuasiva, ni le asiste la razón, para enfrentar el embate sindical que se le plantó de frente. No posee, porque los ha malgastado, los recursos políticos para aplicar lo legislado al vapor, al menos tal como esa mencionada reforma ha sido interpretada repetidamente por Levy: a rajatabla y sin contemplaciones. La ilusionada patronal elevará de inmediato sus reclamos por el incumplimiento de las promesas presidenciales. Pero los masivos recursos financieros de los fondos para el retiro de los trabajadores del IMSS -el botín perseguido- no pasarán, al menos en lo inmediato y como desean las aseguradoras y bancos (foráneos en su mayoría), a sus ya recargadas como avarientas manos. Un gran fracaso del y los promotores de la privatización a ultranza.

 
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