Encrucijada muy peligrosa o muy esperanzadora
El feminismo en la hora de diseñar nuestra re-evolución

En lugar del violeta, el tono gris prima en el feminismo
Necesitamos un optimismo radical que nos haga evolucionar
Hay que desvincularse de la agenda de las instituciones y tomar la iniciativa

Victoria Sendón de León

La falacia androcéntrica, elaborada en todas las
construcciones mentales de la civilización patriarcal
no puede ser rectificada “añadiendo” simplemente
a las mujeres.
(Gerda LERNER)


Hace ya mucho tiempo que el Movimiento Feminista dejó atrás sus deseos de revolución, porque en realidad tenía un modelo revolucionario masculino que fracasó. Mientras no aparezca otra cosa más estimulante, siestea en el impasse de hacer como que piensa y actúa siguiendo aburridísimas agendas institucionales y debatiendo sobre el “género” de los ángeles según pautas introducidas por la Academia: “igualdad de oportunidades”, “género”, “paridad”, “perspectiva de género”, “empoderamiento”, “estudios de género”, “transversalidad”, “violencia de género”… y todo por el estilo. Todo esto sirve lo mismo para un roto que para un descosido: para el programa de un partido político o para diseñar un encuentro feminista. En lugar del violeta, es el tono gris el que prima en un movimiento que no se mueve, pero que da vueltas y vueltas sobre el mismo círculo vicioso. No acaba de arrancar la evolución del movimiento. Tal vez en tiempo histórico sea muy prematuro, pues un movimiento social, como todo organismo vivo, sigue el proceso del desarrollo, luego del aprendizaje y después de la evolución. Pero, al menos, deberíamos estar metidas de lleno en el aprendizaje y, la verdad, es que no advierto muchos síntomas que digamos.

Me van a permitir que despotrique contra el “género” porque no es más que un recurso sibilino para no hablar de feminismo ni de mujeres, palabras que se han convertido en tabú como si se tratara de términos sucios o impertinentes. Académicamente resulta más fino y menos comprometido hablar del género. ¡Y no digamos de la perspectiva de género! Ah, sí, se trata de “añadir” el colectivo mujer en toda esa “falacia androcéntrica” a la que se refiere Gerda Lerner.

Lo que consiguen los términos género y perspectiva de género es seguir atribuyendo a las mujeres el papel de víctimas, de marginadas, de explotadas. Un horror. Por eso hay que tener en cuenta su situación “especial” en el mercado de trabajo, pero sin cambiar la política económica neoliberal; aliviar su “doble jornada” en la estructura familiar, pero sin cuestionar la familia patriarcal en sí; atender su dolor como “maltratadas o sometidas”, pero sin denunciar todo el mundo simbólico que sustenta su inferioridad; considerar los problemas que conlleva para ellas “la reproducción”, pero sin poner al descubierto los comportamientos de la sexualidad masculina. Es decir, que la perspectiva de género no es más que un acomodo de la situación de las mujeres al mundo creado por los hombres.

Y no digamos de los “estudios de género”. Rescatar para la historia a las mujeres silenciadas, pero sin desmantelar la historiografía oficial; revisar los usos del lenguaje sin atender a sus referentes simbólicos; denunciar los contenidos machistas en los escritos filosóficos sin cuestionar la lógica que los sustenta. En fin, seguir dando autoridad a todo el saber patriarcal sin remover sus cimientos: sólo una revisión cosmética. En muchos casos, los estudios de género han conseguido transformar el sujeto revolucionario del feminismo en objeto de estudio sin mayores consecuencias. A mí todo esto me parece del género tonto. Por este camino sólo conseguiremos que el feminismo no sea más que una “curiosidad” en museos y bibliotecas.

Por estos derroteros no vamos a conseguir que el feminismo avance mucho más, no vamos a conseguir, sobre todo, que evolucione, que se transforme en un auténtico movimiento de cambio y de compromiso con el mundo.

¿En qué consiste, pues, la pauta de su evolución? Voy a esbozar unas pocas ideas que requieren un desarrollo más amplio, pero que utilizaré como indicadores:

- Entender el patriarcado como un sistema global que dirige y llena de contenido lo político, lo económico, lo cultural y lo simbólico en general. Desde el amor hasta la guerra, todo está preñado por la relación de dominación amo-esclavo. El patriarcado no concibe relaciones que no sean de dominio, pero sin que tengamos que entenderlas desde el reduccionismo de “la lucha de clases que hace avanzar la historia”.

- Pensar globalmente y no seguir “tematizando” las cuestiones propias del feminismo, como reproducción, violencia, trabajo, orientación sexual, etcétera. Nuestra función no es seguir luchando desde el victimismo estéril, sino desde alternativas creativas en el infinito espectro de lo posible, que no es el posibilismo estrecho de lo políticamente correcto. La vida es un proceso cognitivo, pero el conocimiento no tiene nada que ver con procesar información, sino con crear pensamiento. No podemos despreciar la teoría.

- Actuar en Red, abriendo nuestros espacios a la colaboración interactiva, porque así funciona la vida. La vida no evoluciona como un proceso reactivo de adaptación, sino que la esencia de la vida es un proceso de continua creatividad en la que todos los elementos se retroalimentan. La interacción de un organismo vivo con su ambiente se traduce en cambios estructurales inteligentes. No es luchando contra nada como vamos a conseguir evolucionar, sino cooperando entre los distintos grupos para crear estructuras nuevas.

- Conseguir un tono emocional en el Movimiento que nos impulse a la colaboración y al alumbramiento de un mundo que está dentro de nosotras mismas y que tenemos que hacer real. Se trata de un optimismo radical que nos haga evolucionar.

- Desvincularnos de la agenda que nos marcan las instituciones y tomar la iniciativa de nuestro propio camino, porque la política no es pura reacción dependiente de las condiciones ambientales, sino pura invención del pensamiento creativo.

- Transformarnos personalmente, porque cada sujeto es imprescindible para el funcionamiento en red. La evolución personal marcará el sentido y la dirección misma del Movimiento, pues la experiencia propia aporta al grupo un plus de sabiduría.

El feminismo se encuentra en una encrucijada muy peligrosa o muy esperanzadora según se trate de perder el tren de la historia o de la posibilidad de crear otro mundo posible. Llevamos mucho tiempo con esfuerzos inútiles sin inventar nada nuevo: ahora andamos en conseguir los “objetivos de desarrollo de la ONU para el milenio”, mendigando a los gobiernos que cumplan con sus propias obligaciones, cuando el planteamiento sería si podemos soportar a estas alturas gobiernos “democráticos” que no dirigen sus políticas hacia el bienestar de la ciudadanía.

Determinadas revoluciones se han mostrado ya obsoletas, y la evolución personal de espaldas a la política no tiene sentido en un movimiento social. Es hora, pues, de plantear las bases de lo que suponen para nosotras ambas cosas. Es hora de diseñar nuestra Re-evolución.

Ante un nuevo Encuentro Feminista no podemos permitirnos el lujo de que el tiempo se nos vaya de las manos, de que la teoría se estanque en polémicas absurdas, de que la vida se nos pase sin experimentar las promesas de cambio que el Movimiento nos reservaba.

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