Usted está aquí: lunes 3 de octubre de 2005 Espectáculos Zoé inundó el Metropólitan de cálidas, reflexivas y entrañables sonoridades

Fueron dos horas de temas melancólicos y encendidos

Zoé inundó el Metropólitan de cálidas, reflexivas y entrañables sonoridades

PATRICIA PEÑALOZA

En medio de "tres soles, montañas transparentes y anémonas de luz", el cuarteto capitalino Zoé entregó su corazón a 3 mil jóvenes, a su vez entregados, el sábado por la noche, en un Metropólitan inundado de sonoridades reflexivas, cálidas, melódicas, entrañables. Zoé cumplió con creces las expectativas que lo hacen ser adorado por una incipiente generación que busca una nueva identificación rocan-popera.

Tras la decorosa actuación del grupo regiomontano Vaquero y su brit-pop potente y bien interpretado, Zoé apareció entre desgañites y agolpes en las puertas. Dos horas fluirían como lo hacen sus temas melancólicos pero encendidos, oscuros en intención pero coloridos en su ejecución. León Larregui, voz y letras, se mostró un tanto nervioso al inicio. Pero poco a poco, la guitarra templada pero emotiva de Sergio Acosta, el bajo cadencioso de Angel Mosqueda, los viajados teclados y programaciones de Jesús Báez, así como la potencia de su baterista invitado, le darían la confianza para terminar de desnudar su alma, acercarse al público sobre una plataforma extensiva al escenario, y pegar de brincos y giros.

Vestido de negro y saco a lo Bob Dylan, Larregui y su mirada taciturna se fueron soltando y, de inmediato, los hits. Luego vendrían Peace and love, Fotosíntesis, que exige ya no ser el perro de nadie, entre imágenes en pantalla de Hitler sobre la bandera estadunidense. Asimismo, una decena de monitores emitieron intensos colores de acuerdo con las canciones, creando un efecto elegante y fantástico.

Desfilaría la emotividad de Miel, , Veneno y el sencillo Dead. Encendería la potencia de Razorblade y Asteroide. Vendría el momento atmosférico, entre amebas y gusanos, con Tarántula y Microscopio. Aparecieron dos invitados de categoría: el guitarrista Alejandro Otaola (Santa Sabina, La Barranca) en Frío, y Quique Rangel de Café Tacvba al contrabajo, en el clímax del concierto: su beatlesca y emblemática Love. Cerrarían con Polar, Soñé y de nuevo Dead, en versión voz (León) y piano, cortesía del líder de Bengala. El último aliento llegó con Deja te conecto.

Volverán el jueves 6 de octubre.

 
Compartir la nota:

Puede compartir la nota con otros lectores usando los servicios de del.icio.us, Fresqui y menéame, o puede conocer si existe algún blog que esté haciendo referencia a la misma a través de Technorati.