Actuación del ex presidente mexicano durante la Guerra Civil española
En el momento del estallido de la Guerra Civil española, el entonces presidente de México, Lázaro Cárdenas, asumió desde el principio el liderazgo de la actuación de las cancillerías y representaciones diplomáticas de nuestro país, tras seguir con la máxima tensión todos los detalles y noticias que iba recibiendo sobre el alzamiento militar de Francisco Franco contra la Segunda República de Manuel Azaña.
Con los primeros informes diplomáticos sobre la mesa, nutridos de notas periodísticas y de algunas conversaciones con otros gobiernos, Cárdenas decidió calificar de "ilegal" la sublevación de los militares españoles a las órdenes de Franco, al tiempo que ordenó al aparato diplomático mantener la máxima alerta. La vehemente llamada de "auxilio" de Cárdenas a la comunidad internacional, para restituir el orden democrático en España, se convirtió años después en un hito en la historia política mexicana, al asumir por primera vez una postura "activa" ante un conflicto internacional, en la que incluso autorizó diversos envíos de armas y material de guerra para cubrir las necesidades apremiantes del bando republicano.
Antes del estallido de la Guerra Civil (1936-1939), las relaciones bilaterales entre México y España se centraban en el reconocimiento mutuo de sus respectivos sistemas políticos, el republicano por parte de España, y, en México, el del modelo derivado de la Revolución de 1910, que entonces contaba con muy pocos defensores en el escenario internacional. El contexto político de la época facilitó el diálogo y la colaboración entre ambos países, que superaron un largo periodo de distanciamiento con el propósito de coaligarse para defender la legitimidad de sus respectivos gobiernos.
El México del general Cárdenas y la España del republicano Azaña coincidieron, además, en la defensa del modelo socialista como vía para llevar la igualdad, la democracia y la prosperidad a la sociedad. El historiador mexicano Mario Ojeda Revah explica en su libro México y la Guerra Civil española las condiciones políticas que facilitaron el resurgir de las relaciones entre ambos países:
"Para los liberales mexicanos, la República representaba la nueva España, un país moderno y culto gobernado por una generación ilustrada, un desarrollo saludable comparado con la vieja España, idólatra y mojigata."
La cooperación en el ámbito internacional de ambos países quedó patente en el discurso del entonces embajador español, Félix Gordón Ordás, ante Cárdenas, en el acto de entrega de las credenciales diplomáticas, al afirmar: "una vez más nuestros destinos son hoy paralelos en la historia. Ambos pueblos, el mexicano y el español, tienen planteados con similar dramatismo problemas iguales y en los dos se siente la misma presión vivificante de las grandes masas por una mayor justicia social. Por ello la España republicana comprende profundamente los monumentales esfuerzos de México por realizar su destino histórico".
Estos antecedentes facilitaron la "crucial" y "firme" decisión que asumió Cárdenas tras el estallido de la guerra, de apoyar sin restricciones al bando republicano hasta el punto de que, por primera vez en la historia, el gobierno mexicano se implicó activamente en un conflicto de esa naturaleza. "El 18 de julio de 1936, Cárdenas estaba de gira por Coahuila y una huelga de electricistas había sumido a ciudad de México en la oscuridad. A su regreso a la capital no hizo ninguna declaración sobre la rebelión en España, ni se fijó una postura oficial...", explica el académico Ojeda Revah.
En el apartado de agosto de 1936 de sus diarios, Cárdenas explicó así el dilema político que le significó el conflicto español:
"El gobierno de México está obligado moral y políticamente a dar un apoyo al gobierno republicano de España, constituido legalmente y presidido por el señor don Manuel Azaña. La responsabilidad interior y exterior está a salvo. México proporciona elementos de guerra a un gobierno institucional con el que mantiene relaciones. Además, el gobierno republicano de España tiene la simpatía del gobierno y de sectores revolucionarios de México. Representa el presidente Azaña las tendencias de emancipación moral y económica del pueblo español. Hoy se debate en una lucha encarnizada, fuerte y sangrienta, oprimido por las castas privilegiadas".
El sentimiento de solidaridad del gobierno mexicano se extendió a numerosos sectores del país, como las agrupaciones sindicales y las organizaciones políticas de izquierda. Si bien también hay que destacar el surgimiento de grupos contrarios a la causa republicana, liderados por la cúpula de la Iglesia católica y de grupos ultraconservadores del país.
En el libro México y la Guerra Civil española (Turner), Ojeda Revah ofrece un hallazgo relevante sobre el envío de material militar a la causa republicana por el gobierno cardenista: "Las armas mexicanas llegaron en una etapa decisiva de la guerra, cuando los nacionalistas ya habían abierto la ruta hacia Madrid. La cantidad de armas enviadas por México no era en absoluto despreciable, sobre todo si se toma en cuenta la relación de fuerzas en esa etapa".
A pesar de que Cárdenas recibió numerosas críticas y presiones de la comunidad internacional para no apoyar la causa republicana -sobre todo de Estados Unidos-, unos meses después del inicio de la guerra el propio Cárdenas ratificó en un discurso público: "México continuará apoyando a España con armas y municiones con la misma determinación que lo ha hecho hasta ahora. España ha recibido del gobierno mexicano toda la ayuda que ha solicitado. Es el deber de mi gobierno defender a todos los gobiernos legalmente constituidos que puedan estar en peligro. Cualquier otra nación que se encuentre en un predicamento similar puede estar segura de que contará con la ayuda mexicana".
Esta postura significó un notable avance en el ideario de la política exterior de México y del resto del mundo, al "adelantarse a su época" con un discurso que contenía unos principios que, posteriormente, se convirtieron en los cimientos de la Organización de Naciones Unidas.
Acogida del exilio republicano
Al finalizar la guerra y una vez instaurada la dictadura fascista en España, Cárdenas concentró los esfuerzos de la diplomacia mexicana en el auxilio de los decenas de miles de combatientes republicanos que lograron evadir a las milicias franquistas y su casi seguro fusilamiento o encarcelamiento. Cárdenas cumplió su promesa y abrió las puertas del país a decenas de miles de republicanos, quienes para pisar tierra mexicana tuvieron que sufrir varios años de guerra fraticida y, tras la derrota, la persecución implacable de las huestes franquistas. "En un momento determinado la embajada (de México en Madrid) llegó a alojar a más de mil asilados. Cuando la casa del número 17 de la calle Fortuna quedó pequeña, se habilitaron nuevas sedes bajo protección diplomática mexicana", según la investigación histórica de Ojeda Revah.
Armando G. Tejeda, corresponsal