La ciudad y sus barrios
A lo largo de su historia la ciudad de México ha sido un sitio de libros; en la capital azteca eran muy valorados sus bellos libros pintados, que ahora llamamos códices, la mayoría de los cuales fueron destruidos en el afán de terminar con lo que se consideraba idolatría. Al surgir la ciudad española sobre las ruinas de la grandiosa México-Tenochtitlan, entre los primeros objetos que se encargaron del viejo continente fueron libros, lo que de inmediato se volvió un buen negocio.
Durante las décadas iniciales del virreinato, su venta se llevaba a cabo principalmente en las porterías de los conventos y en los puestos del Portal de Mercaderes, llamados alacenas. Paulatinamente se fueron creando librerías, sobre todo en los alrededores de la Plaza Mayor. Para el siglo XIX los portales más importantes eran: Mercaderes, Agustinos y del Aguila de Oro, que albergaban prósperas librerías que competían con muchas otras de afamados libreros, como las de Andrade, Murguía, Galván, De la Rosa y tantas otras que aún suenan familiares.
Ya en esa época solía haber encuentros en las calles, en los que se vendían libros, se recitaba poesía y algún artista lucía sus dones. Ahora esos actos, que llamamos ferias de libros, se han popularizado, y se suceden varias veces al año en distintas partes de la ciudad. Hace cinco años se inició la Feria del Libro en el Zócalo, que organiza la Secretaría de Cultura del gobierno de la ciudad, aprovechando la amplitud de nuestra majestuosa Plaza de la Constitución, que desde el siglo XIX la población bautizó como "el Zócalo", debido a que en ella se levantó la plataforma llamada zócalo, que habría de servir de base a un monumento que el gobierno de Santa Anna le había encargado al arquitecto Lorenzo de la Hidalga para conmemorar la Independencia, y que nunca se llevó a cabo.
Este año, La ciudad y sus barrios es el distintivo de la quinta feria, que da inicio el próximo día 7 a las 12 horas, y concluye el día 16. Una carpa octagonal con elementos interactivos, informativos y artísticos ilustra sobre el pasado, presente y futuro de la ciudad de México. Como todos los años, hay ciudades invitadas; en este caso la bellísima Zacatecas, joya barroca que además destaca por su limpieza. Suelo ponerla de ejemplo, junto con Querétaro, cuando afirman que los mexicanos somos "cochinos", al advertir las toneladas de basura que hay en las calles del Centro Histórico ocupadas por los vendedores ambulantes, aunque duela decirlo.
La otra ciudad es Buenos Aires, la señorial capital argentina, sin duda uno de los referentes culturales más importantes de Iberoamérica. En literatura baste recordar a Borges, Bioy Casares, Cortázar y Sábato. De ambas urbes vienen nutridos contingentes literarios y artísticos, encabezados, en el caso del terruño de López Velarde, por su capaz gobernadora, Amalia García, y por el presidente municipal. Y de la capital del tango y el churrasco, por su jefe de Gobierno, Aníbal Ibarra. Ellos van a cortar el listón inaugural, junto con el jefe de Gobierno anfitrión, Alejandro Encinas, y la secretaria de Cultura, Raquel Sosa.
Los sábados se van a presentar fundamentalmente espectáculos de Argentina, que incluyen a campeones de tango, cantautores, presentaciones para niños, con Al Tun Tun, un homenaje musical a Piazzola y Ginastera, con músicos de ambos países, y el grupo de Javier Calmaro, notable compositor originario de la banda mítica Abuelos de la Nada.
Los domingos se van a dedicar a la presencia zacatecana, con espectáculos protagonizados por la Compañía de Danza Folklórica, la famosa compañía de títeres Los Hilos de la Invención, la representativa tambora, teatro y cine.
A lo largo de las casi dos semanas van a suceder muchas cosas interesantes y divertidas, que se van sumar al placer de ver libros y comprar lo que se pueda. Para los infantes hay muchas actividades que organiza el Faro de Oriente, y por vez primera se realiza un concurso de crónica y reportaje para niños, que ha tenido entusiasta respuesta, según comenta el poeta José Angel Leyva, dinámico organizador de la feria.
Necesitaríamos varias crónicas para enumerar todas las actividades que se van a llevar a cabo y ya es hora de comer. Para no perder el espíritu gaucho vamos a La Casa Argentina, que se encuentra en la esquina de Gante y 16 de Septiembre. Un buen inicio para acompañar el aperitivo son las clásicas empanadas. Los cortes de carne son excelentes; muy bueno el asado de tira, y si es de buen diente, el bife de chorizo, acompañados de una ensalada de lechugas crujientes, rodajas de cebolla y grandes rebanadas de jitomate o unas papas provenzal, preparadas con chimichurri... o ambos, ¿por qué no?