Usted está aquí: lunes 26 de septiembre de 2005 Opinión 1810: ¿el nuevo encubrimiento del Otro?

Enrique Dussel*

1810: ¿el nuevo encubrimiento del Otro?

En 1982 lanzamos con algunos colegas un llamado para comenzar a pensar en el quinto centenario del llamado descubrimiento de América de 1492. Mis lecciones en la Univer-sidad de Francfort de 1992 aparecieron en un libro que titulé: 1492: el encubrimiento del Otro (obra que se editó hasta en siete lenguas). Ahora deseo, una vez más, lanzar un proyecto de comenzar a pensar en la crítica del segundo centenario de las luchas latinoamericanas por la emancipación nacional de comienzo del siglo XIX (1810-2010).

Sería necesario anticiparse a las "celebraciones patrióticas" que exaltarán una vez más a los héroes pasados sepultando bajo tierra a los héroes presentes. Ante aquel 1492 era necesario anticiparse a las "celebraciones hispanófilas", que lanza-rían las campanas al vuelo sobre el "encuentro de dos culturas". Siendo que la primera, la hispánica, masacró impunemente a la segunda, la amerindia. Creo que en aquellos años "ganamos" la interpretación y el aniversario se volvió en contra de Cristóbal Colón (hasta su estatua, erigida en 1877, se tambaleó en la avenida Reforma) y a favor de los indígenas americanos. El genocidio fue reconocido y la "invasión del continente" de 1492 fue claramente repudiada mundialmente. Hasta Felipe González debió atragantársele un tanto su Exposición Interna-cional de Sevilla, donde todas las naciones latinoamericanas se hicieron presentes... menos una: la nación indígena, que estuvo totalmente ausente.

De la misma manera lanzamos ahora el tema: 1810: el nuevo encubrimiento del mismo Otro. Si en 1492 fue el indígena americano el sepultado bajo la imagen del "Otro" europeo -como mostrara Armando Bartra-, y por ello hablábamos del "encubrimiento", y no del "descubrimiento"; encubrimiento del oprimido, del violentado, del asesinado o del reducido a la encomienda, a la mita, a la hacienda, a las reducciones, etcétera, en 1810 volvió a pasar otro tanto. El "mismo Otro" tres siglos después -el "natural", los pueblos originarios de estas tierras, además de los afroamericanos esclavos- será el "encubierto" bajo el proceso de una "emancipación" usufructuada por los criollos, pero no por ellos.

El próximo gobierno electo mexicano ejercerá el poder en 2010. Le tocará la "celebración" del segundo centenario de la emancipación (1810-2010). El primero fue "celebrado" en toda América Latina por las elites criollas, blancos nacidos en estas tierras, oligarquías que todavía estaban en el poder -aunque la Revolución de 1910 les recordará que todo podía cambiar. Pero, en la realidad, poco cambió. Siguieron más o menos los mismos en el poder que lo venían ejerciendo desde el siglo XIX al servicio de los nuevos imperios de turno (de Inglaterra, de Francia o de Estados Unidos). La "colonialidad del poder" (como indica el peruano Aníbal Quijano) es profundamente racista: los blancos siguieron gobernando, pasando como "blancos honorarios", algunos mestizos o indígenas, como expresa el brasileño Hugo Assmann.

Estoy indicando, entonces, que no se trataría de un mero "celebrar", sino de un "enjuiciar" la emancipación. Habría que deslindar claramente entre los caudillos de los indígenas y esclavos, del pueblo propiamente dicho, como Miguel Hidalgo o José María Morelos, de los Primo Verdad (criollo) o Iturbide. Debemos recordar que hubo en aquel proceso tres protagonistas: uno salió victorioso, dos fueron derrotados; uno en justicia y el otro clamando todavía justicia.

Los criollos, blancos nacidos en estas tierras, salieron victoriosos. Promovieron un concepto de soberanía basado en los ayuntamientos, y por ello, una vez liberados del rey, pudieron ejercer solos el poder, excluyendo al pueblo de los pobres: indígenas y ex esclavos: el Otro encubierto. Los criollos, coloniales en su mentalidad e intereses, fueron la correa de transmisión de toda la etapa neocolonial en la que todavía nos encontramos. ¡Deberían ser juzgados!

Los españoles, los gachupines, fueron derrotados. Habían afirmado que la soberanía era del rey de España, otorgada por Dios directamente, aunque ellos eran, evidentemente, los usufructuarios. La alianza con el emperador Iturbide duró poco. ¡Ya fueron juzgados por la historia!

El pueblo propiamente dicho, "los de abajo", el "bloque social de los oprimidos" y excluidos, según lo define A. Gramsci, como los indígenas, los afroamericanos, los mestizos, los empobrecidos, los marginales... fueron carne de cañón en las guerras de la emancipación; fueron los derrotados por los conservadores y los liberales; fueron los usados (como Villa y Zapata) en la Revolución -bien lo muestra Arnaldo Córdoba-, y después hechos masa obediente en la corporativización sindical y política de los "70 años", exceptuando sólo el gobierno de Lázaro Cárdenas. Ese pueblo es el nuevamente encubierto. Primeramente fue encubierto en 1492 con el "llamado descubrimiento" (fue en verdad la "invasión" de este continente), y ahora el mismo indígena fue nuevamente encubierto en 1810 en la "llamada emancipación" (que fue un "cambio" de sector de clase dominante en el mismo "bloque histórico en el poder", que de colonial hispánico pasó a ser neocolonial criollo).

Se acerca 2010. ¿Será simplemente un: 2010: el nuevo encubrimiento del mismo Otro? O mejor un: 2010: la perenne colonialidad del Otro después de la emancipación. O quizá aún: 2010: hacia la segunda emancipación desde el poder liberador del Otro.

* Filósofo

 
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